Luna de muertos

Capítulo 8.

Los días empezaron a pasar lentamente, la gente pronto empezó a olvidar lo ocurrido en la plaza y Liam había vuelto a la escuela como si nada hubiera pasado, igual que Melissa que ahora tenía que enfrentarse a su nueva vida usando su verdadera identidad, pero sintiéndose una extraña a donde quiera que iba. Ambos estaban por su cuenta ya que la manada estaba ocupada preparando el duelo para ser el siguiente alfa luego de que Milton hablase con Jace en privado pidiendo oficialmente serlo y este rechazara la idea, para que más tarde Mason anunciara a toda la manada que también lo pedía y que habría un duelo.

Lydia había salido del hospital y tenía que usar muletas por un tiempo, sin embargo, eso no le impedía visitar a Liam que seguía teniendo pesadillas y que en ocasiones perdía la lucidez; Lydia también trataba de visitar a Melissa, pero esta pocas veces se encontraba estable, apenas hablaba ya que la mayor parte del tiempo parecía ida, excepto un día.

—Elijah me dijo que pronto acabará el proceso adaptativo… ¿estás bien?

—Si… —dijo apagada— Ya no la he oído en mi cabeza, supongo que eso es bueno.

Lydia miraba atenta a cada actitud de la pelirroja, ya que antes de ir Elijah le había advertido que posiblemente Alice querría tomar el control de cualquier manera ahora que le quedaban pocos días antes de irse definitivamente.

— ¿Puedo pasar a tu baño? —Preguntó timida.

—Si, pasa…

Mientras la chica con muletas se iba al baño la pelirroja tomó una servilleta para escribir algo rápido para su tía, lo que no sabía era que Lydia la estaba viendo a escondidas.

—Ya volví —fingió entusiasmo—, hey ¿está todo bien?

—Ah…si —vaciló—, me llamó mi tía y dice que quiere que vaya a Orkus —se encogió de hombros.

—Oh Lissa ¿quieres que vaya contigo?

—No, está bien —sonrió—, pero gracias.

—De acuerdo, en ese caso no te entretengo más…. —le dio un abrazo y caminó a la puerta— Lissa, ten cuidado.

La bruja le asintió y luego Lydia se fue.

Mientras la manada tenía sus propios problemas, Kalisman estaba en el bar de su mansión con Marcel planeando su siguiente movimiento.

—Greta ya debió haber vuelto —se quejó el rubio—, nos tiene aquí como sus perras mientras ella no hace nada.

—Tú estuviste de acuerdo con su plan así que no te quejes ahora —le entregó una copa de vodka y se sentó junto a él.

Marcel recibió una llamada y después de colgar suspiró.

—El vampiro que pusimos a seguirla me avisó que va rumbo a Orkus.

—Con que nuestra brujita va de visita a su hogar —se rio Kalisman pensativo.

—Greta tenía razón, tarde o temprano iría para allá…pero la pregunta es por qué iría —frunció el ceño.

—El tiempo de adaptación aún no acaba, seguro es Alice que la guía a Orkus —tomó un trago hondo para acabar y se levantó—. Andando, seguro será interesante.

Melissa llegó a Orkus y pidió hablar con el doctor Lewis que estaba a cargo de ella antes de escapar.

—Doctor Lewis —abrió la puerta la enferma—, la señorita Thompson solicitó hablar con usted.

— ¿Thompson? —Susurró— Hágala pasar.

La enfermera los dejó a solas y cerró la puerta de la oficina.

—Me sorprende verla aquí señorita Thompson —sonrió malicioso—, es una pena lo de su hermana Alice.

—Si lo es —expresó cabizbaja.

— ¿Qué puedo hacer por usted? —Se levantó y buscó algo en su estante con la mirada— Debe ser algo importante.

— ¿Podría dejar de fingir? —Lo miró seria— Sabe lo que soy, puedo sentir como sus intenciones no son para ayudar… ¡Usted es un ser vil y cruel!

El hombre se carcajeó por toda la habitación.

— ¡Lo sabía! —Exclamó orgulloso— Desde que entraste por esa puerta con tu mirada inocente supe que tú no eras aquella Thompson que vino a pedirme que refundiera a su hermana en este pozo.

—Debo salir de aquí —masculló asustada.

El doctor tomó algo de su estante tan pronto como vio que se levantó apurada de la silla.

—Alto ahí niña —ordenó.

El grito de dolor salió de Melissa en cuanto el hombre presionó un botón en un pequeño artefacto en forma de caja metálica.

—Algo que no sabes pequeña es que… —Caminó hacia ella girando una palanca— Pusimos unas pequeñas placas en tu cabeza que al ser expuestas a cierta frecuencia reaccionan enviando señales eléctricas que queman en cada uno de los nervios de tu cuerpo.

La chica estaba de rodillas en el suelo sufriendo de dolor.

—Con esto ya no se necesita cortarle la cabeza a una bruja invasora para detenerla —se agachó para acariciarle su cabeza—. Considéralo como nuestra propia forma de invadir mentes…sus mentes.

«Alice por favor, si estás ahí haz algo.»

—Tendrás tanto poder ahora pero no sirve de nada en ti…no sabes usarlo.

Tomó las mejillas de Melissa y las apretó con fuerza mientras veía como salía sangre por sus ojos.

«“Él tiene razón”»

La mirada de la chica de alguna forma se transformó en una más fría y poco sensible. Tomó el brazo del hombre y empezó a jugar con su mente de una forma perversa.

— ¿Qué estás haciendo? —Dijo asustado sin poder ver bien— Detente…¿Qué haces? ¡NO!

La pelirroja lo manipuló para apagar el aparato y al mismo tiempo para agarrar el bolígrafo en su bata para clavárselo el mismo en sus ojos uno por uno hasta que cayó muerto al suelo escurriendo toda su sangre por el piso.

Una enfermera que entró de casualidad vio el cuerpo tirado junto a la chica y del terror gritó.

Melissa la escuchó y se volteó a verla por lo que la mujer salió corriendo, pero no fue muy lejos porque la bruja la alcanzó y la detuvo controlando su mente a distancia.

—No por favor —suplicó mientras se sentía asfixiada—, se lo suplico.

La chica estiró su brazo haciendo el ademan de estar sosteniéndola del cuello con su mano en el aire. Entró en su mente para ver en ella y encontró como ayudaba a Lewis en sus experimentos turbios.




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