Mila
Es sábado.
Dos días antes de la entrevista que no me deja dormir. No sé si me pone más nerviosa el proyecto o la posibilidad de tener que verlo otra vez.
Me molesta levantarme temprano en fin de semana, pero Lena me arrastra de la mano hasta su auto.
—Vamos, vamos, van a empezar sin nosotras.
—¿Empezar qué exactamente? —pregunto media dormida.
—Las carreras —dice, y acelera.
Violet ya está en el asiento trasero, tomando un café helado como si fueran las diez de la mañana y no las ocho.
—¿Qué carreras? —pregunto.
—Jet ski —responde Lena, emocionada—. Hacen una cada mes en el sandbar. Kai siempre gana… bueno, excepto la vez que Diego le ganó y todavía no lo supera.
Perfecto. La actividad ideal para olvidarme de Kai… y verlo en persona otra vez.
Llegamos a la marina.
Subimos al bote del hermano de Lena; diez minutos después, el sandbar aparece bajo el agua turquesa, lleno de gente.
Bajamos. El agua me llega a las rodillas.
Y entonces lo veo.
Kai.
Con Manu y Arlo, junto a tres jet skis.
Lleva un wetsuit de manga corta negro que se pega a su cuerpo. Lentes oscuros y pelo mojado. Parece parte del mar. Y es irritantemente atractivo.
Me muerdo el labio. Como si lo sintiera, levanta la vista. Nuestros ojos se cruzan. Se tensa y me da la espalda.
Perfecto. Más fácil así. Aunque algo en el pecho se me aprieta.
Violet desaparece con Arlo en su jet ski.
Cynthia se acerca con paso seguro.
—No sabía que venías a estas cosas —dice.
—Lena me arrastró.
—Vas a ver a Kai en acción —señala hacia él—. Aunque dudo que corra.
—¿Por qué?
—Porque Arlo se fue con Violet, y Kai necesita pareja. Sin alguien atrás, no puede competir. Y Diego está listo para humillarlo otra vez.
Sonríe satisfecha y se aleja.
—Ella es un encanto —murmura Lena sarcástica.
Miro a Kai. Habla con Manu, gesticula, parece frustrado.
—¿Qué hace Lena? —pregunto cuando la veo correr.
—¡Ya voy! —le grita a Diego, subiendo a su jet ski.
Aún no me ha contado mucho de él.
Ahora Kai está solo y molesto.
—¡Carrera en cinco minutos! —grita alguien.
Kai aprieta la mandíbula. Miro a Lena riéndose sobre el jet ski de Diego. Y, contra todo sentido común, empiezo a caminar hacia Kai.
Tal vez sea una pésima idea, pero no puedo evitarlo.
***
Kai
—¿Dónde se metió Arlo? —le reclamo a Manu.
—Fue por cervezas con Violet —responde— y no creo que vuelva pronto.
—Genial.
Diego me grita desde el otro lado.
—¿Qué Kai, te dejaron solito?
—A mí nadie me deja —respondo.
Joder.
No puedo darle la razón al idiota este. Voy a matar a Arlo.
Solo me queda Cynthia. Pero hablarle después de cómo terminamos sería una bomba.
—Mierda —murmuro.
Voy a tener que rendirme.
Y entonces escucho:
—¿Vamos o te quedas llorando?
Mila.
Subida en mi jet ski, como si fuera su sitio de siempre.
—Bájate.
—Dale, Kai —Agita la mano.
—No voy a correr contigo.
—¿Prefieres perder? —levanta una ceja— Diego está ansioso por eso.
Miro a Diego, sonriente, ya listo para arrancar. No puedo darle el gusto.
Mierda.
Sé que me voy a arrepentir de esto.
Me subo.
—Agárrate —le digo sin mirarla.
Siento sus manos llegar hasta mi abdomen.
—Más fuerte. Va a jalar
Me aprieta. Su mentón roza mi espalda.
Enciendo el motor. El rugido cubre cualquier pensamiento.
***
Mila
—¡Tres, dos, uno… YA! —grita Manu y dispara una bengala rosa.
El jet ski salta.
Me agarro con fuerza.
Viento que pincha.
Kai se inclina hacia adelante. Tengo que seguirlo.
Mi pecho contra su espalda.
Huele a sal y protector solar.
Siento cada movimiento de su respiración.
Diego va a nuestro lado, gritando algo que no escucho.
Kai acelera.
Mis dedos se clavan en la tela del wetsuit.
Tomamos la curva.
El jet ski se inclina y casi toco el agua.
Grito.
Mis brazos lo aprietan más fuerte.
Vamos adelante.
Mi mejilla casi toca su hombro.
Diego intenta alcanzarnos pero no puede.
Cruzamos la línea primero.
¡Ganamos!
Mi corazón late como si todavía estuviéramos a toda velocidad.
Kai apaga el motor. Respira agitado. Y, sin pensarlo, me abraza.
Fuerte.
Mis manos responden; lo aprieto dos segundos, y luego nos soltamos, torpes.
Demasiado rápido.
Se da la vuelta y me lleva hasta el sandbar. Bajo del jet ski. Su mano tiembla al encender el motor.
—Eras más educado antes —le digo—. Al menos sabías decir “gracias”.
Se detiene. Me mira y sonríe apenas.
—¿Gracias por qué? Te pasaste cinco minutos metiéndome mano.
El calor no se ha ido, mis mejillas arden.
—Yo no... tú... ¡agh! — tiene razón el idiota.
Camino hasta él.
—Tienes razón —Me inclino un poco hacia su cara.
—Entonces no es tan difícil meterte mano.
Su sonrisa se apaga por un segundo. Miro sus labios, luego sus ojos.
Sonrío.
Doy la vuelta y camino de regreso al agua. Siento su mirada en mi espalda.
—Uff, eso estuvo intenso —dice Lena apareciendo a mi lado.
—No sé de qué hablas.
—Claro que no —responde, riéndose.
***
Kai
Aprieto el timón. Todavía siento la presión de sus dedos en mi abdomen.
Esos dedos tienen memoria.
No voy a poder con esto si me vuelve a mirar así.
***
Mila
No puedo dormir. Todavía siento su respiración, el calor de su cuerpo, su voz burlona. Vuelvo a escuchar su “¿Gracias? ¿Por qué?” en mi cabeza. Cierro los ojos.
El lunes.
Entrevista.
Profesional, Mila.
Como si nada hubiera pasado.
Editado: 26.11.2025