Mañana te Olvidaré

Capítulo VII

(Narrador)

 

“Llovía, arrastrando el agua pensamientos que se desprendieron de cada mente que no tuvo el valor de trasformarlas en palabras. Estaban negadas y condenadas a desaparecer bajo la voluntad del silencio. ¿Adónde iría tal cantidad de reflexiones? Quizá al océano de los olvidos, de las imposibilidades y las desesperanzas, como cada cosa a la que jamás se le dio la oportunidad de ser.”

 

Vanessa se dirigió a su asiento luego de leer, evitando mirar o hablar con nadie. La hora de literatura apenas iniciaba y era el día en que la lcda. Carpio pediría a todos que expusieran las poesías libres que había mandado elaborar durante la clase anterior. En el ambiente flotaba la duda y la tensión, pues para muchos la tarea de escribir era complicada e incómoda.

- Veamos – dio la profesora una ojeada a la lista -, González pasa al frente.

A Iriana le tomó de improviso el llamado, tan distraída como lucía últimamente, pero obedeció tomando su cuaderno y caminando a paso lento hasta colocarse ante el resto de sus compañeros.

- No soy buena en esto, debo decir – pronunció en voz baja.

Fue un intento final para lograr absolución. Al no obtener respuesta dirigió su vista a las líneas en su hoja.

 

“Un mundo donde no hay mundo, donde los nombres no existen y tampoco las palabras. Esa libertad es la que necesitan muchos… la que necesito yo, para fingir que no hay nada que queda atrapado en mi garganta cuando deseo gritar y no lo consigo. Ese algo que enmudece cuando se aleja de la luz es lo único que puede desterrar la oscuridad de mis ojos. Ese algo de lo cual desconozco su naturaleza.”

 

- Es ese algo lo que emerge solamente en la poesía – aprobó la profesora la composición de su alumna -. No se necesita ser un experto para escribir, porque las palabras brotan del corazón a la hoja, tomando a nuestra mano sobre el papel como un simple canal entre lo intangible y lo real.

- ¿Puedo salir yo? – preguntó Joaquín levantando su mano.

El salón entero fijó su atención en el joven de ojos azules y cabello negro que se había ofrecido como voluntario. El poeta, -y según decían- ganador del corazón femenino más complicado y tempestuoso de la generación. Natalia sonrió levemente al ver el entusiasmo casi infantil de su enamorado, y respiró hondo para aguantar lo que sería de seguro una retahíla de frases románticas y fatalistas.

 

“Eternidad me preguntaron… ¿qué es? Y entonces no pude contestar. El tiempo que no inicia y no termina, ¿es eso lo que es la eternidad? Si el todo y la nada ya no existen, y el universo se detiene para ver que nada existe y nada se renueva ¿es lo eterno lo que nunca pudo ser? Es la luna y el sol, son las estrellas, más cada cosa que yace bajo ellas. Es más que todo lo que un día descubrí viendo unos ojos que sonrieron para mí. En lo profundo de un mirar se halla lo eterno, pienso ahora perdido en su ilusión, pues siento eterna la paz que hoy me inspiran aquellos ojos dentro del corazón.”

 

Sonia e Iriana ahogaron un suspiro mientras los demás aplaudieron la intervención de su compañero. Sus palabras tenían algo contagioso, especial, que perduraba en el aire hasta tiempo después de haberlas escuchado. Para Renata, que había elegido al amor como tema para el proyecto de literatura, la ayuda de Joaquín se volvió de repente algo valioso e importante que debía solicitar.

- Bien, ya que Malherbe ha tocado el tema del amor – interrumpió la lcda. los aplausos -, ¿alguien más tiene escrito algo referente a ello?

No hubo contestación, y los estudiantes que faltaban por participar bajaron la mirada o la perdieron en algún punto invisible del espacio, luciendo ocupados o distraídos.

- Si no hay voluntarios legítimos tendré que buscar algunos en la lista – dijo, a manera de amenaza.

Nadie se movió.

- Bien – pareció molesta -. Ocampo al frente.

Renata sonrió de pura satisfacción, malsana por supuesto.

- No tengo nada preparado – se excusó Tomás -. Disculpe usted.

- ¿Estás seguro? – preguntó la profesora con desconfianza -. Creí ver unas líneas bastante interesantes en tu cuaderno la última vez.

- No tengo nada.

- Se afectará tu promedio.

Una pausa casi eterna envolvió el salón.




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