Mar de Sales

Solo diez

Rylan retorna al escenario con nuevo ánimo. Cantar junto a Santiago le da confianza para expresarse mejor en vivo. Al principio le invadía la vergüenza de gritar a viva voz sus temores. Aunque nadie lo note, no es sencillo exponerse al mundo de tal manera. Durante años se convenció de que todo lo que proviene de él no tiene valor. Quiso creer en las palabras que lo movieron a intentarlo: «tienes mucho por decir». Por otro lado, dentro de sí, se contradecía: «¿quién eres para decir eso?, ¿a quién le importa lo que tienes?». Pero gracias a la emoción de seguir adelante, y a la fuerza de la inspiración, pudo callar esa voz. Mantener la chispa es el nuevo reto, luchar sin importar qué, es lo siguiente.

Volvió a las secciones con la terapeuta, esta vez decidido, con la intención de poner el pecho y hacerle frente a los eventos traumáticos que siempre evitó tocar. Debe escribir a diario, al despertar, antes de acostarse, cada vez que tenga un ataque de ansiedad, o cuando sienta de nuevo esa sensación de vacío. Debe escribir todo lo que siente, lo que le oprime el corazón. Y así comenzó a dejar un registro, la terapeuta le dijo que lo hiciera como cartas para alguien, no solo dejar salir emociones sin más, sino, tratar de explicar lo que ve, lo que lo lleva a caer en esos momentos desoladores y desgarrados dentro de su mente. Rylan aceptó la idea, al principio decidió escribir para ese niño que dejó atrás, atrapado dentro de sí, con miedo a salir. A la semana, quiso escribir a su futuro, a una versión que regresa a leerlo, advirtiendo de lo que va a encontrar, y todo aquello que alguna vez quiso leer en momentos específicos. Al mes, ya no encontraba qué palabras usar, pues no sentía que fuera ya para él. Se encontró con mensajes crueles, hirientes, cargados de preguntas rozando la burla y el desprecio hacia su vida. Desde ese día, comenzó a escribir al creador, a quien tiene la culpa de todo lo que ocurre, a ese ser invisible que deja pequeñas huellas, difíciles de entender pero no imposibles de percibir. Él es quien debe tener las respuestas, en él debe existir un sentido.

Así transcurrió el mes de diciembre, condensado en vacaciones forzadas propias de la temporada, cada quien con su familia. Rylan, por su parte, tuvo que compartir a su esposa con su suegra, con quien no tiene una buena relación, se evitan, lo que lleva a que Alicia esté un día en casa y otro no.

No hizo falta esperar a que el nuevo año iniciara, ya Santiago tenía lista otra agenda llena de ensayos, conciertos, y eventos. Mar de Sales se convirtió en una sensación nacional, por lo que ya empezaban a negociar presentaciones en otros estados, multiplicándose la peor parte para Rylan: entrevistas. Le costó acostumbrarse a los monólogos ya escritos para las redes, videos cortos con preguntas puntuales y chistes sencillos ya planificados. Nada profundo, nada que exija más de cinco palabras de su parte. Era algo inevitable, en algún momento llegaría.

En el camerino, la chica de maquillaje da una última vuelta, revisa a cada integrante, que luzcan bien, que ninguno se haya arruinado el maquillaje por no aguantarse las ganas de comer.

—Les dije que esperaran —dice molesta.

—Mi vida, ¿cómo hago? Los nervios me matan —Omar se encarga de responder. Ella le da la espalda y se va.

—Le encantó —ríe Uno—, quedó maravillada contigo.

—Te dije que le gusté, solo se hace la difícil.

—Déjate de tonterías —Santiago alza la voz—, ¿cuántas veces les tengo que decir que esos chistes caen pesados?

Llega producción para avisarles de su entrada.

—Bonito cumpleaños Rylan —bromea Andrés—, a ti que no te gustan las sorpresas.

—Salgamos de esto de una vez —responde sereno, ha trabajado mucho en mantener sus emociones a raya, siempre se mantendrá inexpresivo, solo cuando está sobre el escenario es cuando no puede controlar la emoción.

El público los recibe con aplausos, un grupo pequeño de diez personas. El espacio es una sala insonorizada de estudio, donde se dedican a realizar entrevistas a bandas populares, y a artistas de todos los campos. En cada segmento cuenta con un pequeño público, invitados que se ganan su lugar por medio de rifas y concursos, y a quienes se les da la oportunidad de dejar sus preguntas y comentarios en vivo.

Primero tienen que tocar una de tres canciones, en este caso inician con la más famosa: “Perdón”. Todas las canciones fueron lanzadas en línea bajo el álbum de “Expirantes”, con diecisiete pistas, para darle a los fanáticos mucho que decir, una bomba, como dijo Santiago: «para una mejor impresión» . De portada, aparece una chica, pelinegra, que con las ediciones se vé mucho más delgada de lo que es. La aparición de Alicia, después de tanto tiempo ausente, dejó mucho para hablar y rumores que inventar. Nada fue con intención, a Manuel le gustó como se veía bajo un marco en aquella fiesta de navidad, en el bar, donde no esperaban que la pareja se apareciera. Alegó que tenía esa esencia que representa a la banda en su inicio, además, sin mencionar que fue ella quien le dio el nombre y merecía un reconocimiento.

Siguen con “¿Qué puedo decirte?” y terminan con “Tormenta”.

Los locutores aplauden al terminar la última canción. Los invitan a los asientos ubicados en el centro de la sala, insonorizada con paneles acústicos en tonos oscuros, ambientada con una luz tenue para crear intimidad. Frente a ellos, una mesa redonda con micrófonos, auriculares y una consola de mezclas con luces parpadeantes.

—Mar de Sales —comenta el presentador con alegría—. Qué dicha tenerlos acá.

—Lo mismo decimos nosotros —Manuel sonríe, los demás asienten.

—Hay un par de temas picantes que queremos preguntarles —comenta el segundo presentador—, pero vamos a empezar suave, ¿no? Primero lo primero, las presentaciones.

Cada uno dice su nombre e instrumento, de donde son originarios, sin chistes, ni sonrisas nerviosas, metidos en sus papeles con suma seriedad.




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