Hola soy Orlando, yo estudio y trabajo como todo mundo. Esta historia la iniciaré desde un día muy lejano de que pude sacar una de las incontables enseñanzas que da el día a día.
Estaba parado en la recepción de un hotel, lugar en el que trabajaba desde hacía ya 1 año, con un ardor terrible en el ano. Y me preguntaba: ¿Así se sentirá uno después que se tienen relaciones contranatura? Es decir, el placer vale las consecuencias o es que luego uno se acostumbra a esa fracción de masoquismo en su ser.
Últimamente escuchaba que las razones por las que se quejan de mi desempeño en el trabajo era por andar distraído, no estar atento a los pequeños detalles que desencadenan una bola de reclamos, nada, absolutamente nada se pasan por alto en un hotel. Mientras divagaba en mis pensamientos saltó una notificación de Tinder (solo para dar un Pick, que francamente hasta la fecha no sé para que servirá y me da flojera averiguar) no tenía de que quejarme, yo conocí a tres personas con sus peculiaridades hasta esa fecha por esa app, así fue que Ashly, Patricia y Yuly pasaron brevemente por mi vida. Y nuevamente absorto en mis ideas dejé de prestar atención a los reclamos y el tiempo me era indiferente porque la inquietud de saber que hacía Elizabeth en ese momento me consumía.
Pasada media hora desde que comencé esa ola de preguntas sin respuestas que no estas leyendo pero imagino que puedes inferir, me tocó salir de recepción con mi ardencia, para ir a la calle a buscar pernos no sé de que medida y eso que mi padre fue carpintero metálico, pero llamémosle soldador, para abreviar.
Curiosamente llegué a comprar esos pernos y me sorprendió lo primero que me pasó cuando llegué al frente de la estación de bomberos, y es que la vendedora a la que le hablé aunque los tenía a su costado y observandome a mi mirándolos, me dijo que no tenía... luego le recordé que estaban a su costado pero se negó a vendermelos porque estaba almorzando, (hija de su madre), ya quisiera decir eso yo y no preocuparme por mi puesto de trabajo.
Salí con un humor del carajo de esa tienda y llegué a otra, donde me atendió un venezolano que me juraba por sus hijos que si tenía los pernos pero, (¿que creen?), cuando los encontró me dijo algo que rayaba en la ironía, él no sabía su precio, no sabía el precio! Osea, que rayos le pasa a la gente que consigue el trabajo de ventas?! Y mintió cuando dijo que solo le habían encargado el puesto un momento hasta que termine de almorzar el dueño, asi que bueno...
Luego de que consultó, saqué un billete de 50 y solo tenía que cobrarse 4 y había un 99% de probabilidades de que dijera que no tenía cambio, no me vendería nada porque no saldría a buscar sencillo y se quedaría ahí, estático, sin hacer nada... y lo dijo, así que entendí que si uno quiere algo en estos tiempos tiene que conseguirlo sólo y muchas veces haciendo el trabajo de otros.