Manual para arruinar la boda de tu ex

Capitulo 6

La reunión continúa y Aleja les hala las orejas a dos más, está vez por detalles. Cómo digo, los detalles cuentan muchísimo para que una boda salga de lo común y se convierta en un evento fabufantástico.

«Ahora mismo mis dos mejores elementos son Claudia y Cristina. queridas, las felicito una chica le susurra al oído algo a la jefa. Mis mejores planers son Clara y Cristina, es exactamente lo que dije, ¿cierto chicas?»

Asentimos, una mujer con tantas empresas y empleados, es lógico que no recuerde nuestros nombres.

«Clara y Cristina, por ahí me contó un pajarito que ustedes compiten para ver quién es la mejor organizadora. Bien hecho, ese es el espíritu que hay que emular para alcanzar un éxito medianamente parecido al mío. Bravo. Espero con ansias ver quién logrará la innovecencia en su próxima boda»

Cristina me lanza una mirada de desafío que le rebato de la misma forma.

Seré yo quien gane de nuevo.

Termina la reunión y me provoca un snack. Dispuesta a matar dos pájaros de un tiro me encamino al café Dior. El propósito de disculparme con el guapo mesero sigue en pie. Al llegar al café veo a Alba sentada en una mesa. Me acerco y al notar mi presencia se enjuaga las lágrimas con rapidez.

⎯Ey, ¿cómo estás?

Se encoje de hombros.

⎯Mal, mi sueño era formar parte de bodas de ensueño y ahora no sé que haré.

Se la ve muy triste con sus lindos ojos grises y rulos rojos. Me preparo psicológicamente para darle un consejo levanta ánimos, Pero alguien se me adelanta.

⎯Es momento de levantarte y demostrarle a Aleja Delaware que estás hecha de acero. No vale la pena que soportes sus berrinches de jefa nazi cuando todos sabemos que eres buena.

Me quedo boquiabierta, quien ha lanzado toda la perorata ha sido Cristina, que acaba de llegar.

⎯Oye, está bien que quieras levantarle el ánimo a una amiga⎯digo⎯, pero sabes que sus bodas no poseen el efecto Wow brillo brillo que caracteriza las de Aleja Delaware.

⎯Ay, Clara, estás más ciega que un topo. Aleja es una empresaria famosa en el ámbito femenino, ¿y qué? Es humana, como todas nosotras, y tiene defectos; muchos, a mi parecer.

⎯¿Ah sí? ¿Ah sí? No veo que defectos pueda tener nuestra jefa.

⎯Es una arpía que carece de empatía, y no hablemos de esa ridícula manía de inventarse palabras que no existen. La mitad de nosotras le seguimos la corriente para no contrariarla, aunque, con lo narcisista que es, francamente, no creo que le importe.

⎯Sus palabras son producto de una creatividad desbordante. Hasta un niño de tres años las entendería.

⎯Yo nunca supe lo que significaban⎯acota Alba de forma desvalida⎯ y, por ende, nunca supe lo que debía hacer.

⎯Ay, me hubieras dicho, Albita. Yo he creado un manual con todas las palabras. Lo llamo: manual fabuantástico para organizar una boda wow⎯enmarco mi idea con un gesto de mis manos fabuloso luego rebusco en el bolsillo de la chaqueta un pequeño tomo encuadernado y se lo doy⎯. Toma, te regalo uno, siempre llevo una copia de emergencia.

⎯¡Estás más loca de lo que creí, Clara!

La arpía de Cristina me ha arrebatado el manual y lo ha lanzado a una fuente dispuesta en el centro del café Dior, arruinándolo por completo, dejándome ojiplática.

⎯Para eso es que sirve tu mugroso manual.

Con un gesto de satisfacción demoníaca, mira como se sumergen se pierden perlas de sabiduría empresarial.

⎯No te lo perdonaré⎯siseo.

Nunca he peleado, pero estoy dispuesta hacerlo y por la forma en que Cristina levanta los puños ante mí, está dispuesta a responderme.

Alba se pone entre nosotras, separándonos.

⎯Basta, no tiene caso que peleen por mi causa. Clara, tu manual no me sirve porque Aleja me despidió. Cristina, tienes razón, debo buscar otro empleo donde se valore lo buena que soy y así sobreponerme a no alcanzar mi sueño en esta agencia. Te agradezco Cristina por tu valioso consejo. Y a ti, Clara... supongo que gracias por tu franqueza. Aunque no posea tu efecto wow, haré mi mejor esfuerzo como organizadora de bodas.

⎯De... ¿nada?⎯titubeo.

Alba ha sonado verdaderamente agradecida por el consejo de Cristina aunque irritada por el mío.

¿Por qué razón?

⎯Te felicito, como amiga no vales ni una centavo⎯suelta Cristina.

Luego se acerca a la barra y toma su pedido, seguramente alguna basura dietética. ¿No soy buena amiga por ser sincera? No lo creo. Me acerco a la fuente y me fastidia ver mi pequeño manual en el fondo de la misma. No merece morir ahí siendo tan valioso. Me quito la chaqueta y con cuidado la pongo en una mesa y me inclino para rescatarlo.

⎯Lo siento, pero no se permite robar las monedas que los clientes arrojan, señorita.

La voz masculina me sorprende tanto que me resbalo. Cierro los ojos imaginando que me voy directa al fondo de la fuente igual que mi manual, pero una mano firme me agarra de la cintura.

⎯Salvada por la campana. Dígame, señorita, ¿por qué siempre terminamos abrazados nosotros dos?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.