No puedo respirar.
Mi vida se ha desmoronado en cuestión de horas, y ahora mismo no parece tener una salida viable para sobrevivir. Por más que rebusco en mi cerebro, no hay nada.
Solo vacío.
A lo mejor morir es una mejor opción.
Me quito esa idea de la cabeza, porque papá me crío con unos ideales en la vida y a el no le gustaría que me quitara la vida. Mi religión no lo permitiría, y si en algunos de los casos tengo que morir, me gustaría reencontrarme con toda mi familia en ese paraíso eterno.
Tengo mucho miedo, estoy asustada, no sé que hacer. La oscuridad lo envuelve todo, impidiéndome saber que hora es y si estoy cerca de mi destino.
Las lágrimas se me escapan de los ojos a medida que camino, he intentado correr, no puedo. Mis rodillas están manchadas se sangre, llena de heridas y los cardenales aparecen multiplicándose. Para añadir más desgracia, las raíces de los arboles del bosque me están arañando las plantas de los pies.
Ya no puedo más.
Quiero desistir. No quiero seguir con esta tortura.
Debería haber muerto con ellos.
Pero sigo aquí y eso es mucho más agonizante.
Solo espero que papá, mamá y mis hermanos estén juntos en un lugar lleno de paz y felices.
¿La muerte será oscura?
¿Ellos sentirán algo?
Un sollozo sale de mi pecho que arde, no controlo mi llanto mientras sorteo los abetos grandes que me rodean. Necesito salir de este territorio, pero antes debo buscar la caja que escondió papá, por si esto sucedía.
Creo que ellos sabían que esto acabaría sucediendo.
Los mataron.
Y a mí me llevaron a otro lugar, me maltrataron, me insultaron, me golpearon y me...
Choco contra un árbol, lo abrazo porque necesito parar. Necesito respirar. No puedo creer que este pasando esto. Quiero despertar de esta pesadilla. La corteza del arbol me hace daño en el pecho desnudo, así que me aparto.
Cierro los ojos, mala idea, porque se presenta el recuerdo de los cuerpos mutilados de mi familia.
El dolor es tan grande que no puedo resistir, me mareo un poco intentando orientarme. El bosque es demasiado grande, escucho el ruido que hace los animales en la lejanía. Estoy temblando de miedo, de rabia, de tristeza.
Estoy sola.
Y me han roto.
Me han quitado todo lo que tenía.
Mi cuerpo está desnudo, lleno de marcas horrendas que son dibujos que representan lo malo que me hicieron esos hombres. Mi bonito cabello que siempre está lleno de rizos largos rubios, ahora es una maraña sin sentido llena de barro y sangre. La sangre seca mancha mi entrepierna, el camino sigue por mis piernas hasta que se pierde en mis tobillos.
Esos bandidos se encargaron de matar a mi familia, e hicieron que viera cada una de las torturas que cometieron contra mis seres queridos.
Después fueron contra todos mis vecinos.
Y por último contra mi.
Mi aldea está destrozada.
No tengo a donde ir.
El aire me falta. Me siento ahogada, los pedazos de mi corazón roto me ahogan.
Papá me dijo que si algo así sucediera, fuera al árbol que siempre visitábamos, que desenterrará la tierra por la parte derecha hasta que una caja oxidada apareciera en mi punto de visión. El decía que era la única forma de salvar mi vida y sobrevivir. Eso es lo que estoy haciendo ahora mismo, ir hasta allí, o al menos eso intento.
Porque en este momento solo quiero consumirme.
Espero que esos bandidos sigan durmiendo entorno a la hoguera que armaron y piensen que sigo capturada en esa apestosa jaula, sí, me retuvieron en una jaula mientras uno por uno de esos siete hombres abusaron de mi inocencia. Fue un programa divertido para ellos, para mí, el punto de quiebre de mi vida.
Me escapé en cuanto todos se durmieron, no había nadie que mirará, me zafé por las grietas, y corrí hasta que mis rodillas ardieron. Creo que estoy lejos de ellos, pero eso no demuestra que este a salvo.
Son hombres violentos y fuertes, y muy rápidos.
Con el dorso de la mano me quito las lágrimas que llenan mi rostro, mi mente sigue en shock, no pienso con claridad. Mis emociones se han apagado, pero algo oscuro y maligno crece en mi. Lo noto.
Atravieso un par de abetos más, algunos de los troncos están impidiendo mi paso y el lado se aproxima en mi costado. Mi cuerpo tirita debido a la brisa fría que impacta con violencia sobre mi. Tengo que resistir un poco más, debo hacerlo por ellos.
Ahí está.
El árbol muerto.
Me quedan pocas fuerzas, así que las administro como puedo para llegar hasta ahí. Debo atravesar la pradera de maleza, un búho me observa desde una gran rama, no me detengo a saludarlo. Usualmente lo hago, cada vez que veo un animal, me detengo para saludarlo y mostrarle mi respeto. Amo la naturaleza y los animales. Pero está vez, no tengo mucho tiempo.
—Lo siento, buhito. Te quiero —mi voz sale rota, me duele la garganta de tantos chillos que emití.
Después de unos minutos que se me hacen eternos, llegó hasta el árbol. Está seco, y la maleza está muy lejos de él. Solo hay tierra, ramas y raíces secas. Es como si en esta zona, la naturaleza hubiera desaparecido.
Me arrodillo en el suelo, la tierra se entra en las heridas de mis piernas y me escuece. Aulló de dolor, me aguanto las lágrimas, mas bien porque ya no me quedan. Comienzo a hundir mis dedos en la tierra húmeda, ha llovido hace poco y la tierra sigue mojada junto al ambiente, mis cosas nasales están inundadas del olor, siempre llueve en mi región.
Porque está maldita.
O al menos eso es lo que dicen.
Aparto la tierra de mis manos, el hueco que hago es pequeño, pero si la caja esta aquí debe aparecer. Parpadeo varias veces, porque la oscuridad no ayuda en mi visión. Tengo que darme prisa.
Aquí no hay nada.
No hay nada.
El hueco es más grande, el lodo se esconde entre el hueco de mis uñas. Empiezo a desesperarme. Mis manos están manchadas de barro, tengo la piel de gallina y aquí no aparece nada. Me frustró, así que, empiezo a darle golpes al suelo. Porque la rabia entra en mi.
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Editado: 24.11.2024