STELLA
Los nervios empiezan a producir picazón en toda la piel de mi cuerpo. Me quiero rascar hasta quitarme cada pedazo de piel que me pica.
Siento sus miradas penetrantes en mi cabeza, seguramente me estén juzgando cruelmente en sus mentes. Están aquí han venido en el peor momento. La familia de Killian aparece en el salón contiguo a su habitación privada, porque sí, él tiene un dormitorio enorme equipado con áreas para asearse, divertirse y descansar.
—¿Por qué hay una lunática con una bata de hospital en la alcoba de mi hijo? —es lo primero que pregunta su padre cuando ingresa en el salón —. ¿Quién es esta mujer?
Parece enfadado, este señor tiene un aspecto rudo. Vestido con un traje chaqueta negro, tiene un escudo de un lobo de oro en la solapa de su chaqueta. Su cabello es negro como Killian, sus facciones similares, pero algo más arrugadas ya. Me observa desde arriba como si fuera una insignificante hormiga. No hay duda, él es su padre. Ese porte feroz solo ha podido heredarlo de este hombre.
Angelica, la prima de Killian, está sentada en otro sillón lejos de mí. Aún no le caigo especialmente bien. Tiene una sonrisa juguetona, no lo entiendo, su primo está detrás de esa puerta debatiéndose entre la vida y la muerte. Y aun se atreve a verse osada.
Cómo nadie salga a decirme lo que está pasando en esa habitación, voy a arrancarla a patadas.
—Yo... —me callo. Cuando hay personas que no conozco, me cuesta bastante decir algo. Es como si las palabras se quedaran atoradas en mi garganta.
Angelica se levanta para saludar al señor Wolf, pero este hace una pequeña reverencia.
La falda del vestido lila que lleva puesto hace ondas. Su vestido es divino, a pesar de que ella tenga un humor horrendo, su estilismo está bien cuidado y es hermosa, pero su expresión permanece seria y le afea el rostro. Siempre lleva una tirana en su cabeza, no me extraña porque es la hermana del príncipe Devon.
—Es ella, tío Tieran —explica vagamente, parece que se divierte con la situación.
Sus hermanas avanzan por la habitación, escudriñándome con descaro. Cuando se acercan puedo distinguir que hay una cosa que las diferencia, una tiene los ojos azules y la otra negros como el carbón. Las dos visten exactamente igual, vestido corto de colores pálidos que llega hasta las rodillas, joyas carísimas que portan en sus cuellos, orejas y dedos.
Esas joyas son de las minas del Reino de Vampyr, hace poco que los hombres lobo ganaron una guerra contra los vampiros, se apropiaron de las minas del norte, y explotan a todos esos chupa sangres por las noches, ya que en los días no pueden salir. La luz del sol los hace débiles, se convierten en polvo.
Angelica se desplaza para hablar con el resto de la familia. La madre hace le reverencia y sus hijas también, ella tiene un nivel superior en la jerarquía de la familia. Y disfruta eso, a veces me parece perversa.
—¿Ella? —pregunta la de ojos azules asombrada, se inclina para inspeccionarme.
Me estoy empezando a sentir un poco acosada.
—¿Cómo va a ser ella? —cuestiona la otra hermana, me echa una mirada del demonio —. Pero si es una humana y tiene más mugre que las vacas. ¡Apesta a humana! Cómo mierda va a soportar mi hermano ese olor.
Eso me ofende, claro que tengo tierra pegada al cuerpo y mal olor. Pero porque estuve huyendo, hacía mal tiempo y me quedé dormida entre las ramas de un gran árbol. ¡Cómo quiere que esté! ¡Reluciente y oliendo a rosas cómo ella!
—Angelica, ya la broma estuvo buena. Dinos la verdad —articula esa gemela ofensiva.
Angelica levanta el cuello como un cisne y se pavonea por el espacio.
—Está es la verdad. Está mujer es la compañera predestinada de Killian. Qué linda historia de amor, ¿verdad? Solo esperen que él les cuente cómo la encontró y qué hizó después. El final va a estar aún más bueno.
Tengo a toda su familia rodeándome en el sillón, en un semicírculo de personas con los ojos de par en par y la boca abierta. Me empiezo a sentir intimidada, pero de verdad, estás personas se ven con un alto nivel económico. Sus ropas muy costosas, puedo notar el tipo de telas con las que están construidas. Y los diseños, seguramente sea de un diseñador con renombre. Después de todo ellos son miembros de la realeza. Tienen educación, bienes poderosos. Princesa, duque y duquesas.
—¿Y Amber? —pregunta otra vez su padre, parece muy confundido. No está entendido nada el pobre señor —. ¿Qué pasó con esa mujer, por la Diosa? No entiendo que tiene mi hijo en la cabeza.
—La envió fuera del palacio y anuló el compromiso —afirma Angelica mordiéndose los labios por la risa —. Quién iba a decir que tendríamos a una humana en la familia.
Su padre se lleva las manos a la cabeza, es notable que esta irritado y que no le gusta la idea.
—Ese muchacho se está ganando que lo manden al Juicio y lo descuarticen —expresa con el enfado contenido —. Se piensa que es el dueño del mundo.
—Bueno. En realidad, nos estamos conociendo.
Intento sonreír, pero me sale una mueca rara. Esto es muy incómodo, jamás pensé que conocería a la familia de mi futuro esposo así. Ni que toda nuestra unión tendría tantos problemas.
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Editado: 02.12.2024