El mejor lugar

Encontrar el agradable aroma a café, es común a primera hora de la mañana, pero este no es el caso. Alicia mastica una galleta dietética mientras se pierde entre las gotas que apenas comienzan a caer de la cafetera. Es mediodía, el sol entra con fuerza por la ventana de la sala. Y aunque sea lunes, le parece un domingo, porque trae ese desánimo pesado con el que no provoca hacer nada productivo.

—¿No te gusta mi horario? —dice Rylan, sentándose a su lado.

—Me sienta mal levantarme tan tarde, ya quedó interrumpida toda mi rutina, e igual por la noche estaré cansada y somnolienta.

—Pero puedes hacer lo que haces en la mañana por la noche…

—¿No sabes lo sabroso que es aprovechar el sol de seis a siete para organizar los pensamientos? La creatividad fluye como corrientes invisibles por toda la casa.

—A mí me pasa eso en la madrugada…

—¿Si? Entonces supongo que no tendrás problemas en inspirarte para escribir otra canción —ríe sarcástica—. Ya que ayer no parabas de repetir lo preocupado que estás porque tienes la mente en blanco.

—Y la sigo teniendo, ¿de qué puedo hablar? ¿Qué vale la pena escuchar?

—De todo y nada, de poco y mucho… —ríe, se levanta para servir el café—. No lo sé, cualquier cosa estará bien.

—No lo creo… Se supone que tenemos que tener una esencia…

—Sí, por eso no vas a escribirme canciones —actúa una queja lastimosa—. Yo muriendo de ganas de ser tu musa.

—Se supone que ahí estás, no va…

—Es broma, cariño, no quiero que te sientas presionado por mí… aunque sí, me hace ilusión. —Sopla la taza.

—Pero tú… Las únicas palabras que salen para ti son… perdón.

—Ya, eso quedó atrás, y recuerda que no haces nada malo, tú no decidiste nacer así.

—Sí… no lo decidí, pero tampoco puedo dejar que eso sea una excusa, al final la decisión es mía y… siempre termino decidiendo mal.

—¿Qué es decidir mal? —sonríe incrédula—. ¿En serio te vas a culpar porque un día te dejaste afectar y quisiste pasar la tarde entera encerrado en el cuarto? No le veo nada de malo darse un espacio. Además, si te sigues culpando por eso, apagarás el poco buen ánimo que puedas conseguir.

—Todo es cuestión de enfoque… Lo sé, la terapeuta me lo repite con insistencia. —Siente la taza caliente entre sus manos—. Pero, ¿cómo dejar de pensar negativo? Cuando la realidad es cruel, ¿cómo le haces para que no te afecte saber la crudeza de las cosas?

—Porque se espera lo bueno, siempre es lo primero, pero si por cosas de la vida todo va mal, es solo una temporada, en algún momento va a mejorar. No por eso voy a pensar que todo saldrá mal. —Suspira—. Es imposible no deprimirse si todo es negro o gris.

—No lo sé, al final creo que la luz para mí se siente falsa, porque igual siempre va a llegar la noche que va a consumirla, y en ese momento, es peor. Se vuelve íntimo y solo, silencioso, el mundo está apagado y es por causa de la noche que lo devora todo. Sin contar que se vuelve el escenario perfecto para la maldad.

—¿Crees que la vida es una lucha entre el bien y el mal, y que la luz y la oscuridad forman parte de un bando? —ríe, de a poco corta la risa—. Las noches son para descansar, no para vagar como alma en pena. Y el día lo sientes corto porque duermes toda la mañana, así, ¿quién no va a pensar que la noche es eterna?

—No descanso bien de noche, me da dolor de cabeza y siento que mi cuerpo está en constante alerta…

—Creo que con todo esto —mueve las manos en círculo—, tienes un buen tema para una canción. ¿Qué tal, una lucha entre el bien y el mal?

—Y que tenga un ritmo irónicamente alegre y me hastié de que exista…

—Amor, si no sueltas tu gusto por lo sombrío, ¿cómo vas a dejar de ver las cosas con ese tono tan siniestro?

—No es que me guste, es que mi vida se resume a vivir en torno a la melancolía… Lo siento, no puedo evitar que todo lo que haga quede marcado por mi pasado.

—No es lindo vivir en el pasado, te pierdes el presente.

—Lo sé, perdí años así, e intento cambiar, pero, es difícil romper con un ciclo que ha sido construido y fortificado durante más de diez años.

—Entonces habla sobre eso en las canciones.

—Es demasiado personal como para volverlo una canción.

—Me dijiste que te sentiste… “liberado”, cuando sacaste de tus entrañas las otras. Mira esto como un camino de exploración, ¿qué cada canción sea una parte de ti? No importa, nadie lo va a saber, y tú, serás libre de ese sentimiento, quizás sea tu manera de arrancarte las espinas que tanto te atormentan.

—No lo sé, lo pongo en duda.

—Por lo menos inténtalo. ¿Ya no recuerdas más canciones de ese cuaderno que quemaste? Sabía que tenía que quedármelo.

—Sí, me acuerdo de un par, pero las escribí cuando tenía quince y son muy… sencillas, por no decir tontas.

—Nada es tonto, si puedes guardar ese sentimiento genuino que tenias cuando la pensaste es mejor, ¿no crees?

—¿A todo le encuentras utilidad?

—Siempre que aporta para bien, todo es útil, todo me sirve.

—Tendré que empezar a consumir esos videos, hacen una buena diferencia.

—Los videos no, poner en práctica los buenos hábitos sí. Y me encantan estas secciones de hablar contigo, pero no puedo pasar todo el día así. Así que, si me disculpas mi vida, empezaré con mi rutina de ejercicios.

—Te acompaño, creo que también le estoy agarrando el gusto al cardio. Aparte de que se siente bien, como si lograra cambiar el dolor emocional por el físico.

—Por los jugos cerebrales que genera el ejercicio, lo leí —ríe—. Te dije que trotar te haría bien.

—¿Aunque sea rodeando el cementerio? —Ella asiente, sonriente.

No importa lo que diga, no importa lo que piense, le encanta cuando él está de buen ánimo. Habla más, se expresa mejor y se abre con ella. Quisiera que así fueran todos los días, pero poco a poco ha mostrado un avance. Entre las terapias, los cambios de rutina y las nuevas conexiones sociales, puede vislumbrar como su esposo vuelve a tener esa chispa de energía. Y cada vez que la tenga, la prefiere disfrutar al máximo.