Rylan se encuentra con los demás en la entrada del edificio. En la recepción se saludan, juntos siguen su camino hasta la sala de ensayo. Omar y Uno se muestran insistentes con Andrés, le quieren sacar información de dónde se fue la noche anterior. Desde que se encuentra enganchado con la nueva chica se pierde, y les causa curiosidad saber que puede ser más divertido que estar pasándola bien en grupo, con ellos.
Rylan aprovecha para hacer ejercicios de calentamiento. Si bien han logrado definir la mayoría de canciones, él todavía no ha tenido la oportunidad de presentar las últimas dos que escribió. Y quisiera hacerlo hoy, por lo menos intentar tocarlas con los demás en acústico. Así que toma la guitarra eléctrica, a bajo volumen, acompaña su entonación con el ritmo de la canción que tiene en mente:
—Ahoga mis sueños y quédate con mis deseos, ¿qué buscas tan pensativo y silencioso?... —tararea.
—Oh —Uno se acerca con curiosidad—, ¿tenemos canción nueva?
—Perfecto —Omar aplaude con emoción—, yo siempre supe que la creatividad fluye por tus venas amigo.
—Dejen el espectáculo para luego —deja de tocar—. ¿Apenas han escuchado un pedazo y se van a poner a alabar?
—Tienes que reconocer tu talento —dice Andrés, se cuelga su respectivo instrumento—. Ahí tienes al señor productor exitoso, que le cuesta hacer sus propias canciones y te necesita.
—Exacto —Omar apunta al bajista, con convicción asiente—. Es una gran idea, montemos esta canción nosotros, no se la mostremos hasta que esté lista.
—Así verá de lo que somos capaces —Uno sonríe cómplice.
—Si les place —Rylan levanta los hombros y agrega en tono sarcástico—: Yo solo estoy acá para servir.
—Sí —ríe Omar—, el ángel especial que ha bajado a la humanidad para deleitarnos con su sabiduría.
Se unen en una misma risa al recordar esos comentarios.
—Es que Nando es Nando —Andrés recupera el aliento.
—Que sea lo que quiera, ya le veremos la cara cuando seamos famosos —Omar levanta las baquetas y toma una postura de victoria.
—Sí, bueno —Rylan suspira—, ya veremos cuanto dura.
—Ánimo hombre, ¿no te daría un gusto tener éxito? ¿Y que tus padres vean la clase de hijo que perdieron?
—¿Qué padres? —Rylan sonríe para ocultar la amargura—, ¿eso existe?
Llegan los que faltaban, a excepción que traen a su invitada especial: Alicia. La pelinegra saluda a todos, se acerca hasta su esposo para darle un beso en la boca. Este sonríe con confusión, deja notar que no tenía la menor idea de que ella estaría en este ensayo.
—Chicos, chicos, chicos. —Santiago cierra la puerta y se apoya de la madera con los brazos cruzados—. Hay algunos cambios de los que queremos notificarles.
—¿No debería decirlo yo? —Alicia interrumpe.
—No hace falta —Santiago niega—. Quiero comenzar con lo más importante, Andrés, ¿te gusta vivir en mi casa?
—Lo siento —responde apresurado—, me volví un lío y…
—Y no me importan tus excusas. Nada de lo que digas va a eximirte de romper una regla.
—¿Y cuál es la consecuencia?
—Sencillo, te buscas otro lugar donde estar.
—Ya va, espera —Omar interviene—, ¿de qué estamos hablando?
—¿Lo dices tú o lo digo yo? —Santiago pregunta.
—Llevé a Vanesa al apartamento… —Todos lo miran con extrañeza—. Técnicamente no durmió porque llegamos al amanecer pero… igual cuenta como romper la regla —explica avergonzado.
—¡Es que lo sabía! —Alicia se sobresalta—, y te lo dije —señala a su esposo—, que esa mujer no iba a traer nada bueno.
—Esas conclusiones no vienen…
—A nada, lo sé, pero primero esto, luego lo otro, ¿y qué? —Apunta con el dedo a cada integrante—. Que yo sepa ninguno de ustedes es cabeza hueca para dejarse manipular por una mujer, ¿no? —se detiene delante de Andrés—. ¿Y el respeto? ¿Ni siquiera por Hamel? Qué está ahí por ustedes haciendo su mejor trabajo.
—No, a Hamel no la metas en esto —Omar se levanta, indignado.
—No escalemos esto —Manuel levanta ambas manos—, gracias Alicia, se aprecia tu entusiasmo…
—No, es que tiene toda la razón. —Rylan deja la guitarra a un lado—. No me veo alterado como ella pero también me molesta —observa a Andrés con desprecio.
—Es una falta contra todos —retoma Santiago—. Pero es un tema personal que no debería afectar a los demás. —Se acerca al centro—. Las nuevas reglas son: no se aceptan acompañantes, solo en eventos y conciertos. A partir de hoy ustedes tres se van a mudar. Creo que ganan lo suficiente para pagarse un apartamento entre todos, y ahí se inventan sus reglas como quieran.
—No suena mal —Uno acepta la idea—. El problema es que los apartamentos por acá son costosos. Sí queremos precios accesibles tendríamos que mudarnos muy lejos y ahí sería menos rentable.
—Por uno pagan todos —susurra Omar.
—No se preocupen, podemos conseguir algo dentro de su margen que sea cercano —asegura Manuel—, yo me puedo encargar de eso.
—Lo siento chicos, y Alicia —Andrés es incapaz de verle la cara a ninguno, pero hace el esfuerzo—. Gracias Santiago, quería… bueno creí que podría colarse, en verdad no pensaba decir nada pero, de haberlo dicho, pensé que estallarías de rabia o algo por el estilo…
—Ganas no faltan.
—Y lo sé, por eso te pido perdón primero, y perdón a todos. —Se descuelga el instrumento—. No hace falta echar a nadie del apartamento, yo puedo irme solo y… de la banda también.
—No, tampoco vamos a quitar cabezas en el primer error. Creo que todos acá están de acuerdo en eso —los demás asienten—. Solo que a partir de ahora piensa con calma las cosas.
—También le debes pedir perdón a Hamel —Alicia le recuerda.
—Por supuesto.
—Y queda prohibido que Vanesa siga publicando fotos de ustedes, ya no más.
—Lo otro —Santiago vuelve a tomar la palabra—. No hemos conseguido concretar nada con una disquera y no parece que vayamos a tener tal oportunidad. Eso nos da como concluido que tenemos que dar una buena impresión en el festival. Necesitamos trabajar en cuatro canciones que demuestran todo lo que estamos dispuestos a dar. Y yo las voy a elegir, y yo seré el encargado de cada detalle.