Luna de muertos

Capítulo 39.

Al final de su comida Lydia y Elijah acordaron reunirse con más calma al día siguiente en su cafetería para acordar los planes que tendrían cuando se mudaran a Inglaterra. Ese mismo día cuando se despidieron, Elijah estaba recibiendo la llamada de Liam, pero antes de que pudiera responderle se chocó con alguien y su celular se cayó partiéndose.

Richmond, Virginia.

—Elijah no responde —comentó Liam irritado—. ¿Por qué nadie responde cuando se requiere?

—¿Qué haremos? Marcel seguro ya está allá…¿y si ya pasó algo?

—Iré a Nueva York…lo buscaré en su cafetería —avisó Liam saliendo apurado.

Melissa se quedó sorprendida por su iniciativa tan abrupta.

Liam fue a su casa para tomar dinero e irse a la estación para comprar un boleto a Nueva York.

Long Island, Nueva York.

Elijah llegó a su cafetería puntual luego de haber ido a arreglar su celular, las llamadas perdidas de Liam no se registraron así que no se preocupó en llamarlo. Luego un pinchazo en el cuello lo hizo voltear.

—¿Verbena? —Preguntó entre dientes antes de caer al piso.

Quién lo inyectó lo arrastró a la parte de atrás del lugar donde estaba la basura para esconderlo.

Lydia llegó y buscó donde sentarse. El mesero se acercó y luego de decirle su orden el muchacho se fue.

—¿Sabía que a Elijah no le gusta el té siendo británico?

La chica se sobresaltó al oír al hombre que se sentó junto a ella.

—Marcel, ¿cierto? —Titubeó nerviosa.

El moreno asintió con una sonrisita.

—¿Ya ordenó?

Preguntó aun sabiendo la respuesta mientras miraba al mesero que estaba por llevarle la orden. Marcel cruzó miradas con el joven y le hizo una pequeña arqueada de ceja, entonces se volteó con la bebida y fue hacia el mostrador.

—No sabía que Elijah fuera tan rico como para tener varias cafeterías —dijo frívolo al ver cada decoración—, seguro que tú si sabias…oh lo siento, no debo tutearte, ¿cierto? Elijah no lo hace…

—E-está bien.

El hombre sonrió con los ojos entrecerrados, luego se hizo el desentendido cuando el mesero trajo la orden de la chica.

—Provecho.

Lydia bebió con nervios por la presencia del hombre que no le quitó la vista de encima mientras bebía, como si quisiera asegurarse de que tomase todo. La chica hizo una expresión de disgusto luego de darle un sorbo.

—¿Todo bien? Supongo que las bebidas no son tan buenas aquí como pensé.

—Lo son, quizás se excedieron con la hierba… —Frunció el ceño desconcertada.

—Cuando acabes me dices porque debemos irnos, hay un compromiso que atender —avisó desinteresado al ver el menú—, mientras creo que ordenaré algo…

—¿Irnos?

Marcel tomó su celular para buscar algo, cuando lo halló lo deslizó por la mesa hacia ella para que viera una fotografía de Elijah inconsciente en el piso.

—Si no quieres venir conmigo está bien, solo que Elijah no lo estará.

Lydia asintió asustada y Marcel sonrió burlesco.

—No entiendo su gusto por las humanas. —Reviró sus ojos y resopló.

Cuando Lydia acabó de beber el té, Marcel la llevó sujeta del brazo hacia su carro, la obligó a ser ella quien condujera mientras él le platicaba en el camino en la única autopista abierta.

—Me gusta como conduces, pero…¿y si aceleras más?

Lydia tragó duro aferrándose al volante mientras seguía sus órdenes.

—Te contó sobre Agatha, ¿no? —Soltó una carcajada— Y aun así están juntos. ¿No te preocupa que te haga lo mismo?

Lydia frunció el ceño sin quitar la vista de la carretera.

—A menos que…aquí entre nos, ¿dejarías que Elijah te transformara en vampiro?

La chica volteó a verlo asustada sin entender que pretendía con su conversación.

—Creo que eso es un no, es una pena…¿sabes por qué te supo extraño el té que siempre bebes? —Se recargó en el asiento relajado— No fue un exceso de hierbas. Sin que te dieras cuenta le pedí a un amigo que pusiera un poco de mi sangre en tu té…

Sin querer Lydia metió el acelerador de más y cuando quiso detenerse Marcel enterró su pulgar en su pierna para que no pudiera moverla.

—¿Te asusta haber bebido sangre de vampiro? Vele el lado bueno, si mueres serás inmortal y vivirás con Elijah una vida feliz, claro si no lo culpas y odias como Agatha.

Un camión de carga venía de frente así que Marcel le movió el volante para que fuera en dirección a este.

—Deberías conducir con más cuidado. —Guiñó su ojo y salió del auto.

Lydia intentó tomar el control del auto y desacelerar, pero el camión ya estaba muy cerca, así que solo pudo girar por completo el volante para doblar al igual que hizo el camión.

En la cafetería estaba Elijah despertando cuando una empleada salía a tirar la basura y lo vio tirado.

— ¡Jefe! ¿Se encuentra bien?

—Si…¿qué…qué hora es?

—Ya es medio día —respondió extrañada.

—¡Lydia!

Elijah salió corriendo con algunos tropiezos. Fue hacia las mesas buscando con la mirada a Lydia, pero no la encontró, luego su celular sonó.

—¡Al fin atiendes! ¿Dónde estás? ¿Sabes algo de Lydia?

—¿Liam? —Preguntó sin atención— ¿Qué pasa?

—Elijah, escucha, Marcel está en Nueva York…¿dónde está Lydia?

—¡Maldición! —Masculló y colgó.

Fue rápido hacia su auto estacionado y condujo a gran velocidad por la misma carretera que usaron Marcel y Lydia. Luego de unos minutos alcanzó a divisar algo que humeaba y conforme se acercó más, descubrió que era un auto negro que se había estrellado contra el árbol y tenía una rama atravesando el parabrisas. Pasó junto a él despacio y vio a una mujer en el copiloto con la rama atravesándole su estómago; el olor de toda la sangre que escurría llegó hasta él y reconoció el aroma.

Bajó y atravesó el ramalazo para llegar hasta la chica.

—Lydia —expresó preocupado—, resiste por favor.




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