Manual para arruinar la boda de tu ex

Capítulo 1

"Una competencia que puede salir cara"

Clara

—Terror, horror, esto es el acabose absoluto. Mi vida se irá directo al infierno.

—Por Dios, jefa, no puede ser para tanto.

Me volteo boquiabierta, Mia está ahí de pie ante mí con la cara más fresca que una lechuga cuando estoy al borde del colapso. Es una mujer de cuarenta años, bien conservada, de cabello castaño y mirada paciente, pero como mi asistente, debería empatizar más conmigo. Esta mañana se ha ido a su control médico, debido a su embarazo, y en el interin, ha sucedido la desgracia.

Señalo la pared donde debían encontrarse alineados mis post-its en orden perfecto para recalcar el punto.

—No está el Post it, ¡No está el post it! ¿Sabes lo que eso significa, Mia, estamos perdiendo una información vital que no recordaré por más que lo intente—dejo caer mis brazos, abatida—. Sabes que tengo lo contrario a la memoria de un elefante. Tengo memoria antielefante. Sí, eso es lo que tengo. Una fea anemona deforme y maloliente con cero neuronas que habita en mi cabeza.

—No será para tanto jefa.

Con una sonrisa, entra a la oficina y rebusca en los archivos, lo hace con pesadez ya que el embarazo está avanzado.

—Es la boda de los Morales-Gutierrez—le digo frotándome las manos con ansiedad.

—Recuerdo que pidieron ese feo ponche para el brindis—comenta.

—Buaf, por más que les insistí que era más elegante el champán; optaron por eso.

—También recuerdo que consiguió que el mejor preparador de sangrias de Andalucía para que se comprometiera hacer la sangría en un espectacular show en persona para la ocasión.

—Era la única manera de salvar la situación—agrego, estupefacta de que mi asistente no entendiera las implicaciones de la falta de gusto en la organización de una de mis bodas— Sabes que la reputación de Bodas de Ensueño depende de cada detalle. Y nada, absolutamente nada, puede ser menos que glamuroso. No somos una agencia de planeación de bodas cualquiera, somos la mejor experiencia de Wedding Planner de alta gamma en España. Y no menos importante, de nosotros depende que la reputación de la más importante empresaria de la industria femenina Aleja Santorini Delaware, sea exaltada.

—Siempre he creído que ese apellido es innecesariamente rimbombante—agregó tendiéndome el archivo de la boda de los Morales-Gutiérrez o MG para abreviar—, y que usted la pone en un pedestal de Diosa del Olimpo.

—¡Es que es una diosa! Mía, Aleja Santorini Delaware es la más fina representación de empresaria, éxito y glamour. Todos sus proyectos son éxito rotundo. Ya quisiéramos nosotras tener un ápice de su distinción y buena cabeza.

—Creo que se pone en un nivel muy bajo, usted es una joven con capacidades impresionantes.

—Por supuesto que lo sé —cuadro los hombros y aseguro con orgullo—. Soy la mejor organizadora de bodas de la región.

—¿Hablas de mi?

Me giro y veo a mi adversaria. Cristina Santeliz, una rubia oxigenada con ínfulas de grandeza que entra a mi oficina. Todos saben que se operó la nariz aunque no se lo digan.

La tenía igual a un pimiento.

En mi opinión, el arreglo fue innecesario ya que siempre posee un gesto de desagrado que solo cambia cuando se encuentra de frente con una billetera abultada.

—Sabes perfectamente que llevo el récord de bodas planeadas con precisión—agrego, desafiante.

—Eso no decía en la revista Vogue; y, cito: nunca se había visto tanta distinción en una boda como la de los Gómez-Gomez. Boda, que te recuerdo, yo organicé.

Me acerco a ella y ella a mí, e inicamos una danza de dimes y diretes donde el orgullo es el rey.

—La boda de los Antunez fue elogiada por su contemporaneidad—replico, empujándole el hombro con mi dedo.

—Yo sigo ganando porque soy la mejor—replica el gesto, su turno de hincar el dedo en mi hombro.

Ambas estamos vestidas con traje de sastre de color rosa suave, nuestro uniforme de Wedding planner en Bodas de Ensueño. Cristina posee una figura trabajada, para qué les voy a mentir, yo también, para eso me mato en el gimnasio de la Agencia. Es un requisito para poder trabajar aquí.

— Eso lo veremos.

— A mi parecer, falta un desempate.

Suelto un suspiro:

—La próxima será—admito, cansada de la absurda rivalidad.

—Espero que para la próxima no busques una excusa para no competir conmigo, Clara. Yo soy un lince y ni siquiera me verás el polvo. Pienso llevarme el recórd de mejores bodas planeadas en la agencia. Por cierto, creo que acabo de ver un post it...

—¿Dónde?¿Dönde?

—Aquí está.

Levanta el post it y yo se lo arranco de la mano bendiciendo a todos los ángeles del orden.

—¡Ay, madre del amor hermoso, aquí estás!

Hago un bailecito de felicidad, por un momento me olvido que estoy ante la arpía que me mira como si fuera la peste misma.




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