Luna de muertos

Capítulo 27. [Canción]

Elijah y Liam estaban en el estacionamiento peleando con todo lo que podían contra los vampiros de Kalisman. Estaban cubiertos de sangre propia y de estos; había algunos corazones y algunas cabezas regadas por el lugar; incluso Elijah estaba inusualmente fuera de sí, el vampiro ejemplar que se contenía de sus impulsos asesinos había sido liberado en ese momento ya que era él quien más cubierto de sangre estaba.

— ¡Alto! —Ordenó Kalisman apareciendo.

El rubio caminó entre los cuerpos sin temerles a aquellos que estaban listos para ir por él para matarlo.

—No intenten nada o lo lamentarán —avisó señalando hacia atrás suyo.

— ¡Lydia! —Exclamó alterado Elijah al verla.

Marcel venía con Lydia a rastras, estaba con algunos moretones y la ropa algo rasgada donde la jalonearon cuando trataba de huir, también lucía sucia por el polvo y despeinada por donde Marcel la llevaba contra su voluntad.

—Suéltala malnacido —ordenó apretando los dientes.

Kalisman se la arrebató al moreno y ordenó que se fuera a cumplir con otra cosa.

—Hola de nuevo cariño —dijo acariciándole su cabeza—. Ya puedo entender la afición que tiene Elijah contigo —comentó oliendo atrás de su nuca.

Los ojos de Elijah estaban de un rojo encendido y las venas negras bajo sus ojos estaban más dilatadas de lo normal en un vampiro, por lo que mostraba que tan enojado estaba en ese momento.

—Mira cómo te pones Elijah. —Se carcajeó—. ¡Todo por una humana!

Por el radio encendido de Liam, Mason oyó la voz de Kalisman y ya que no podía llegar hasta ellos avisó a Liam sobre el envenenamiento de los cazadores para que les dijera que era lo que los hizo inhalar o que les diera el antídoto.

—Suéltala Kalisman —exigió Liam—, a ella y a los cazadores…si hay un veneno, hay un antídoto ¿no?

— ¿Quieres a la chica o al antídoto? —Entrecerró sus ojos.

Liam apretó su mandíbula sacado de quicio ya.

—Está bien, hagamos algo…les daré lo que quieren, pero deberán hacer algo. —Sonrió perverso—. Arrodíllense ante mí.

Elijah y Liam bajaron la guardia, se vieron entre sí y bajaron su mirada al suelo.

—Estoy esperando, arrodíllense ante mí. —Miró al suelo ordenando con sus ojos.

Lydia vio a sus amigos con tristeza y conteniendo unas lágrimas a la vez que negaba sutilmente. Cerró con fuerza sus ojos derramando sus lágrimas cuando vio como Elijah fue el primero que empezó a arrodillarse seguido de Liam.

—Ah… —Resopló Kalisman— Nunca entenderé su preocupación por las vidas humanas.

El rubio se acercó a susurrarle algo a la chica y luego la empujó contra el piso y se fue de allí. Elijah fue hacia la chica para ayudarla.

— ¡No! —Gritó Liam— ¡El antídoto!

—Liam —dijo agitada—, frasco…frascos azules en la repisa.

Liam miró esperanzado y tomó el radio para informarle a Mason. Escuchó a Jace decirle a su primo que fuera rápido con los otros; volteó a ver a Elijah preocupado por Lydia, mordió el interior de sus mejillas y tragó duro.

—Elijah saca a Lydia de aquí —ordenó firme dándoles la espalda.

—Liam no, debo ayudarlos —protestó.

— ¡Elijah! —Giró a verlo.

Se detuvo unos segundos donde quiso pensar que decirle a Elijah que se quedara sería lo correcto, pero ya había vivido eso hacía unos años en el primer refugio y fue justo en ese momento donde entendió que la decisión que tomó John aquel día fue correcta, Jace los salvó a él y a quien amaba entonces y ahora era su turno de salvar a Elijah y a quien este amaba.

—Llévate a Lydia —ordenó de nuevo.

Elijah asintió y cargó a la chica para llevársela a un lugar seguro.

[ESCUCHA “WHERE'S MY LOVE” DE SYML] 

Mason avisó a Alec por el radio y salió corriendo hacia donde estaban. Alec y los otros estaban muy débiles ya, pero Miranda estaba peor pues ella había sido infectada todavía antes de que la encadenaran.

—Alec —dijo preocupado un cazador—, solo hay cuatro frascos.

Alec apretó su mandíbula y tragó duro sin saber lo que podría pasar, faltaba un frasco y eso significaba que alguien podría no alcanzar antídoto y moriría.

—Alec… —murmuró Miranda— Bébanlo ustedes.

—Miranda…

—Si sobra beberé —afirmó asintiéndole para hacerle confiar—, dense prisa.

—Te inyectaré el mío —avisó mientras preparaba la inyección.

—Primero tú.

Alec aceptó sin querer.

Los tres cazadores se inyectaron sus antídotos, mientras Alec trataba de inyectarse el suyo, pero el temblar de su mano se lo impedía. Miranda seguía en el mismo lugar donde Mason la había dejado, se aferró al suéter que tenía el aroma del chico impregnado mientras se le iban cerrando sus ojos lentamente con su vista borrosa y llorosa.

—Alec —masculló apenas oyéndose y agregó—: te quiero.

—Ya casi, resiste.

El humo fue extraído, la alarma dejó de sonar dejándolos en completo silencio y la puerta estaba empezando a abrirse otra vez, pero Miranda ya había dejado de respirar apenas hacía unos segundos.

Alec se acercó de prisa para inyectarle la mitad del antídoto, pero cuando trató de despertarla y no lo logró se dio cuenta de que había perdido a su mejor amiga, su hermana, su confidente, a su otro yo.

El grillete de Miranda se desactivó así que Alec se los quitó y la acercó a sus brazos para abrazarla, empezó a llorar pegándola contra su pecho para abrazarla con más fuerza.

Los otros se quedaron en silencio con su cabeza agachada mostrando su respeto porque para ellos Miranda era como su líder.

La puerta terminó de abrirse cuando Mason entró corriendo apurado y al ver la escena en medio de la habitación dejó de correr y se acercó despacio, luego se detuvo sin quitar la vista del cuerpo de la chica sobre los brazos de Alec y se dejó caer de rodillas llorando.

Liam llegó después cuando su llamado por el radio no era respondido. Se dejó resbalar por la pared sin decirles nada y se quedó ahí en silencio mientras sufrían su perdida.




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