UN AMOR IMPOSIBLE
que acaba en boda
Un mes después...
STELLA
Una ardilla traviesa y hambrienta está devorando mi vestido de novia. ¡Mi vestido de novia! Le lanzo el zapato beige que debería estar ya colocado en mis pies, pero que utilizo como arma para sacar de mi vista a ese roedor no autorizado a estar en mi habitación. La ardilla corre disparada hacia la ventana abierta cuando el tacón aterriza en su lateral.
Mi puntería da asco.
—Te encontraré y me vengaré de ti, ¡estúpida! ¡Arruinaste mi vestido!—le grito enojada.
¿Qué demonios voy a hacer ahora? Me acerco para revisar mi vestido, encuentro huecos mordidos por las mangas y por el cuello. Lógicamente no me puedo poner esto para la celebración. No puedo llegar así. Estoy empezando a hiperventilar, mis nervios están al límite de explotar. Necesito controlarme.
Cierro la puertas de la ventana para que ningún animal vuelva a ingresar en mi espacio. La ansiedad me come el pecho, así que me tumbo en la cama king-size que compartimos Killian y yo. Observo el techo esperando que la respuesta ilumine mi mente. Algo para solucionar este inconveniente. Es muy importante que una novia vaya cómoda y se sienta preciosa en la boda. Es un momento único e importante. Casi mágico.
Killian y yo nos vamos a casar hoy.
Al fin.
Nuestro amor ganó.
Los Dioses ya no me molestan, pero su poder me desgasta cada día. Tanto física como mentalmente. Mi cuerpo humano tiene veinte años, puede que dure unos treinta más. No lo sé, el mínimo de vida de Killian es de 100 años. Sean los años que sean, serán los más bonitos de mi vida. Y buscaré a Killian cuando trascienda a la vida eterna.
Más allá de la eternidad.
Cuando me reúna con los dioses a pagar por mis pecados.
—¡Stella, la luna ya ha salido! ¡Es hora de empezar con la boda! ¡Ya está todo listo! —me avisa Angélica, la prima de Killian desde la puerta cerrada.
—Enseguida voy.
—¿Qué estás haciendo?
—¡Solo espera! ¡Dile al papá de Killian que espere.
—Mi tío está al borde del colapso —escucho como se recuesta a la puerta —. Ya sabes, no solo organizo esta boda, sino la de mi hermano. Aunque todavía no ha elegido a ninguna del concurso. Por cierto, Devon vendrá con todas las elegidas. ¿No es divertido? Habrá cámaras filmando cada paso que des, bueno o que de mi hermano. Y podremos juzgarlas a todas. ¿Crees que si le tiramos un vaso de agua a la sirena le salga la cola?
—¡Cariño, no seas malvada! —exclama la novia de Angélica, es una bruja muy bonita y amable. Se encuentran juntas detrás de la puerta esperándome.
Tengo que hacer algo con este vestido, me alejo de la cama y dejo que la pareja hable por su cuenta. Me movilizo rápidamente, voy hasta el despacho de diseño que está a conectado con nuestra habitación. Killian hizo reformas, ahora la cabaña tiene tres pisos, tenemos empleados, habitaciones varias: zona de gimnasio, un cuarto de juegos para Tyler, una oficina de patronaje, un despacho...
Con mi vestido entre los brazos, llego hasta la mesa con la máquina de coser. Lo extiendo en la mesa para tener a la vista todas las roturas. Voy a tener que quitar el cuello, lo dejaré con un corte estilo corazón con puntas para el pecho. Las mangas lisas roídas, las sustituyo por unas de tela de encaje. Las demás roturas las coso a mano, porque en la máquina se destrozaría la tela de encaje encaje.
Cuando me siento a gusto con el vestido de novia, no tardo en colocármelo. Me hecho un último vistazo en el gran espejo de mi tocador en la habitación. Mi velo está perfectamente situado, tengo un recogido de lado con mis ondas rubias largas. El collar de media luna en mi cuello que brilla. Un maquillaje sencillo.
Estoy lista.
Ansío este momento.
Abro la puerta, me encuentro con Angelica y su pareja, Valeria. Están peleando, pero sus bocas son selladas cuando se giran a observarme fascinadas. El vestido ha quedado más bonito que antes, al final voy a tener que darle las gracias a esa estúpida ardilla.
—¿Por qué me miráis así?
—¿Lo diseñaste tú? —pregunta Valeria.
Mis mejillas se tiñen de la vergüenza.
—Si —digo tímidamente.
Ella me sonríe haciéndose a un lado para que pueda seguir mi camino.
—Deberías abrir una boutique, estoy segura que tendrías mucha clientela. Las mujeres se matarían por ponerse un vestido parecido —me halaga Valeria.
Angélica se traga una carcajada.
—Ya tiene unas clientas, cariño. Alguien nos tiene que hacer nuestros vestidos de novias, ¿no? Ya se sabe lo que dicen, después de una boda hay una tras otra.
—Cielito, así no se dice —se burla Valeria —. Pero no perdamos más tiempo, ¡Stella vas a llegar tarde a tu boda!
Aspiro el aire de la noche que se introduce por las ventanas, estoy nerviosa, las manos me sudan y la respiración no se controla. Angélica me tiende mi ramo de peonias, lo atrapo con gusto. Entonces las tres iniciamos el camino hacia las escaleras, soy cuidadosa en cada paso. Este vestido pesa mucho, no quiero torcerme un pie en mi boda.
Tieran Wolf, el papá de Killian, me espera al fina de las escaleras. Él fue el que tuvo la idea de llevarme al altar, a pesar de que el ambiente está un poco tenso con él, estoy segura de que poco a poco podré ganarme su cariño. Con el de toda la nación.
Algunos me odian.
Otro me adoran.
—Estas hermosa, Stella —suelta Tieran.
Le agradezco con una tímida sonrisa, acepto su mano y juntos caminamos hacia la salida al jardín donde está toda la celebración y los invitados. Cuando salgo al exterior, la luz de la luna baña mis facciones. El olor a tierra, hojas de pino y flores silvestres inundan mis fosas nasales.
Y sobre todo, huelo el aroma de mi hombre.
No puedo creer que este sueño vaya a hacerse realidad.