Madre en alquiler

Capítulo 4 - Chica torpe

El llanto de Ethan llena el penthouse como si fuera un estadio. Sus gritos rebotan en las paredes de mármol y el eco hace que todo parezca aún más caótico.

—Tranquilo, campeón —susurro, mientras intento colocarle el pañal nuevo. Mis manos, que en la oficina firman contratos millonarios sin temblar, ahora dudan frente a los cierres de velcro.

Ethan patea y suelta una carcajada, como si disfrutara verme sufrir.

—Marcus tenía razón, eres mi jefe más cruel —murmuro.

Como invocado, Marcus aparece desde la sala con una copa en mano.

—¿Sabes? Nunca pensé verte derrotado por un pañal.

—Cállate y pásame las toallitas —gruño, concentrado.

Él obedece, pero con una sonrisa burlona.

—Bueno... cuéntamelo todo. ¿Qué tal estuvo tu cita con Tatiana?

Resoplo, asegurando el pañal de una vez. Ethan me mira triunfante, como si supiera que ganó la batalla. Lo levanto en brazos y me dejo caer en el sillón.

—Un desastre.

Marcus arquea una ceja, entretenido.

—¿Desastre de esos que arruinan todo... o desastre de los que terminan siendo divertidos?

Lo pienso. La imagen de Tatiana empapada en vino, su risa quebrando la tensión, y la manera en que no se rindió ni un segundo me atraviesan la mente.

—...de los segundos —admito al fin.

Marcus da un sorbo a su copa y sonríe con suficiencia.

—Entonces, amigo, tienes problemas.

—No estoy buscando problemas —le corto de inmediato.

—No, claro que no —replica, con tono de burla—. Solo buscabas una esposa falsa, y resulta que te está gustando el casting.

—No me gusta —digo al fin, más seco de lo que pretendía.

Marcus se reclina en el sillón, divertido, mientras yo acomodo a Ethan en la cuna portátil.

—¿Cómo que no? Si hasta tu hijo parecía feliz bañándola en vino.

—Es una chica demasiado torpe —respondo, quitándome la corbata y dejándola sobre la mesa. El recuerdo de Tatiana riéndose con la copa encima me arranca una mueca. —Es modelo, ¿qué más se puede esperar? Superficial, distraída... no está hecha para esto.

Marcus arquea una ceja, cruzando los brazos.

—No subestimes a la gente, hermano. Esa "chica torpe" logró que te rieras en público. ¿Cuándo fue la última vez que lo hiciste?

Lo fulmino con la mirada.

—Necesito a alguien confiable, alguien que no me haga quedar en ridículo frente a mi familia.

—¿Y tú crees que existe alguien perfecto para eso? —Marcus se ríe y se levanta a servirse otra copa—. Vamos, Eleazar, deja de hacerte el ciego.

Me paso una mano por el cabello, frustrado.

—¿No habrá otra candidata? Tatiana... no me convence.

Marcus me observa con una sonrisa que me pone de mal humor.

—Claro, podemos buscar otra. Pero por la forma en que la miraste esta noche, dudo que quieras de verdad.

—Estás delirando —respondo cortante.

Marcus saca su celular del bolsillo y empieza a deslizar con el pulgar.

—Mira, ya que Tatiana no te convence... aquí hay otras candidatas.

Me pasa el teléfono. La primera foto es de una señora con un gato en brazos y un peinado estilo años setenta. La segunda, de una mujer que parece más interesada en la jardinería que en fingir ser esposa de un CEO.

Lo miro incrédulo.

—¿Estás de broma?

Marcus suelta una carcajada.

—Oye, nunca subestimes el poder de una buena abuelita. Son confiables, cocinan bien y seguro tu familia las amaría.

Cierro los ojos, exasperado, y le devuelvo el celular.

—Ay no, Marcus. Mejor me quedo con la modelo torpe.

Él sonríe con triunfo, como si hubiera estado esperando que dijera esas palabras.

—Sabía que lo dirías.

Marcus se sirve otra copa de vino y se deja caer en el sillón con esa sonrisa suya de "sé más que tú".

—La otra semana es la boda de tu primo.

Lo miro en silencio, acariciando la cabeza de Ethan mientras duerme.

—Tienes todos estos días para entrenarla —continúa Marcus, dando un sorbo pausado—, y asegurarte de que no diga alguna bobada frente a tu padre.

Frunzo el ceño. Solo de pensar en mi padre y en sus juicios implacables, el estómago se me revuelve.

—Perfecto —respondo con ironía—. Ahora, además de CEO y papá soltero, también tengo que ser entrenador de modelos torpes.

Marcus se ríe, encantado con mi malhumor.

—Exacto. Mucha suerte, amigo. La vas a necesitar.

Marcus se despide después de unos minutos, lanzando la típica broma de "ensaya tu sonrisa de esposo perfecto". La puerta se cierra detrás de él y la casa queda en silencio, salvo por la respiración suave de Ethan.

Enciendo la televisión buscando distraerme, pero termino navegando en YouTube hasta dar con el reality en el que Tatiana participó.

Le doy play.

Ahí está ella, en pasarela, caminando con una seguridad que jamás mostró esta noche. La cámara la adora, cada movimiento parece calculado, impecable. Cuando sonríe, no hay ni rastro de torpeza.

Me quedo boquiabierto.

—¿Cómo diablos no sigue en este mundo? —murmuro para mí mismo.

Sigo indagando sobre Tatiana. Entro a su Instagram y me sorprende lo básico que es. Para haber estado en un reality y tener el físico de una modelo, su perfil no llama la atención en absoluto. Fotos simples, casi sin producción, algunas selfies frente al espejo, otras de salidas con amigas, y unas cuantas de trabajos de hace tiempo.

Frunzo el ceño. —Con razón dice que no le está yendo bien... —murmuro, deslizando con el pulgar la pantalla.

Lo curioso es que, entre tanta foto plana, hay algo en su mirada que me atrapa. Una mezcla de dulzura y desafío que pocas veces se ve.

Sigo revisando, encontrando un par de comentarios de agencias pequeñas, pero nada de renombre. Se nota que se quedó estancada.

—Torpe en persona, pero en cámara... —me detengo en un video donde camina en pasarela con una seguridad impecable— es otra mujer.

Me reclino en el sofá, sin quitarle los ojos a la pantalla. Algo no me cuadra. ¿Cómo alguien con tanto potencial puede estar tan apagada ahora?




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