Luna Maldita

Capítulo 23

Un calor sofocante me asfixia cuando respiro. Intento moverme, pero una roca caliente está pegada contra mí. Una sonrisa socarrona se dibuja en mi rostro, tengo los ojos cerrados. Su brazo imponente se tuerce envolviendo mi cintura. Soy tan diminuta a su lado, que toda la extremidad se nota grande, dura, invasiva. Su intensa mirada me fulmina, lo noto, aunque no haya abierto los ojos.

—¿He babeado mucho? —cuestiono tímida.

—No. Las babas son mías —responde.

—Normal, eres medio perro.

Se me escapa una medio risita.

—La chica que deseo está desnuda en mi cama.

—¿Y qué pasa?

Estoy arropada con las mantas de la cama, no puede ver mi desnudez, pero si sentirla, como yo también siento su brazo musculoso rodearme, así que puedo sentir el contacto vertiginoso de su piel bien formada. Casi se me va la respiración por pensarlo demasiado.

Ya no hay rastro de ese lobo.

Ni su pelaje suave y espeso.

Solo la dureza y calidez de su cuerpo de guerrero Alfa.

—¿En serio me preguntas que pasa? —pregunta con una ceja levantada.

—Mmm sí. ¿Te sientes mal con eso? Me puedo ir y vestir...

La mano de Killian viaja por las curvas de mis caderas con dirección a mi trasero, formando un camino de llamas imparables.

—¿Puedo tocar? —su voz sale tan ronca que me estremezco.

Asiento.

En ese momento abro los ojos, sus manos están firmes en mis caderas. Estamos a una distancia normal, mis piernas encogidas en posición fetal y nuestras rodillas chocándose. Usa una mano para subirla a la curva de mi abdomen, cada sensación que me produce es irreal.

Él también está desnudo. Las alarmas se activan en mi cabeza, haciendo un caos que no puedo controlar. En serio, no puedo controlarlo. Lucho con todas mis fuerzas, porque quiero huir por unos segundos. Pero su mirada cálida y sus caricias en mi vientre me encadenan en la cama.

No siento miedo, es porque no puedo controlar este deseo que se instala por cada célula de mi ser. Me quiero lanzar a él y devorarlo como si fuera una licántropa hambrienta y el un delicioso conejito.

—¿Cómo te sientes? Me asusté mucho después de que te atacaran, no entiendo por qué lo hicieron.

—Estaría mucho mejor si me dejas de huir de mi —acerca sus labios peligrosos a mi oído. —Jamás tuve a una mujer tan hermosa en mi cama.

—¿Has tenido muchas?

—Solo a ti.

—Si me mientes te voy a patear.

—¿Las pelotas?

—Sí.

—Si me las fastidias no te voy a poder llenar de bebés más tarde.

Me atraganto con la tremenda carcajada que se retira de mis labios. Le pego con la mano en el pecho juguetonamente riendo por sus ocurrencias. Killian sigue mi juego, que termina en una batalla, una que consiste en que yo doy palmaditas en su torso fornido y él arremete contra las cosquillas de mi espalda.

Cuando me doy cuenta, el guerrero licántropo de casi dos metros está encima de mi cuerpo, removiéndose y sonriendo como un demonio. Noto como su miembro duro pincha mi vientre, mis caderas, mis músculos... Me voy a morir si esa cosa monstruosa me penetra. Mi respiración se corta, dejo de reírme para soltar un gemido. Después otro. Otro más. Killian se da cuenta, detiene sus movimientos asustados.

Mis piernas se acomodan para él, dándole vía libre para que su miembro se mientras rodeo su cintura y lo atraigo más a mí con mis piernas.

—¿Estás abriendo piernas para que te folle ese lindo coño? —sus círculos miel se lanzan en mi mirada como flechas venenosas.

—Tu cosa está dura.

Killian esboza una sonrisa pícara.

—Por tu culpa.

Mis mejillas se tiñen de rojo, desvío la mirada porque me da vergüenza. El parece en entenderlo porque se baja de encima mía. Se culpa al lado de mi cuerpo con un gruñido. Por un momento siento decepción, pero un segundo después sus manos vuelven a la carga, me sostiene de debajo de las piernas y me sube a su pecho mientras su cuerpo permanece tumbado. Me despoja de toda sábana que tape mi cuerpo, me observa con esos ojos devoradores cada parte de mi piel desnuda.

—¿Qué estás haciendo, Killian? —pregunto excitada.

Me ha sentado encima de sus abdominales, mi centro palpita del placer cuando me restriego y me encuentro con la dureza de sus músculos. Gimo de placer, bastante bajito porque la vergüenza me impide chillar que es lo que me produce.

—Tengo hambre, y voy a aprovechar mi desayuno delicioso.

Sus dedos presionan mi cintura, no entiendo lo que quiere hacer, me conduce cerca de su cara. Siento un poco de temor ya que mi centro está a escasos centímetros de sus labios, pero no de detiene en ningún momento, me apresa las nalgas y dirige mi zona íntima hasta su boca. Ahora me sienta en su boca. Oh por dios.

La respiración de Killian ahí abajo es demasiado abrumadora. Sus besos no tardan en llegar, me estremezco por las oleadas de cosquillas placenteras que me regalan cuando mueve sus labios contra mí. Su lengua se desplaza descaradamente por mi vagina húmeda, es extraño, la sensación es tan rara. Pero me termina gustando. Recoge mis fluidos con su lengua, estimula mi clitoris con la punta y termino chillando por el placer, pongo mis manos en mi boca para callar el escándalo.




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