Luna Maldita

Capítulo 29

KILLIAN

Stella ha muerto.

Mi pecho se llena de un vacío demoledor. Mi corazón detona en mi caja torácica en mil pedazos. Una tormenta de tristeza inunda mi mente, no puedo controlar las toneladas de pesar que me azotan el cuerpo. Todo pasó tan rápido esta noche, que no puedo asimilar los acontecimientos.

Primero la traición.

Después me arrebatan a mi alma gemela.

Cuando mis patas se detienen frente a la piedra lunar, todo el mundo que imaginé con Stella se cae al vacío. Los lobos están con su cabeza agachada mostrando su respeto, un silencio mortal flota en el aire. Mis huesos se rompen y vuelven a adoptar la forma humana. Camino desnudo hasta su cuerpo inerte, consumido por el esfuerzo.

Me quiero morir.

Entonces el llanto de un bebé hace que mi corazón vuelva a latir.

—Perdóname.

Mi mujer está abrazando a nuestro bebé, a pesar de que su vida ya no esté en su cuerpo, no ha dejado de abrazar al bebé.

Caigo de rodillas.

—Has hecho un buen trabajo, hermosa. Trajiste a la vida al bebé más hermoso que puede existir. Despiértate para que lo veas, mi amor —la garganta me arde, quiero comenzar a llorar —Despiértate para consolarlo.

Deposito un suave beso en la frente de Stella, aparto un mechón rubio de que rostro para poder examinar su palidez. Sus labios están grisáceos, mantiene los parpadeos cerrados. De su nariz hay un rastro de sangre reciente que desciende. De su boca aún sale sangre. Seguramente todos sus órganos estén explotados dentro de su cuerpo.

—No puedes hacerme esto, princesa.

Las lágrimas comienzan a bajar de mis ojos.

Un Alfa jamás llora. Jamás muestra sus emociones ante demás licántropos, que mierda me importa a mí, mi mujer está muerta y no he podido hacer nada.

Vi como estaba asustada.

Cómo llamó a esas sombras para salvarme.

Vi como salvó mi reino de leyes absurdas y de un tirano letal.

Dio su vida por mi bebé.

Porque sí, este es mi bebé.

Stella jamás lo supo, pero contraté a una bruja para que conectara el ADN del bebé con el mío. El bebé me aceptó, porque empezó a desechar la sangre paterna para que la bruja pudiera sustituirla con mis genes. Esto sucedió hace unas semanas. Nadie sabía nada. Con magia todo se puede hacer. Este recién nacido que llora, es mi hijo legítimo. Lleva mi sangre.

El rey Levi le llegaron estos rumores, así que me ordenó que tuviéramos una conversación en cuanto pisará su palacio. Pero era una vil trampa. Él no pretendía que yo le contara la verdad, simplemente iba a ajusticiarme por ignorar su ley absurda.

—Yo debía haber muerto, Stella, no tú. Por favor, vive. Vuelve conmigo, te lo suplico. No puedo vivir sin ti, mi amor. No puedo. Abre los ojos, necesito ver tu brillo en esos ojos azules como el mar. Necesito que me observes y me digas que estás bien, que vamos a criar a este bebé juntos.

No muestra signo de vida.

¿Qué voy a hacer ahora, Diosa Luna? ¿Porque has sido tan cruel y me la has quitado?

—Ya no hay villanos que nos impidan estar juntos —suelto con la voz dolida.

Deslizo mis manos por sus piernas y espaldas, la cargo en mis brazos con cuidado de que el bebé no se caiga. Aunque su alma ya no esté, es impresionante la fuerza con la que agarra aún al bebé. Me genera tanta ternura esta pequeña bola llorona.

—La muerte no va a conseguir alejarme de ti, ¿me escuchas? Te amo con mi vida. Te amo a cada aliento. Te amo hasta la muerte y la eternidad. La muerte no es suficiente para que nos separé. Tú no vas a estar muerta, Stella. Porque si te mueres yo me muero contigo.

🌙

Es su funeral.

Estoy teniendo una muerte lenta y agonizante.

En templo de la Diosa se reúne miles de personas para despedir el alma de mi princesa. La iglesia están decoradas de sus flores favoritas. Las peonias. En su altar de mármol hay flores de todos los colores, rosas, lilas, amarillas. El cadáver de Stella tiene una expresión neutra, sus cabellos largos rubios esparcidos a lo largo del altar se une con las flores.

Mi padre suspira con pesar.

—No entiendo por qué falleció. Si demostró que no era una humana común —murmura mi padre, él está conversando con mi madre —. Ella podía controlar a las sombras y los monstruos. ¿Por qué demonios no se salvó? ¿Ninguna de vosotras pudo ayudarla?

Le recrimina a mis hermanas Senna y Delilah. La primera está llorando, la segunda a pesar de su carácter rudo, está apenada.

—Las sombras no nos dejaban acercarnos a ella padre —comenta Sienna —. Yo la seguí cuando entró en el bosque, pero no pude convertirme en humana para ayudarla.

—¿Como pudo haberse muerto y dejar a mi hermano y sobrino así? —suelta Delilah —. No me caiga bien, pero merecía ser feliz.

Mi madre acuna a mi hijo, mientras sigo observando cada extremidad de mi princesa, con la esperanza de que vuelva a la vida.

—La Diosa Luna se la quiso llevar con ella —susurra mi madre.

Sienna se limpia los ojos llenos de intensas lágrimas.

—Nos regaló a este bebé tan lindo y se fue. Que desgracia.

Toda mi familia sobrevivió.

Menos el integrante más importante.

Ella.

Mi prima Angélica coloca un ramo de peonias rosas en el altar de Stella. Se mueve junto a mi lado, observándola al igual que yo.

—Te juro que intente protegerla.

—Yo debía haberla protegido. Y ahora está muerta.

El brazo que le arranco unos de los monstruos aún se está regenerando, lo tiene tapado con unas gasas y telas sanitarias. Me observa con cierta pena.

—¿Ya le has dicho a tu familia que tú también morirás?

—No es necesario. Ellos se hacen una idea.

—Mi hermano sostiene la idea de criar a vuestro cachorro, para convertirlo en el futuro rey del reino. En unos años.

Mi tiempo en vida se agota.

Un hombre lobo no puede estar sin su alma gemela, porque no puede vivir sin ella. Así que cuando alguno de los dos muere, el otro lentamente va apagándose hasta morir junto a su pareja. Existen métodos para ralentizar este proceso. Pero no tengo fuerzas para seguir viviendo. No tengo miedo. La muerte es un consuelo.




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