Luna Maldita

Capítulo 15

Si quieren un maratón, comenten muchísimo. Es de agradecer y me motivará a escribir más.


 


 

KILLIAN


 

El cuerpo inerte de Stella permanece muy débil en su cama, llega a mi mente constantes fogonazos de rabia. Intento controlar mi impulsividad, porque si fuera por mi, ahora mismo estaría despedazando a todas esas personas de la manada que dejaron a Stella dentro de esa casa en llamas y no lo ayudaron.

Su cabello está un poco sucio, lleno de cenizas. Las empleadas la limpiaron lo mejor que pudieron, antes de que llegara el doctor de los humanos. Alzando uno de sus mechones rubios encenizados y chamuscado, lo acarició con mi pulgar.

Su rostro de mantiene serio, no tiene indicios de que vaya a despertarse pronto.

Y estoy aterrado.

No puedo perderla.

—¿Sus heridas son muy graves? —le pregunto al doctor.

Hace cinco minutos que ha dejado de examinarla, está guardando sus herramientas.

—No, Alfa. Le va a doler las heridas, porque las llamas alcanzaron mucha parte de su piel. Pero por lo que examiné, las heridas no llegaron a sobrepasar ni la primera capa de la piel.

—Está embarazada, ¿lo perderá?

El doctor mira a Stella con pena, y después me devuelve la mirada.

—No está claro. Los humanos son muy delicados, más las mujeres en cinta. Perdió mucha sangre e inhaló mucho humo que perjudicara al feto, solo la Diosa nos dará una respuesta.

Recoge sus cosas, se marcha en silencio por la puerta. La habitación de Stella se mantiene en un silencio que me incomoda, las cortinas están echadas y una fina línea de luz entra en la estancia.

Observo nuevamente a Stella, las puntas de su cabello están chamuscadas. Su largo cabello rubio encenizado. Tiene una quemadura en la mejilla, una en el cuello y un par más en los hombros junto con una horrible cicatriz en sus brazos. Aún recuerdo los cristales fundidos en su piel.

—Princesa mía, no me dejes solo ahora que te tengo.

Trago saliva.

Mandaré a quemar a Livinia por dejarla sola en el pueblo. No debió dejar que ella entrara en esa casa ni salvara a esa niña. Pero lo hizo, mi mujer salvó a una integrante de mi mañana y ahora está sufriendo las consecuencias.

Me paso las manos por la cabeza, mis nervios están ahora mismo en un completo caos, necesito correr un poco en forma de lobo para aliviar mi ansiedad. Evitar todo el caos que intenta derribarme ahora. No puedo verla así, tan vulnerable. Ha pasado por mil cosas, y parece que su desgracia no se detiene.

Se multiplica.

Se expande.

Diablo, qué mierda tiene el destino para ella. Sea lo que sea estoy dispuesto a ser el guerrero que destierra a todo aquel que le desee mala suerte.

Un objeto se apreta en el bolsillo de mi pantalón, se trata de una caja pequeña que guardé y se me olvidó que estaba ahí con todo lo que ha pasado. Desplazo mi mano por el lugar, sacando la caja y la observo suspirando. Es pequeña y aterciopelada, de un color rosado pálido.

Abro la caja para observan el brillante anillo de plata, con un corazón de cristal de cuarzo en el dentro. Lo sostengo en mis dedos unos minutos, después acaricio la mano de mi bella durmiente y se lo introduzco lentamente en su dedo anular.

Un anillo de compromiso que compré para pedirle matrimonio formalmente.

—Esto es para ti, princesa.

Me sale una sonrisa amarga, sé que no me escucha y que estamos enfadados, pero el corazón se me sale del pecho.

Un hombre lobo necesita a su hembra.

—Porque nacimos para estar unidos. Sea cual sea el destino.


 

☾ ☾ ☾


 

STELLA


 

Las llamas me aterrorizan.

Siento cada flama deslizarse por mi piel, arrasando a su paso y consumiendo mi dolor.

El humo se aferra a mi garganta, intenta asfixiarme y lucho.

Intento luchar.

Entonces abro los ojos de nuevo, todo lo que había sentido se esfuma en mis ojos. Ya no siento nada, no siento dolor. Todo se ha borrado de mi sistema. No siento miedo. Solo paz, una paz tranquilizadora. Mis músculos están relajados.

Doy una bocanada de aire del que casi me es arrebatado.

Abro los ojos, lo primero que me encuentro es que estoy en mi dormitorio en el palacio. Mis ojos están un poco borrosos, así que me llevo las manos hasta ellos para restregarlos. Mis brazos tiene cintas que los rodean, me tira la piel de debajo de ello. Ahí fue donde me corté con el cristal.

Me extraña ver una maraña de cabello negro en mi regazo, estoy tumbada pero la persona me agarra de la cintura y duerme plácidamente. Se me dispara las pulsaciones cuando descubro que es Killian. Su mejilla está depositada en mi vientre. 

—Casi muero por la espera. Por fin estás despierta —dice aún con los ojos cerrados.

—¿Qué haces aquí?

Él.

Él me salvó.

—Tratando de recuperar a mi princesa.

Se incorpora en el sillón aterciopelado que tiene delante de mi cama. Me cuesta enfocarle con mi vista porque mis ojos aún están dañados de todo el humo tóxico estuvo en el ambiente. Recuerdo como ayudaron a la niña para sacarla de la casa en llamas, pero a mi me ignoraron como si mi vida no valiera nada. Una ráfaga de pena me aborda.

—Pensé que después de nuestra discursion no querías saber nada de mí —mi voz es clara, aunque me duela la garganta.

Inhalé tanto humo, que siento mis cuerdas vocales sufrir y quemarse cuando digo alguna palabra.

Fueron unos minutos agónicos.

Pero valieron la pena porque aquella niña esta ahora con su madre y a salvo.

—Dije que no quería verte, pero eso no significa que no quiera saber nada de ti. Querías espacio, así que te lo di —se encoje de hombros.




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