Luna de muertos

Capítulo 37.

Lydia recibió un pequeño paquete a su nombre en casa de su tía.

—Hija —habló su madre para atraer su atención—, iré al super con tu tía.

—No tardamos mucho, Lydi —dijo su tía desde la puerta.

Lydia asintió y se despidió de su madre. Subió al cuarto donde dormía con su prima y abrió el paquete.

— ¿Qué es esto?

Sacó un par de dibujos y pinturas, parecían ser sumamente viejas por la forma y el olor del papel con el que estaban hechas.

— ¿Esa no es…? —Frunció el ceño— Si, es la letra de Elijah, pero…¿Quién es ella?

Revisó la pintura por atrás y adelante sin encontrar nada hasta que vio un dibujo sin terminar que tenía escrito abajo un nombre, “Agatha”.

— ¡Molly! —Se paró para buscarla.

Una nota se cayó de la caja.

“No confíes en quien dice protegerte tanto si ni siquiera te dice la verdad.”

— ¿Qué pasó Lydia? —Preguntó su prima asomándose al cuarto.

— ¿Q-quién te dio el paquete?

—No lo sé, solo vi que lo pusieron ahí y cuando salí se había ido…¿por?

— ¿Cómo era? La persona que lo dejó, ¿cómo era? —Exigió saberlo con desesperación.

—N-no lo sé, era un hombre moreno, pero estaba de espaldas —respondió asustada— ¿Qué pasa? ¿Por qué te pones así?

—Debo salir un momento.

— ¡Lydia!

La chica salió apurada con las hojas. Pidió un taxi mientras llamaba a Elijah sin respuesta, cuando llegó al viejo departamento del vampiro tocó el timbre repetidas veces hasta que al fin le abrieron.

— ¿Señorita Lydia?

— ¿Puedo pasar? —Preguntó agitada por la caminata rápida— Es que debo hablarte de algo…

Elijah asintió y abrió por completo para dejarla pasar.

—Le serviré un vaso con jugo, ¿está bien? —Ella le asintió— Luce preocupada, ¿pasó algo?

— ¿Quién es Agatha?

La preguntó tomó por sorpresa al vampiro y el solo escuchar el nombre causó un mal sentimiento en él que incluso lo obligó a romper el vaso de cristal entre sus manos.

—Entonces es cierto…ocultas algo —afirmó decepcionada.

—Es algo que ocurrió hace mucho tiempo…

— ¿Algo? —Entrecerró sus ojos— ¿Es eso por lo que vienes culpándote y maldiciendo tu existencia?

—No lo entendería —respondió buscando calma—, así que no se meta en lugares oscuros.

— ¿No crees que ya es muy tarde?

Lydia caminó hacia él para quitarle los trozos de vidrio que se enterraron en su mano, pero él jaló su brazo para que ella no lo tocase.

—Puede lastimarse, lo haré yo…

—Basta —ordenó molesta—. Estoy harta de esto Elijah, deja de tratarme así por favor —suplicó fastidiada—, me hablas de usted para marcar distancia y me proteges como si fuera un adorno de cristal, tu adorno, ¿en verdad eso soy para ti?

Elijah la miró confundido.

— ¿De dónde sacó eso? ¿Cómo supo el nombre? —Caminó hacia las hojas en el sofá.

—Marcel las dejó en la casa de mi tía. Quiero saber la verdad…toda sin omitir detalles, quiero creer que Kalisman nunca ha tenido razón así que porfavor dímela.

Elijah respiró fuerte, apretó el interior de sus mejillas y volteó de nuevo hacia la chica que lo veía fijamente esperando una respuesta.

—No quiero hacerlo…si lo hago te perderé —confesó con ojos cristalizados.

—No lo harás…

—Eso es aún peor Lydia —dijo con asco—, si te quedas será por ese lado mío y te hundirás con él.

Lydia negó un par de veces con los ojos entrecerrados y el ceño fruncido.

—No te quiero por tu lado oscuro o malvado ni por la parte de tu mente que pueda ser peligrosa y siniestra —confesó decidida y añadió—: te quiero por ti, Elijah, pero no me dejas hacerlo bien.

El vampiro empezó a respirar iracundo, apretaba sus dientes y puños para controlarse, pero la situación lo estaba dominando y Lydia podía notarlo, no sentía miedo y eso hacía enfadar más a Elijah.

—Si no vas a dejar que las personas te quieran entonces diles como alejarse bien de ti.

—Agatha fue mi prometida y yo la maté —admitió con frialdad—, perdí el control de las cosas, maté personas y lo disfruté. ¿Eso querías oír?

Lydia estaba en silencio con la boca semi abierta de la impresión.

—Perdiste el control…fue un accidente.

Elijah frunció el ceño molesto al oírla, caminó hacia ella y la sujetó de sus brazos con fuerza.

—¿No oíste lo que dije? Lo dis-fru-té —enfatizó cada silaba—. ¿Por qué no tienes miedo?

Lydia le mantenía la mirada mientras respiraba agitada.

—¿Vas a matarme como a ella? —Ladeó su cabeza interrogándole— Por supuesto que no, ¿sino quién va a salvarte?

Elijah suavizó su agarre hasta soltarla.

—Kalisman dijo la verdad —se respondió a sí misma sorprendida—. Me dijo que soy tu detonante, pero también tu sedante…así que es eso, todo este tiempo inconscientemente me he ocupado de tu lado malvado evitando que pierdas el control otra vez, ¿no es así?

El vampiro le dio la espalda, recargó sus manos sobre el pequeño librero en la pared junto a la ventana en la sala.

—¡Responde!

—¡Si! —Exclamó exasperado volteando a verla— ¡Me importaba un demonio la vida ajena sobre todo la vida humana, por eso quiero que te alejes!

—No, tú no eres todo lo que dices ser...eres bueno, Elijah, pero solo me acercas lo suficiente para evitar que te hundas y eso no es justo —dijo apretando sus dientes.

—Será mejor que te vayas ya.

—¿Por qué te estás esforzando en que te odie? ¿En qué te tema? ¿En qué te aborrezca?  —Expresó molesta— Si eso querías ¡Lo hubieras hecho antes!

Empezó a caminar hacia él dándole golpes en el pecho para empujarlo hacia atrás.

—¡No debiste ser amable! ¡Ni tampoco interesarte en mi vida! ¡No debiste salvarme!

—Lydia…¡Es suficiente! —Gritó iracundo haciendo eco por todo el lugar.

La chica le dio una cachetada que encendió los instintos vampiros de Elijah. Levantó de nuevo el rostro, pero tenía sus ojos rojos y esas venas negras prominentes debajo de ellos.




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