Luna de muertos

Capítulo 29.

La familia Alarnis estaba en el cementerio, así como los cazadores VK y los amigos de Jace y Miranda.

Alec había avisado y convencido a su tío Augustus de hacer un funeral decente para su hermana. «Para tener un tumba que visitar los días de su cumpleaños» fueron las palabras que usó.

La familia adoptiva de Jace solo consistía de tres personas y también de unos guardaespaldas que Fabian Alarnis había contratado para que alejaran a los reporteros que buscaban entrevistas.

Liam estaba junto a Lexi viendo a Mason abrazar a un muchacho alto y delgado, que lucía una cabellera ondulada despeinada por el viento de un color castaño claro llegando a rubio.

— ¿Quién es él? —Preguntó en bajo Lexi.

—Es Elliot, hermano menor de Jace —respondió Melissa cuando los oyó a su lado—. Estaba en sus recuerdos al morir.

Los tres siguieron viéndolo de lejos sin la valentía para poder acercarse a decirle algo antes de que se fuera.

— ¿Deberíamos decirle lo que pensaba Jace de Miranda? Ya sabes, lo de ser su hermana.

—Quizá…pero no aún —respondió serio.

—Hablando de hermanos…no he visto a Alec —comentó Lexi viendo alrededor— ¿ustedes lo han visto?

Se dispersaron en cuanto el sacerdote llegó para enterrar el ataúd de Miranda. Los chicos pasaron de uno en uno a poner flores o algo importante de Miranda y ellos.

Mason se agachó para poner una foto de ellos juntos que tomaron el día del cumpleaños de Miranda en marzo donde ella llevaba una orquídea blanca en su cabello por su oreja, la cual le había puesto Mason luego de darle un ramo entero de estas flores.

—Felices cinco meses mi amor —susurró acariciando el ataúd—, espero no lo hayas olvidado.

Se incorporó y salió de ahí para ir hacia un árbol, recargó su frente en él y rompió en llanto.

El ataúd terminó de ser sepultado y las personas empezaron a irse antes de que la lluvia incrementara. Melissa se acercó a Augustus para darle sus condolencias, tocó su hombro y al instante los pensamientos de este fueron compartidos por accidente.

Las imágenes de una casa incendiándose mientras llovía fueron pasando rápido: Augustus de joven con los cazadores, entrando y matando a unas personas, gritos de niños y mujeres, una casa cayéndose en cenizas bajo la torrencial lluvia que había esa noche a las afueras de Oregón rumbo a Nevada.

—Lo…lo siento, no quise.

—Está bien —expresó calmado—. Fue el día en que encontré a Miranda. —Sonrió melancólico—. Fue una noche caótica y nunca imaginé encontrar a una niña ahí.

—Era una familia ¿no? —Insinuó cautelosa— ¿La familia de Miranda?

— ¿Nosotros matamos a su familia? Si —confesó cerrando con fuerza sus ojos—. Nuestro antiguo líder, Marcus, nos llevó engañados…aseguró que había un clan de lobos allí planeando un ataque.

—Los Barrow… —murmuró Melissa— ¿Qué clan era?

El hombre volteó a verla inexpresivo.

—Creo que sabes la respuesta pequeña.

—Jace tenía razón —dijo entristecida—. Y usted lo sabía… ¿por eso quiso alejarla cuando Barton murió?

—Solo quería protegerla…y fallé. —Bajó la cabeza—. Quizás si hubiera dicho la verdad antes…pero ahora tendré que vivir con esa culpa el resto de mis días.

—Quizás en la otra vida ellos puedan vivir como una familia.

Melissa empezó a parpadear varias veces para aclarar su vista, pero no lo lograba y los mareos de aquel día que usó su poder más de la cuenta volvieron haciendo que se tambaleara.

— ¿Estás bien niña? —La sostuvo de los brazos— Te ves pálida…

—Si, estoy bien no se preocupe.

Mintió para librarse fácil y se fue a donde Liam, pero sus piernas empezaron a temblar hasta que cayó desmayada. Liam corrió para levantarla y la llevó a su casa.

Más tarde la chica despertó con un fuerte dolor de cabeza, Liam se acercó a ella en silencio para servirle agua y entonces Melissa sin necesidad de tocarlo pudo entrar en su mente al mismo tiempo que empezó a oír voces extrañas hablando sobre temas de todo tipo.

—Liam… —dijo preocupada— ¿Tú también las oyes?

— ¿Eh? — Se detuvo a oír y frunció el ceño—. ¿A quiénes?

—Las voces —respondió viéndolo con ojos cristalizados—, si no las oyes significa que están en mi cabeza otra vez.

— ¿Otra vez?

—Cuando desperté en las celdas del refugio…estuvieron ahí, revueltas como un torbellino de murmullos —explicó viendo a la nada.

Durante los funerales Alec no estuvo presente, nadie sabía nada y estaba empezando a preocuparlos conforme cayó la noche.

Lexi fue a su casa agotada de buscar sin éxito.

—Al fin llegas, intenté llamarte, pero no atendías —protestó Daphne.

—Estaba en un funeral…

— ¿También eras amiga de ese chico de las noticias?

—Y de su hermana —contestó sin verla rumbo a servirse agua.

—No sabía que tenía una… —Frunció el ceño— En fin, un chico vino hace rato y dijo que era de tu parte.

Lexi quedó quieta al oírla.

—Dijo que olvidaste la tarjeta del club… ¿Acaso andas por ahí prestando mi membresía?

La chica dejó de prestarle atención y salió de la casa ignorando sus gritos. Subió al auto y manejó rápido hacia el club.

Se metió con la excusa de haber olvidado algo de su madrastra quien era conocida en el club así que no hubo problema, solo tuvieron que llamarle para confirmar lo que decía Lexi.

Inesperadamente la mujer apoyó la mentira y la dejaron pasar. Lexi corrió hacia el área de natación que tenía las puertas abiertas y cuando estaba cerca de llegar divisó a un pelinegro tirándose al agua de espaldas desde un trampolín sumamente alto.

El grito de susto de Lexi salió de su boca por inercia.

— ¡Alec! —Corrió a sumergirse.

Subió a la superficie con el chico en su brazos.

— ¡Carajo Alec! No vuelvas a hacer eso.

—Lo siento Lexi —respondió llorando—, quería sentir un poco del dolor que ella sufrió, pero seguro ella creería que eso sería muy cobarde.




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