Luna Maldita

Capítulo 20

Holii, volví al fin. No sé si están todavía interesados en está historia, pero estaré continuandola, mi trabajo ya acabó y puedo poner toda mi atención aquí. Cuando abrí la historia de nuevo para escribir hasta lloré por la emoción, echaba mucho de menos este mundo.
STELLA

La mañana siguiente estoy en el jardín del hospital de la manada. Es un cuadrado, lo bastante grande para no sentirte apresado, decorado por arboles grandes, arbustos robustos y flores rosas silvestres que llenan de color. Este espacio no tiene salida al exterior, desde mi lugar en el pequeño banco de mármol puedo ver las ventanas de todos los pisos que enfocan aquí. Hay algunos pacientes que pasean y toman el aire.

Es extraño ver a adultos licántropos, porque la mayoría no se enferman. Pero la epidemia no solo ataca a los más pequeños.

Esto no es contagioso.

Para mí, que soy humana.

Me encuentro tranquila, con la rana de peluche que me regaló Killian entre mis manos cuando una anciana delgada y torpe, toma asiento junto a mí.

—Así que tu eres la humana que protege nuestro Alfa.

—Así es.

Palmea mi rodilla con dulzura.

—Que lástima que vuestro amor vaya a dudar tan poco —comenta decaída, su buen humor se disipa.

No quiero ser grosera con esta señora, pero no entiendo porque se tiene que acercar para recordarme mi miseria.

—¿Por qué lo dice? —intento sonar amable.

La anciana suspira.

—Los matrimonios entre lobo y humanos no están permitidos por el gobierno. Y, además, mi Alfa tiene a su alma gemela destinado a él, y me temo que no eres tú.

Me empiezo a sentir un poco incomoda.

—¿Qué pasaría si la compañera de un Alfa fuera una humana?

—Oh, cariño. La Diosa Luna nunca elegiría a una humana cómo compañera destinada de un Alfa. El alma gemela de un lobo debe ser para toda la vida, ambos estarán juntos para amarse, venerarse y formar un amor puro y una familia unida. Por eso debe ser de su misma raza.

No puedo evitar pensar que soy la compañera de Killian, pero parece que el mundo piensa otra cosa.

—¿Estás embarazada de mi Alfa? —pregunta, observando mi vientre un poco abultado.

No sé si decirle la verdad o mentirle.

—Eso es un asunto privado.

—Si es verdad que llevas a su primogénito en tu interior, la Diosa Luna te bendecirá, bella humana —me sonríe la anciana.

Mis hombros caen mientras la escucho, aprieto la rana de peluche contra mi vientre, y las lágrimas casi se desbordan de mis ojos. La anciana me observa atentamente acariciándome la espalda, brindándome algo de apoyo.

Pero, yo solo puedo pensar en que este hijo es de un bandido que tiene la sangre manchada, que es un asesino y violador. Aunque no quiera admitirlo, ningún Dios me va a bendecir por traer al mundo un hijo de un ser así.

Pero Killian va a encargarse de mi bebé cuando muera, y lo convertirá en una persona buena.

—¡Señora Sullivan!

Una enfermera aparece llamando a la anciana.

—Aquí está, la estaba buscando por todo el hospital —se cruza de brazos —. Es la hora para suministrarle su medicina.

La anciana se queja.

—Estoy hablando con mi amiga, ¿no me puedes buscar después?

La enfermera niega con la cabeza, se acerca ala anciana para ayudarla a ponerse de pie.

—Ya sabe que no.

Finjo una sonrisa cuando la anciana me lanza una mirada de despedida. Se acomoda su bata de hospital que es igual a la mía, y emprende camino hacia el interior por un sendero de piedra.

—¿Por qué hay tanto alboroto ahí fuera? —le escucho preguntar la anciana.

Se aleja muy despacio, así que puedo oírla.

Me concentro en el canto de los pájaros que se posan en las ramas aún húmedas por la lluvia. Por el cielo aún surcan nubes grises que desean explotar y llenarlo todo de agua.

—La prometida del Alfa ha llegado a la manada, ¡y está aquí! Dice que viene buscando a la humana, está furiosa, incluso se le escapa el polvo de hadas por las orejas.

¿Amber Fenlon está aquí?

Supongo que ya es hora de conocerla, después de todo es un interrogante molesto en mi vida que desearé con mucho gusto conocer para mandarla al diablo. No escucho la conversación de nadie más, si desea conocerme va ha hacerlo, no me interesa esperar.

Me levanto del banco de mármol, con la mala suerte de que mi pie izquierdo aterriza en un charco de lodo que hay entre el sendero de piedras. Observo mi zapatilla de lana blanca hecha un estropicio, sucia y húmeda. Genial, ahora tengo una blanca nuclear y la otra marrón. Lo mío es ir a la moda.

Comienzo a caminar hasta la habitación, la brisa helada me golpea mientras avanzo y entro al hospital. Todos están trabajando así que nadie repara en mí. Supongo que ya se han acostumbrado a tenerme aquí, cosa que agradezco porque ya estaba un poco harta de ser la novedad que todos quieren juzgar.

Me cuelo en el pasillo donde está mi habitación, estoy absorta en mis pensamientos, con la rana en mis manos sonrío cuando miro hacia abajo y parece que me devuelve la mirada con ojos de peluche tan saltones.

—Protégeme de esa hada, ranita.

Vuelvo a mirar hacia el frente para entrar en mi habitación, pero hay un cuerpo femenino que bloquea la entrada. La mujer tiene tacones altos, lleva las piernas al aire hasta las rodillas, un vestido elegante beige, joyas de perlas, un maquillaje impecable y unos rizos rubios bien cuidados y entrelazados en un moño, no como los míos que son un caos.

—¿Quién eres? —pregunto con una sonrisa.

La alegría se detiene cuando veo la brillante corona de oro en la cima de su moño.

—¿No te enseñaron modales? Muestra tu respeto, soy una princesa y futura Luna de esta manada.

Mi flujo sanguíneo se hiela, su mirada es tan penetrante y dura.

—No de mi reino, déjame pasar, estoy cansada.

No puedo creer que mis palabras se escuchen tan claras. Esta mujer tiene un rostro angelical, pero sus ojos son crueles.




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