Luna de muertos

Capítulo 23.

Mayo.

Durante todo el tiempo en que el equipo había estado conviviendo como amigos y en algunos casos como pareja, se había hecho un grupo de amigos solido entre todos donde confiaban y se querían de verdad, pero la extraña relación entre Alec y Lexi también cambió. Pasaron de tener sesiones de estudio y sexo espontáneo a una especie de relación sin compromiso en la que afirmaban no involucrarse sentimentalmente, sin embargo, su cercanía hizo que inevitablemente se fueran conociendo mejor y que, aunque no quisieran aceptarlo empezasen a tener un vínculo afectivo que todos podían ver, todos excepto ellos o mejor dicho ella.

— ¿Qué es esto?

Alec estaba a solas en la sala esperando a Lexi con quien se suponía tendría una sesión de estudio, pero él tenía otros planes.

—Acordamos no tener citas Alec—mencionó incómoda.

— ¿Quién dijo que es una cita? —Alegó jocoso— Apagaré las velas,  encenderé el televisor en un canal cualquiera…. —Realizó cada acción que dijo con rapidez— Y te dejaré las sobras de la cena.

El pelinegro empezó a comer deprisa algunas papas que estaban sobre el plato.

— ¿Está mejor? —Habló con la boca llena.

Lexi se rio ante la iniciativa del chico en arruinar por ella lo que pudo haber sido una cita linda y agradable. Se sentó junto a él, comió una papa y le asintió riendo.

Tras un rato hablando de nada importante Alec quiso profundizar la conversación tocando el tema de ellos de una forma ligera y jocosa.

— ¿Has oído los rumores del refugio? —Expresó jocoso. Ella negó confundida— Los rumores dicen que estás secretamente enamorada de mí y no te culpo…soy genial y aunque Miranda diga lo contrario soy mejor que ella con las dagas.

Lexi soltó una carcajada.

—Dos cosas, primera…Miranda sigue siendo mejor —dijo encogiéndose de hombros—. En segunda, Alec…yo no estoy ni estaré enamorada de ti.

— ¿Acaso temes que rompa tu corazón de loba solitaria?

—Nadie rompe mi corazón porque no dejo que nadie entre —afirmó con rudeza.

Alec asintió comprendiendo que no quería que insistiera más con el tema, pero lo que Lexi no sabía es que había dejado entrar a más personas de lo que creía y que una de ellas había logrado romper su muro de cristal puesto a su alrededor.

Un día por la noche Lexi estaba en el patio pintando el cielo estrellado cuando Alec la vio por la ventana y luego se acercó a ella.

— ¿Puedo ver?

—Si —dijo y le dio el cuadro—, lo terminé hace un rato, pero quería ver si no hacía falta algo.

—Yo creo que se ve increíble —expresó maravillado—, es algo abstracto ¿no?

Lexi suspiró avanzando hacia él y volteó el cuadro en sus manos.

—Lo tenías al revés.

—Ahora ya tiene más sentido.

La chica guardó sus cosas mientras Alec veía su pintura.

—Acompáñame —ordenó la castaña—, quiero que vayamos a un lugar.

Subieron al auto de Lexi y esta condujo hacia un club deportivo y de relajación al que tenía acceso por la membresía de su madrastra.

— ¿Por qué me trajiste a un club? No entiendo, creí que no te gustaba esta clase de clubes.

—Y no lo hago, pero Daphne malgasta el dinero de papá en esta cosas y yo me aprovecharé de eso hoy —sonrió malévola—. Dijiste que te gustaba nadar ¿no?

Caminaron por varios pasillos hasta que al fin llegaron a unas puertas grandes de color azul rey que no se veían por la falta de iluminación en ese pasillo.

— ¿Qué tal una sumergida? —Susurró emocionada al abrir— Es la parte de natación del club, creí que te gustaría nadar un rato.

Alec miró a Lexi y le dedicó una sonrisa.

Tan pronto se acercó a la alberca se quitó la ropa para entrar al agua y sin que se diera cuenta provocó un sonrojo en la castaña que observaba desde atrás.

— ¿No vienes?

—No sé nadar —vaciló.

El chico no le creyó y la jaló con él para caer en el agua. Cuando subieron ella nadó hacia la orilla sin problema alguno para salir del agua.

— ¿No sabías nadar? —Preguntó jocoso— Mentiste.

— ¿Sabes lo complicado que es quitarse la ropa mojada? —Alegó irritada mientras se desvestía— Y si sé nadar —añadió antes de sumergirse y volver a subir—, hice natación de niña hasta que me lesioné el brazo y lo dejé.

—Cuando sanaste…¿no quisiste volver?

—No —respondió con melancolía en su voz.

Estuvieron un rato hablando mientras flotaban boca arriba, uno a lado del otro con sus cabezas junto a los pies del otro.

— ¿Y esa cicatriz de que es? —Señaló Lexi tocando el tobillo de Alec.

—Me lesioné a los trece entrenando —contestó indiferente.

—Vaya —expresó sarcástica—. ¿Los tatuajes también fueron a los trece?

Alec se rio y negó.

—Son varios… ¿Qué significan?

—Cada cazador le da su significado, pero algunos ya están definidos desde hace siglos —comentó—. Pueden ser por logros de eliminación de criaturas, por rango incluso, o…como forma de castigo, casi como una marca de humillación.

—El de tu cuello…¿qué significa? —Preguntó intrigada— Uno de los que me atrapó el día en que me llevaron con ustedes tenía uno igual.

—Si, varios de los VK lo tienen…Miranda también —admitió—. Hubo una misión donde no todos regresamos, pero los que sobrevivieron ganaron esa marca —contó soltando un suspiro—, es para recordarnos lo que pasó y para recordar a quienes dieron su vida por la causa.

Cuando llegó la hora de irse, salieron del agua y se quedaron unos minutos sentados en la orilla mientras se cubrían con la toalla. Alec acariciaba un mechón de cabello mojado de Lexi mientras ella lo veía fijamente hasta que decidió besarlo.

— ¿Por qué fue eso? —Preguntó confundido.

—Debemos irnos ya —contestó tajante para ocultar sus nervios.

Desde ese día pasó una semana y ninguno mencionó el beso, tampoco se distanciaron al contrario fue como si nada hubiese pasado. De vez en cuando se les veía pasar por el refugio riendo y hablando como si de una pareja normal se tratase.




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