Madre en alquiler

Capítulo 6 - Mi esposo falso

Tatiana entra a la habitación con Ethan en brazos. Se ve nerviosa, incómoda, como si el simple hecho de estar aquí fuera un martirio.

—No tengo qué ponerme para dormir —murmura, evitando mirarme.

Me paso una mano por el cabello y respiro hondo. No puedo creer que esté lidiando con esto.

—Llamaré al chofer. Que vaya a tu apartamento y traiga tus cosas sin que mi padre vea.

Ella asiente con rapidez y, antes de que pueda agregar algo más, saca su celular y marca. La escucho hablar en voz baja con su mejor amiga.

—Chloe, empácame lo necesario... sí, ropa cómoda, maquillaje, lo que veas útil... ¿qué? ¡No, lencería sexy no, idiota! —dice, girándose hacia mí con las mejillas encendidas.

No puedo evitar sonreír. Ella me fulmina con la mirada.

—¿Te parece gracioso?

Me encojo de hombros.

—Un poco.

Tatiana me ignora y sigue dándole instrucciones a su amiga. Su voz llena la habitación, ligera y caótica, tan diferente al silencio ordenado al que estoy acostumbrado.

Mientras tanto, Ethan duerme en su cuna al lado de la cama. Por un momento, la escena parece... hogareña. Como si de verdad fuéramos una familia.

Nos sentamos en la cama, y el silencio pesa unos segundos hasta que me animo a hablar.

—Perdón si mi papá te hizo sentir incómoda —digo, bajando la mirada.

Ella me observa con calma, cruza las piernas y apoya las manos sobre ellas.

—Puedo lidiar con esto —responde con una media sonrisa, aunque en sus ojos todavía se nota la tensión del momento.

Después de media hora, el chofer llega con sus cosas y las deja en la habitación. Ella las acomoda rápido y luego me mira.

—¿Puedo darme un baño? —pregunta con naturalidad.

—Claro —respondo, señalando el baño.

Se encierra y yo me dejo caer en la cama, con las manos detrás de la cabeza. Mientras escucho el sonido del agua correr, pienso en lo raro que se siente todo. Agradable, en realidad. Es fácil estar con ella, porque tiene esa forma medio chistosa de decir las cosas que siempre me saca una sonrisa, aunque no lo admita en voz alta.

Cuando sale, el vapor la acompaña y el aroma a jabón llena la habitación. Lleva puesta una pijama de Victoria's Secret, ligera y femenina, y por un segundo me sorprendo observándola más de lo que debería.

Ella se acerca a la cama con toda la tranquilidad del mundo, toma las almohadas y empieza a ponerlas justo en el medio.

—¿Qué haces? —pregunto, arqueando una ceja.

—Una barrera —responde sin mirarme, muy seria—. Tú no me tocas y yo no te toco.

Nos acostamos. Ella acomoda la famosa "barrera de almohadas" y se acurruca de su lado, pero cuando me giro hacia ella escucho su voz suave romper el silencio.

—¿Puedo preguntarte algo?

—Hazlo —respondo sin pensarlo.

—¿Dónde está la mamá de Ethan? —su mirada es curiosa, pero también hay un dejo de ternura.

Trago saliva y suelto la verdad que casi nunca digo.

—Ni yo sé la respuesta. La dejó tirado en mi puerta... fue cosa de una noche.

Ella abre los ojos con sorpresa, luego baja la voz.

—Oh... pobrecito. Yo jamás haría algo así.

Por un momento me quedo viéndola. Esa naturalidad con la que lo dice... me hace pensar que quizás Ethan encontró en ella algo que yo no había podido darle.

Me quedo en silencio un par de segundos antes de soltar la pregunta que me da vueltas en la cabeza.

—¿Tú quieres hijos?

Ella gira un poco hacia mí, como si la barrera de almohadas no existiera.

—Sí, por supuesto —responde sin dudar—. Pero primero quiero tener estabilidad económica... y bueno, conseguir al papá. Porque la verdad es que no me gusta nadie.

Me río con ironía, aunque por dentro me sorprende su sinceridad.

—Directa, ¿eh?

—Siempre —contesta, encogiéndose de hombros.

Ella me mira con curiosidad y suelta la pregunta sin rodeos:

—¿Y a ti te gusta alguien?

—Para nada —respondo con frialdad—. Creo que no nací para eso.

Ella frunce el ceño, como si no estuviera de acuerdo.

—Todo el mundo nace para eso.

—Bueno... —suelto una risa seca— a nadie le gustaría salir con un padre soltero.

Se queda en silencio por un segundo y luego murmura, casi sin pensar:

—Yo no le veo problema.

Sus palabras me golpean de lleno. Ella misma parece caer en cuenta de lo que acaba de decir porque se muerde el labio y baja la mirada, callándose de inmediato.

Ella rompe el silencio acomodándose en su lado de la cama.

—Tu familia es... agradable? —pregunta con cautela.

—Algunos —respondo con honestidad.

—Oh, Dios... —suspira— espero que pueda soportar la presión.

Justo en ese momento, el llanto de Ethan invade la habitación. Me levanto de inmediato y lo cargo en brazos.

—¿Por qué llora? —me pregunta ella, con una mezcla de curiosidad y ternura.

—Creo que tiene dolor de estómago —respondo mientras lo balanceo suavemente.

—¿Y cómo lo sabes? —insiste, sorprendida.

La miro un instante y luego bajo la vista hacia mi hijo.

—Creo que es algo que he aprendido con estos meses —digo en voz baja, casi con orgullo escondido.

Ella sonríe levemente, como si acabara de descubrir una faceta mía que no esperaba.

Ella sonríe levemente, pero al ver que sigo caminando de un lado a otro con Ethan en brazos, se incorpora en la cama.

—Dámelo —me dice, extendiendo los brazos.

—¿Estás segura? —pregunto, arqueando una ceja.

—Claro, no debe ser tan complicado... —responde con más seguridad de la que debería.

Se levanta y toma al bebé, pero apenas lo tiene contra su hombro, Ethan suelta un pequeño eructo que mancha su pijama de Victoria's Secret.

—¡Ay, nooo! —exclama ella, mirándose la tela manchada.

Yo no puedo evitar soltar una carcajada.

—Bienvenida a la vida real de ser madre.

Tatiana frunce el ceño, pero luego también ríe.

—Bueno, al menos ya no tengo que preocuparme por lucir sexy frente a ti... con esto quedé arruinada.




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