Luna de muertos

Capítulo 35.

Elijah y Lydia fueron a comer pasta a un restaurante italiano, charlaron sobre cómo le estaba yendo a ella en la universidad y sobre el negocio de cafeterías que tenía Elijah. Cuando acabaron se fueron en el auto para que Lydia volviera a su casa.

—¿Crees que algún día podrías hablarme de tu vida…antes de ahora? —Vaciló nerviosa.

—No hay muchos buenos momentos…

—Está bien, son parte de ti y con eso basta. —Sonrió.

Bajó del auto y se metió a su casa. Elijah suspiró y luego encendió el auto, avanzó un par de metros, pero enseguida regresó a estacionarse frente a la casa, bajó del carro y caminó decidido hasta la puerta para tocar el timbre.

«¿Qué estás haciendo Elijah?» Se reprochó a sí mismo en su mente.

— ¿Elijah?

Lydia abrió la puerta confundida de verlo parado ahí.

—Quiero llevarla a un lugar…¿puede? —Preguntó nervioso.

La chica bajó su mano del marco de la puerta sin comprender del todo lo que estaba pasando, entró por su sueter y salió cerrando la puerta detrás de ella.

—Dime a donde, yo conduzco —dijo sonriendo en grande.

— ¿Sabe manejar? No recuerdo haberla visto conducir…

—Ya tengo mi licencia. ¿O temes que estrelle tu lindo y seguro muy costoso auto?

Elijah bajó la mirada respondiendo solo con su silencio.

— ¡Elijah! —Protestó en broma dándole un golpecito en el brazo.

El vampiro se rio, después accedió a darle sus llaves del auto.

—La dirección está en el GPS —avisó abriéndole la puerta—, ¿está segura…?

—Si, ya no hables y sube al auto —ordenó fingiendo autoridad.

La miró deslumbrado con ese brillo en sus ojos que siempre surgía cuando sus ojos se posaban sobre ella además de que siempre lo acompañaban una sonrisa sutil que en ocasiones trataba de esconder para no ser sorprendido por otros.

— ¿Qué clase de camino es este?

—Ya está cerca.

Condujeron por un camino de tierra que estaba rodeado de árboles que empezaban a cambiar el color verde de sus hojas por tonos más ocres, otros árboles incluso ya dejaban caer algunas hojas.

— ¿Quién es más fuerte, un lobo o vampiro? —Preguntó de repente.

—Un lobo.

— ¿Y más rápido? —Lo miró confundida.

—Un vampiro.

Lydia se quedó analizando sus respuestas mientras conducía despacio para evitar hundirse en el lodo.

— ¿Podrías explicarme mejor? Creí que sería al revés.

—Un vampiro es más veloz porque es más ligero que un lobo —explicó paciente—, pero este por su masa muscular es más pesado por lo que es más fuerte.

—Sé que los lobos tienen mejores sentidos igual que los vampiros, pero, ¿quién más?

—Varía…el olfato de un vampiro es más sensible, pero la vista de un lobo es más amplia y ambos tienen un gran sentido auditivo —respondió mirando por la ventana—. Es aquí.

Elijah bajó para abrirle la puerta antes de que ella pudiera hacerlo. Le extendió su mano para que se apoyara y pudiera él ayudarla a caminar por el camino con piedras y huecos.

—Que linda vista —comentó viendo el paisaje frente a sus ojos—, ¿vienes aquí siempre?

—Solía hacerlo…¿quiere ver de cerca?

Lydia asintió emocionada y Elijah la llevó de la mano.

Se sentaron a la orilla del lago que brillaba por el reflejo del sol que estaba ocultándose haciendo que el agua se viera del mismo color que de las hojas…un amarillo oscuro con toques naranjas.

—Es un lugar muy pacifico. ¿Por qué dejaste de venir?

—Antes era un poco más grande —mencionó poniéndole su gabardina—. Dejé de venir cuando me uní al clan de Arkain…hace muchísimos años.

La chica se inclinó hacia enfrente para tomar una hoja que cayó al agua.

—Ninguno de la manada ha sabido realmente por qué te uniste a él…tú no eres como ninguno de los miembros de su clan ni siquiera quisiste ser vampiro.

—Tiene que ver con mi pasado. Hice algunas cosas de las que siempre me he arrepentido —confesó viendo hacia el agua—, intenté morir muchas veces, pero jamás funcionó, claro. —Esbozó una sonrisa irónica—. Al final decidí que tendría el peor castigo por lo que hice, vivir queriendo morir hasta que alguien me matara.

—Eso es muy triste…¿aún quieres morir?

Elijah volteó a verla junto a él, se quedó en silencio unos segundos admirando como el brillo del atardecer no solo hacía resplandecer el agua del lago sino también lo ojos pardos de la chica.

—No, ya no —afirmó sin dejar de verla.

Lydia cerró sus ojos cuando el sol terminó de meterse y dejó salir un pequeño suspiro.

—Sígueme contando, quiero entenderte mejor.

Dobló sus piernas y las abrazó para recargar su rostro sobre sus rodillas, pero mirando hacia Elijah.

— ¿No quiere que regresemos ya? —Preguntó y ella negó— En ese caso creo que tendré que seguir hablando, ¿no?

La chica asintió sin despegar su rostro de sus rodillas.

—No tuve una buena relación con mi hermano menor Alistair, él me dio a beber sangre de vampiro sin que supiera y luego me asesinó con una víbora venenosa —contó despectivo—. Él se unió a Arkain, pero yo me reusé al inicio…luego me perdí un poco, no tuve control de lo que hacía y muchas personas murieron por ello —continuó apretando su mandíbula—; entré a una orden de caballeros donde aprendí a usar la espada, mi intención fue morir ahí pero no funcionó; durante ese tiempo el resto de mi familia murió por la peste así que sin deseos de vivir ni personas con quien pasarla o sueños por cumplir terminé uniéndome a Arkain.

Su rostro no tenía expresión, su mirada estaba fija en un punto en la nada de la oscuridad y aunque hablara con tanta frialdad parecía que estuviese reviviendo cada momento en su mente, tan claro como si fuera la primera vez.

—Lastimé a unas personas y también maté a otras —afirmó a secas—, no me importaba tanto mi vida ni mucho menos la vida ajena…era como ver todo el mundo pasar frente a mi mientras estaba sentado en una esquina del recinto del vampiro más poderoso y temido. —Frunció un poco su frente—. Ni siquiera tuve que apagar mi humanidad para actuar tan desinteresado.




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