En la tarde estaba Lexi en el estudio que era de John. Se encontraba desesperada leyendo los libros que había allí como si quisiera saber cosas con tanta urgencia.
—Hola… —entró Alec despacio— Jace llevó a Liam a su casa, se quedará con él un rato más.
—Bien.
— ¿Qué estás haciendo? —Tomó uno de los libros sobre el escritorio— No creí que el tema de la magia te gustara tanto.
—No lo hace, es solo que… —frunció sus labios— Tú y Miranda saben cosas porque es una asignatura en su escuela de cazadores o algo así.
Alec se rio un poco al oírla, pero ella lo vio serio y dejó de reír.
—Lo siento —encogió sus hombros—, sonó gracioso porque es un poco cierto, lo estudiamos por obligación cuando nos entrenan.
—Pero Jace y Mason no son cazadores —bajó la vista decepcionada—, aun así, saben estas cosas y eso me hace inútil.
La chica cerró el libro en sus manos desganada. Alec la vio detenidamente mientras se mordía sus mejillas por dentro luego tomó una decisión y caminó al estante para buscar un libro grueso, viejo y con algunas hojas con dobleces saliendo de las páginas.
—Si quieres aprender algo de historia sobrenatural deberías empezar primero sabiendo sobre tu propia especie —dijo jocoso entregándole el libro—, además…si quieres puedo ayudarte.
La castaña levantó la vista vacilando sobre la propuesta del cazador, aunque solo le bastó unos instantes para aceptarle el libro como respuesta a su ofrecimiento.
—Pero deberás prestar mucha atención y obedecerme… —exigió en broma.
— ¿Planeas mandar a un lobo? —Arqueó su ceja retándolo.
—No sé si lo logre, pero puedo intentarlo al menos… —sonrió picaro al acercarse despacio hacia ella— ¿Qué ocurre?
Lexi parecía concentrada en otra cosa, en algo que Alec no alcanzaba a oír y por la expresión de la chica era algo que no le gustaba nada.
“Liam despertó ¿ahora qué?”
“Creí que no lo haría, pero ahora tendremos que sacarlo nosotros.”
“¿Qué hay de los cazadores? Son nuestros enemigos y ahora están aquí.”
“Los sacaremos, a ellos y a Liam…el problema son los Barrow, no estarán de acuerdo.”
—Tenemos un problema —dijo mirando fijo al chico—, un serio y muy jodido problema…¿Dónde está Mason?
Se levantó abruptamente para salir de la habitación en busca del lobo con la ayuda de Alec.
Por otro lado, en el hospital estaba una enfermera revisando a Lissa cuando está abrió los ojos viendo borroso mientras trataba de enfocar las imágenes del lugar en donde estaba.
— ¡Santo cielo! —Exclamó la enfermera— Señorita…
— ¿D-dónde e-estoy? —Preguntó algo aturdida— ¿Qué…ocurrió?
—Tranquilícese —se acercó para calmarla—, está en el hospital y todo está bien ahora, en un momento le hablaré al médico y a sus familiares.
—Mis… —frunció el ceño desorientada.
La mujer iba a salir del cuarto, pero Lissa la detuvo sosteniendo su mano. En ese instante unas voces desconocidas comenzaron a oírse en el lugar, pero en realidad solo estaban en la mente de la pelirroja.
«“¿Estás ahí?” “Yuju, yuju…”»
— ¿E-escuchó eso?
— ¿Disculpe? —La miró confundida— Descanse, en un momento regreso con el médico.
Después de un rato el medico a cargo de Lissa terminó de revisarla. Aseguró que no había problema alguno en su organismo ni lesiones que pudieran evitar que le dieran el alta ya que la herida en su pierna estaba cicatrizando más pronto de lo esperado y aunque la señora Thompson pidió un día más de observación, la chica rechazó la idea y pidió ir a casa esa misma tarde.
En el camino a casa de los Thompson la chica no dijo nada y la mujer tampoco, el esposo de esta no las acompañó porque tenía una cirugía planeada por lo que el viaje fue menos incómodo de lo que pudo haber sido con su presencia.
Al llegar Lissa no se sorprendió mucho pues ahora con la fusión tenía los recuerdos de su hermana en ella así que conocía perfectamente cada rincón de lo que sería su “hogar”.
—Debí pedir la silla de ruedas —se quejó la mujer—, en fin…seguro las muletas no serán por mucho tiempo, la herida se ve mucho mejor según me dijo el médico Robbins.
—Si…casi no duele.
—Aun así, debes tomar reposo, trata de no estar de pie mucho tiempo ¿quieres Meli…? —Aclaró su garganta y vaciló— Lo siento…
Lissa la vio seria, pero en el fondo desconfiaba de la mujer frente a ella.
— ¿Por qué? —Entrecerró sus ojos— Soy Melissa…¿o no lo crees?
La mujer tragó saliva y asintió nerviosa.
—Es solo qué… —vio fijo a los ojos de Lissa— Olvídalo, deben ser ideas mías…—tomó sus cosas y se preparó para irse— Debo irme ¿estarás bien? Cualquier cosa llama enseguida.
Lissa se quedó sola y empezó a revisar con su vista el lugar por donde pasaba hasta llegar a lo que sería su cuarto.
«“Puedes cambiar el color si te parece bien…”»
La voz regresó a su mente y creyendo que alguien le hablaba Lissa volteó asustada pero no había nadie más en la casa.
«“¿Ahora quién se hace pasar por quién?”»
— ¿Alice?
«“Hola hermana.”»
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Editado: 13.01.2024