Luna Maldita

Capítulo 4

STELLA

Huir si se acercaba algún hombre.

Papá me dijo que si un hombre se acercaba a mi, tenía palabras bonitas o intentaba tocarme mucho. Huyera inmediatamente, porque de seguro esa persona me iba a hacer daño. Era pequeña y no lo entendía, pero después de la noche que pasé puedo asegurar bien porque lo decía.

No querían que me rompieran.

Por más que quiero pensar en esas palabras que me dijo, se me olvidan cuando dirijo la mirada hacia sus ojos color miel y se me paraliza el corazón. ¿Cómo había dicho que se llama? Estaba tocándome, no realmente, pero lo había hecho en algunas partes de mi rostro y cuando me sostuvo para meterme en el coche.

He fingido que estoy dormida mientras me lleva a su hogar. Estoy cansada, quiero dormir porque llevo horas sin hacerlo, pero no puedo cerrar mis ojos porque mis sentidos de alerta de elevan.

Killian se ve como el tipo de hombre que te puede hacer mucho daño, tiene un aspecto varonil de hombre fuerte, bastante, y además es atractivo, posee una mirada que te paraliza la vida cuando se toma el tiempo de mirarte.

Sus rasgos parecen ser perfectos, hasta que miras más arriba de sus cejas, donde hay una gran cicatriz que le cruza por el extremo de la cara.

No le afea, al contrario, es un defecto añadido que le hace encontrar la perfección a su rostro.

No puedo dejar de pensar en sus labios. ¿Son bonitos, verdad?

Estoy empezando a asustarme porque debería estar huyendo ya, pero no puedo. Papá me dijo que lo buscara es porque puedo confiar en él m, que me ayudaría, así que tengo que mantenerme serena aunque mis pensamientos sean un caos.

Jamás había sentido tensión por un hombre, no me importaban demasiado, me parecían seres extraños que no tienen nada interesante. Pero creo que Killian está lejos de ser nada interesante. ¿Por qué estoy pensando en la tensión?

Basta, piensa en otra cosa. Seguro solo es cosa mía. Está siendo amable, solo amable.

¿Pero en qué pienso?

Abro un ojo, mantengo el otro cerrado para que piense que estoy dormida. Estar en la celda cerca de él me estaba consumiendo, ¡ay ya, no me interesa! Pienso en los pinos altos que vamos dejando atrás mientras el coche recorre una carretera de la montaña. Debo concentrarme en otras cosas.

Que vergüenza, él está bien vestido, huele increíblemente bien.

Y yo me parezco al ogro de Shrek.

Apuesto que le he manchado de tierra el asiento de la carrocería, el coche se ve demasiado lujoso y después va a ser un problema deshacerse de toda la suciedad que llevo en mi cuerpo y se pega a la piel del asiento.

—Lo siento —murmuro, casi más para mi que para el mundo.

No me atrevo a mirarlo, observo las casitas del pueblo que se ven como hormigas desde aquí arriba. Todo el bosque es una espesura verde, con toques de colores vivos que da las flores que adornan la tierra.

—No te disculpes, Stella.

Su voz vibra dentro de mí junto con todo mi ser.

—Debo oler horrible, lo siento. Te manché tu coche que se ve hermoso, pero no te preocupes porque lo limpiaré y no pararé hasta que quede brillando —comento algo nerviosa.

Cuando giro la cabeza para observar su expresión, me lo encuentro sonriendo de lado.

—¿Vas a limpiarlo desnuda? —pregunta curioso.

La sangre se va de mi rostro y me quedo blanca como un fantasma.

—¿Qué...? —susurro –. ¿Por qué desnuda?

Ensancha su sonrisa mientras gira el volante para girar la próxima curva, sus músculos se marcan en la camiseta y aprieta sus dedos en el volante.

—Si limpias mi coche desnuda, con espectáculo incluido, aceptaré tu propuesta —me explica.

—No voy a hacer eso.

—Eso pensaba.

Frunzo el ceño porque no entiendo nada. Me aprieto la chaqueta de Killian contra mi, su olor vuelve a ingresar en mis fosas nasales para alterarme la cordura. Carraspeo un poco.

—Qué seas amigo de mi padre no te da derecho a hacer bromas sexuales conmigo —suelto de repente.

—Lo tengo presente, princesa. Sabía que jamás bailarías desnuda limpiando mi coche, así que por eso lo mencioné. Para que se te quite la estupida idea. No vienes a mi casa para ser una empleada —enuncia muy tranquilo y escondiendo una sonrisa —. El asiento no se ve tan mal con esas manchas, es una decoración...Diferente.

—Deja de decirme princesa o te golpearé. Me molesta.

Eso se sorprende por la manera en la que alza sus cejas y me observa con diversión.

—¿Dónde me vas a golpear, hermosa?

—En la cara. Muy duro, soy fuerte, te puedo romper un ojo.

—¿Si me rompes un ojo entonces como voy a verte? Rómpeme los labios mejor, así mantienes mi boca controlada de bromas sexuales.

—Me verías por el otro ojo, estúpido.

—Soy el príncipe azul que te salva, te saca de esa celda maloliente, te escucha y te intenta proteger, ¿y solo recibo malas palabras? —cuestiona él fingiendo pena —. Que depresión, princesa. Dame un beso como regalo por lo menos.

Le pongo cara mala y de asco.

—¿Crees que con mi aspecto parezco una princesa? —pregunto señalando mi look de hoy.

Se moja los labios sopesando la respuesta:

—Por supuesto, representarías de maravilla a la princesa ogra.

Se me escapa una risita traicionera.

—¡Oye! —le chillo molesta.

—¿Qué? Sería eternamente feliz con un beso de la ogra.

–Qué loco eres, Killian.

—Y tú que bonita.

Quito la mirada porque me estoy sonrojando como una tonta, menos mal que debido a la tierra seca de mi rostro, eso no se nota. No puedo dejar que él me afecte así, seguramente tenga su vida, solo me hace caso porque estoy arruinada y siente pena.

La conversación con Killian me da tranquilidad, me hace olvidarme de todo lo malo que me ha sucedido y no tener una pena terrible en el corazón. Pero como eso no es eterno, después de unos minutos las imágenes del caos vuelven a venir a mi mente. Trago saliva porque las lágrimas se arremolinan, no quiero llorar ahora.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.