Luna Maldita

Capítulo 28

STELLA

Esto tiene que ser una pesadilla. No pueden condenarlo sin tener pruebas, se supone que el reino Lycan es un lugar civilizado. Él no ha hecho nada malo, Killian no me ha embarazado y no es justo que vaya a pagar por algo que no hizo. Si alguien tiene la culpa, esa soy yo. No debí acercarme a él, no debí huir. Solo escapar. Porque ahora lo van a matar por mi culpa.

Un dolor agónico se aproxima en mi pecho, expandiéndose por todo mi sistema.
Esta ley es tan absurda, tan solo no pueden matar a alguien porque se enamore de otra persona distinta a su especie.

Tan solo no es justo.

—Esto tiene que parar, señor Wolf. Por favor, tiene que hacer algo. Su hijo no hizo nada —le susurró al padre de Killian.

Pero parece que ha desconectado de la vida.

Sus ojos dorados observan el alto balcón donde se asoma ese estúpido rey. Tengo entendido que el líder de los lobos es el hermano del padre de Killian, entonces ese tirano va a condenar a su propio sobrino.

Esto es una locura.

Una locura que necesito para en este momento.

Mi cuerpo se hiela con la proclamación, el salón se convierte en un lugar sin sonido. La música se ha detenido. Las personas ya no cuchichean. Curioseo para buscar al príncipe, lo encuentro con sorprendido hablando con su hermana Angélica, que parece que no le ha sentado muy bien la noticia. La pelinegra tiene las cejas levantadas, y le reclama a su hermano.

Mientras tanto, por las elegantes escaleras de mármol se dejan ver unos soldados con reteniendo el cuerpo de Killian. Lo tienen aprisionado con cadenas de acero, su cuerpo está completamente rodeado de cadenas impidiéndole cualquier movimiento y su rostro se plasma la agonía absoluta.

—Ahí está —sentenció y frunzo mis cejas —. ¿Por qué no se convierte? Podría huir de ellos y escapar. Sé qué es un licántropo fuerte.

El padre de Killian me pone una mano en el hombro, me presiona para que empiece a andar al lugar que él quiere llevarme.

—La fuerza de mi hijo es insuperable, es un licántropo especial. Pero cualquier licántropo pierde su poder si lo encarcelan con cadenas de acero puro. Es imposible que su magia explote en la condición en la que lo tienen.

—Tenemos que hacer algo —dictamino con fiereza.

—¿Y qué podríamos hacer? —grita él.

Este hombre parece desesperado, como si estuviera entra la espada y la pared, sin oportunidad de elegir una elección acertada.

—Si no lo hace usted, entonces yo lo haré.

Si nadie es capaz de moverse, yo lo haré. Después de todo no tengo miedo a lo que pueda pasar. He pasado por cosas horribles, plantarle cara a ese rey tirano debe ser el menor de mis miedos.

—¿Dónde vas? Quédate quieta, niña. Vas a empeorarlo todo.

—¡Si no hacemos nada lo van a matar! —susurró irritada.

Me aproximo hasta el arco del balcón donde está instalado ese rey, con su tiranía destilando desde lo más profundo de su corazón. Todo el mundo está paralizado, no saben que hacer, así que se mantienen alerta. Los pasos de mis tacones estallan furiosos en las baldosas, me detengo debajo del balcón. Donde ese licántropo puede oírme.

Capto su atención enseguida.

—¿También quieres un castigo humana? —pregunta de manera burlona.

Silencio.

Las respiraciones colapsan en el ambiente, estoy a punto de morirme asfixiada porque me pongo tan nerviosa que me olvido de respirar. Los ojos del rey Levi tiran puro oído.

—Quiero hablar con usted, alteza.

—No.

—Si alguien merece ser castigada soy yo.

El rey Levi suelta una carcajada peligrosa.

—Tu castigo es parir a un lobo. Estás destinada a morir, escoria. Espero que sea pronto.

Las cadenas que retienen a Killian se zarandean haciendo ruido, los gruñidos y los jadeos llegan a mis oídos cuando Killian está caminando sobre el pasillo en dirección a la puerta que conduce a los jardines de palacio. Algunas personas ya se están moviendo para ir detrás de ellos.

Comienzo un juego de miradas con el rey, si piensa que va a hacerme bajar la mirada, está equivocado. Tengo demasiado orgullo acumulado sin exponer. Mi rabia me da fuerzas para convertirme visiblemente en su rival. Aunque sea una humana insignificante y una escoria como ellos dicen.

—El hijo no es suyo. No hay nada entre nosotros —confieso.

—Eso una falacia.

—¡No lo es! No estoy mintiendo. Killian no tuvo relaciones sexuales conmigo —grito para aclararlo —. ¡Tiene que escucharme!

El príncipe Devon se agita de la emoción a mi lado.

—Padre eso lo cambia todo. Es tu sobrino, podrías darle la oportunidad y ejecutar un juicio antes de un castigo.

Nos ignora.

Y entonces mi ira se desata.

Me harta que las personas no escuchen porque su posición social hace que piensen que son mejores que los que están abajo. Este rey no es mejor que yo por tener magia y poderes que pueden matarme en segundos.

El enojo me ciega completamente, ni siquiera soy consciente de la fuerza en la que me aparto del príncipe Devon. Todo pasa tan rápido. Su cuerpo se estrella en un pilar de mármol. El pilar se hace pedazos, se parte en dos haciendo que el balcón pierda un eje principal y se derrumbe, el rey junto a él. Entonces todo se tuerce. La oscuridad se apodera de mis ojos, de mi cordura, de mi fuerza.

Los soldados se alinean alrededor de mi para darme caza. Las palmas de mis manos empiezan a vibrar, la extiendo en dirección al suelo donde la energía se eleva. Las sombras oscuras que estaban tranquilas en las esquinas del salón se proyectan hacia mí, envolviendo mi cuerpo. Llenándome de una energía magnética que me revitaliza y me hace sentir más fuerza.

Mis sombras roban la luz que habita en el castillo. Todo queda una penumbra. Los hombres lobos intentan escapar, otros aúllan y se quedan paralizados por la sorpresa.

Entonces el verdadero caos comienza.

Engendros oscuros se elevan en el aire, atrapando a los hombres lobo con sus sombras que se meten en sus corazones y les quita las vidas. Fijo la mirada en una sombra, le pido que proteja a la familia de Killian, a todos los hombres lobos buenos de alma, y que destruya a los de corazón perverso.




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