El jueves por la mañana es nuestra reunión virtual con Aleja Santorini Delaware, es el momento del trimestre en que las planners nos pavoneamos de nuestros logros o recibimos un jalón de orejas por algún error que hayamos cometido.
Sentadas alrededor de la mesa de la sala de juntas todas las miradas se dirigen a la enorme pantalla plana que forra la pared donde empieza el Spot publicitario de Bodas de Ensueño.
Música de piano y violines llena el ambiente, mientras pasan imágenes de vestidos, flores y copas de champán. La voz femenina, seria y sofisticada de nuestra queridísima jefa, recita nuestro slogan:
En Bodas de Ensueño, no organizamos simples bodas… diseñamos experiencias eleganstagrameables.
Y yo me emociono al ver pasar las imágenes de parejas felices posando en atardeceres, mesas brillantes y fuegos artificiales.
Porque tu amor merece ser sofistisclásico, fotoglamuroso y con efectowow. Ustedes forman parte de la mejor generación de planners, mis discípulas a las que llevo de la mano por mi sabiduría empresarial. Somos Bodas de Ensueño.
La última imagen es del grupo de planners, uniformados con nuestro femenino vestido de traje color rosado, compuesto por una falda de tubo y pañoleta de seda en el cuello. La imagen se desvanece y aparece nuestra gurú, la única e inigualable: Alejandra Santorini Delaware.
Me levanto, aplaudiendo con entusiasmo. Semejante spot merece una ovación de pie. No entiendo porqué las otras chicas no lo hacen cuando ha sido la leche.
Me aliso la falda y tomo asiento con dignidad, no soy una rara por demostrar admiración por la gurú empresarial de todos los tiempos.
—Lamebotas—musita Cristina fingiendo estornudar.
Yo entorno los ojos ante su insulto escondido.
—No me hagas hablar, narizotas.
Abre los ojos a todo lo que dan.
A pesar de ser mi némesis no he regado el chisme de que se operó la nariz. Creo que la rivalidad tiene un límite que no vale la pena cruzar. Además, soy una chica a la que le gusta regar brillo brillo y no penurias... Aunque la personalidad de la Cris resulta como andar de rodillas el camino de Santiago a pleno mediodía.
«Mis queridas discípulas glamurosas, estoy que no quepo en mí de felicidad por reunirnos de nuevo. Muchas de ustedes han organizado bodas entrañables con efecto glamourwow, llenando de orgullo mi corazón elitista. Han entendido la importancia de mi filosofía. No solo organizamos el día más memorable para nuestros clientes sino que también es el más importante para mí. Recuerden que al rememorar una boda organizada por Bodas de Ensueño , me recuerdan a mí, Alejandra Santorini Delaware, y eso es lo único que importa»
Yo asiento, Aleja tiene toda la razón. Su reputación está en juego en cada boda. Por eso siempre doy lo mejor de mí misma en cada detalle especial. La miro en la pantalla toda perfecta. Posee un corte asimétrico, con un mechón de canas resplandecientes, su rostro lozano podría ser el de una quinceañera, aunque ya esté más allá de los cuarenta. Está regia, su traje tipo sastre es apoteósico con un cuello vaporoso que lo engalana y le da una distinción de otro nivel.
La jefa hace un mohin encantador. Mala señal. Algo no le gusta.
«Pero a pesar de mis esfuerzos hay algunas personitas que no captan la esencia de Bodas de Ensueño. Y eso no lo podemos permitir. Por ejemplo, Alba, querida, definiste la boda de los Klauss como boho chic. Y nos diste una boda tan común que aburre hasta el hartazgo. Cuéntame, querida, ¿dónde está el efecto wow? Me temo Alba que tu tiempo en la agencia se ha acabado. La buena noticia es que siempre podrás tener un cinco por ciento de descuento por la compra de bufandas en mis tiendas Glam. Lo cual es un beneficio exquisito para tu bonita cabecita».
Acto seguido Alba se levanta y sale llorando de la reunión. Pobre, no posee el efecto Wow que se busca en Bodas de Ensueño, a pesar de sus esfuerzos, sus bodas terminan siendo poco originales.
Y en la agencia cada boda debe ser única e irrepetible.