Luna de muertos

Capítulo 12. [Canción]

Melissa tenía que ir a clases, pero prefirió pasar sus últimas horas en el cuerpo de su hermana tratando de arreglas ciertas cosas si es que no lograba convencer a Lissa de cederle el dominio de la fusión. Desde que esta dejó salir a Alice para defenderse del doctor Lewis no ha podido recuperar su mente mucho menos su cuerpo, era como si se hubiera ido por completo.

La pelirroja llamó a uno de los números en su celular, estaba ansiosa pues en lo que esperaba a que atendieran su llamada pegaba en su buro con sus dedos repetidas veces, sabía que si no le contestaban era muy probable que no podría hablar con esta persona nunca más.

— ¿Hola? —Dijo una chica confundida— ¿Melissa? Hola… ¿Estás ahí?

La ansiedad de Melissa se marchó en cuanto oyó la voz por el teléfono, pero al mismo tiempo quedó helada sin saber que decir.

—Melissa ¿estás ahí? No es gracioso —Protestó en broma— ¿Hola?

—L-lo siento —vaciló nerviosa—, estaba…no importa. ¿Estás ocupada ahorita?

—No, tengo una clase libre ¿ocurrió algo? —Preguntó seria— No te oyes bien.

—Claro que no —rio—, solo…extrañaba a mi mejor amiga, es todo.

— ¿Estás segura? —Insistió preocupada— No eres muy sentimental Mel —bromeó—, sabes que puedes decirme cualquier cosa ¿no?

—Lo sé… —Afirmó melancólica— Siempre lo he sabido, incluso antes de conocerte sabía que podría confiar en ti sin dudarlo.

Una sonrisa triste y resignada se marcó al recordar algo que la motivó a decir aquello. Después de unos minutos hablando y vacilando de vez en cuando Melissa finalizó la plática con una disculpa que confundió a la chica del otro lado del teléfono, sin embargo, la pelirroja no le explicó el motivo y colgó despidiéndose sin más.

Una vez que colgó se paró para buscar en su closet ropa que usualmente no usaría, pero con los gustos de ambas terminando de combinarse hizo que quisiera vestir algo diferente.

—No sé si escuches, pero si lo haces quiero que sepas que si te quedas al menos deberás tener buen gusto —expresó exasperada viendo cada prenda.

Se arregló con esmero porque tenía la idea de que sería un día memorable. Salió del cuarto luciendo una blusa pegada de color negro con escote en V cubierta por una chaqueta vino que combinaba con los jeans negros ajustados y los botines altos, además de un cambio en los tonos de su maquillaje habitual ya que ahora se habían vuelto menos visibles y un poco oscuros.

—Hora del gran show.

Se dirigió a la cafetería donde trabajaba Monik, solo para causarle a los clientes pequeñas parálisis para llamar la atención de la licántropo.

—Ya sabes a que vine ¿o no? —Sonrió la pelirroja sentada en la esquina.

Monik llamó al equipo que estaba ocupado en otros asuntos. Pronto Lexi y Jace estarían en el lugar para encontrarse con la bruja.

—Libéralos —ordenó el rubio—, no era necesario hacer un espectáculo para llamar nuestra atención —sonrió de mala gana.

—Ya sé que la tengo —alardeó riendo—, por eso sabía que estarían buscándome.

Se levantó y caminó hacia ellos. Se detuvo junto a Jace y se acercó a su oído.

—Pero esto era más divertido —susurró perversa.

Salió del lugar liberando a los clientes, luego se recargó sobre el auto del chico insinuando que se subieran.

—Ah genial, ahora soy su chofer —refunfuñó rumbo al carro.

—Shh —regañó Lexi dándole un golpe— ¿quieres que nos vuele la cabeza acaso?

—Ella no puede hacer eso —alegó— ¡Carajo!

Un auto pasando casi los arrollaba sin que se dieran cuenta, pues la pelirroja los engañó haciéndolos ver que habían caminado y llegado al carro del rubio, pero en realidad caminaron hasta mitad de la calle.

—Cuidado con los carros —bromeó entrando al auto.

—Hija de…

—Shhh —detuvo Jace a la castaña—, quizás sí puede volarnos la cabeza.

Los tres fueron al refugio y al entrar al comedor todos vieron desconcertados a la puerta por la inesperada presencia de la bruja.

—No me vean así —fingió un puchero—, solo vine a platicar con las únicas personas que lograrían convencer a mi hermanita.

— ¿Y por qué querrías hacerlo si puedes matarnos como a las personas de Orkus? —Intervino Elijah a la defensiva.

—Porque estoy siendo razonable —alegó exasperada— ¿Hablaremos o no?

—Bien, pero no aquí —alzó la voz Miranda.

La rubia llevó a Melissa a las celdas de los lobos, hasta el fondo donde había un par de celdas de barrotes abiertas. Ahí aprovechó para empujarla por la espalda hacia el interior de una de las celdas y así encerrarla. Mientras que Jace y Elijah llegaron minutos después con el artefacto de Lewis y unas jeringas con sedante.

—Que patéticos son —se burló—, aun aquí puedo controlarlos —admitió sonriente.

—Creí que querías ser razonable —expresó sarcástico Jace.

—La verdad es que me gusta más el poder —dijo llevando su vista a Miranda.

La rubia empezó a toser de la nada y luego a faltarle el aire, enseguida cayó al suelo tocando su pecho tratando de respirar, pero sin lograrlo y entonces comenzó a sacar sangre por la boca.

— ¡Miranda! —Exclamó preocupado acercándose a esta— Detente Melissa… ¡Elijah!

El vampiro encendió el aparato esperando que su teoría fuera correcta…y lo fue. Melissa soltó un quejido al sentir un pequeño dolor en su cabeza, pero no era suficiente para frenarla, entonces Elijah incrementó la frecuencia.

—Imagino que reconoces esto —mencionó mostrando el aparato—, bueno…¿querías ser razonable? Pues estos somos nosotros siendo “razonables”.

La pelirroja se quedó de rodillas viendo con enojo al vampiro mientras sostenía su cabeza ya que no soportaba el dolor. Esto desvió su atención para que dejara a Miranda, así mismo quedó indefensa para que Jace entrara a inyectarle el sedante.

—No importa lo que ocurra después porque su preciada Lissa jamás será la misma —se rio con su mirada maligna mientras se quedaba dormida.




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