Mila
Mi primera entrevista en persona. Los otros trabajos freelance fueron todos por Zoom.
Este Uber parece nuevo en la Florida, hubiese llegado más rápido en mi bici.
Han pasado dos días desde que estuve pegada a Kai en ese jet ski.
Me bajo en frente del hotel.
3:55 pm.
Cinco minutos.
El Ocean Breeze sigue igual que en mis recuerdos: paredes blancas, flores azules trepando por la verja, el olor a sal y jazmín.
Me arreglo la blusa dentro del pantalón y acomodo el mechón rebelde que no deja de salirse de mi coleta. Hoy tengo que impresionar.
Profesional. Competente. Como si mi corazón no estuviera latiendo a mil por hora.
Camino hasta la recepción.
—Hola. Tengo una entrevista con Teresa Mercer. —le digo a la chica detrás del mostrador.
Mi voz sale más firme de lo que esperaba.
—¿Me puedes decir tu nombre? —me pregunta.
—Mila Ortega.
—Excelente Mila. Enseguida le aviso —me dice y sonríe amable— Puedes sentarte, pero no debe tardar.
Me siento en uno de los sofás del lobby que da al muelle.
Intento relajarme.
No funciona.
Mi espalda está tensa, los hombros me pesan y mi barriga empieza a sonar. Genial, para un día que me visto decente mi ansiedad lo va a arruinar.
Saco el teléfono.
3:57 pm.
Solo han pasado dos minutos.
—¿Mila?
Levanto la vista.
—Teresa te está esperando en su oficina. Sígueme —me dice la recepcionista.
Me pongo de pie. Las piernas me tiemblan un poco. La sigo por un pasillo que lleva a la parte trasera del hotel. Mis tacones suenan contra el piso de madera.
Llegamos a una puerta.
"Teresa Mercer - Gerente General"
La recepcionista toca.
—Adelante.
Abre la puerta. Me indica que pase.
Respiro.
Una vez más.
Entro.
Teresa está sentada en su escritorio. Se levanta a saludar con una sonrisa cálida.
—Hola, Mila —dice— puedes tomar asiento.
Me señala al otro lado de la oficina. Hay un sofá.
Y en ese sofá…
Mi garganta se cierra. El corazón me da un vuelco. Sabía que podía suceder…
Kai.
Mirándome.
Lleva una camisa blanca, pantalones oscuros y el pelo peinado hacia atrás. Tan diferente del sábado. Cuando llevaba ese wetsuit negro y yo estaba pegada a él. Cuando podía sentir cada músculo de su abdomen bajo mis dedos. Cuando me abrazó.
No hay ni señal de amabilidad en su cara.
Focus Mila. Profesional.
Camino hacia él.
Se pone de pie frente al sofá.
—Hola, Kai —Le extiendo la mano.
Mira mi mano como si fuera una trampa.
Dos segundos.
Tres.
Saca su mano del bolsillo y toma la mía. Está sudada. Caliente.Bien. No soy la única que finge calma.
Agita nuestras manos.
Una vez.
Dos.
Sus dedos rozan los míos al soltarse. El mismo roce que el sábado. La misma electricidad.
Teresa me mira. Luego mira a Kai. Frunce el ceño por un segundo.
—¿Ustedes... se conocen de antes?
Mi corazón se detiene.
—Del pueblo —dice Kai rápido—. Driftwood es pequeño.
—Ah, claro —sonríe Teresa— Ya me acuerdo de ti, venías cuando eras niña.
Asiento con la cabeza.
Kai y yo nos miramos. Medio segundo.
Nos sentamos.
Yo en una butaca individual. Ellos en el sofá, frente a mí. Teresa en el medio. Kai a su derecha. A menos de dos metros de distancia.
1, 2, 3, 4, 5….
Cuento con mi dedo índice al lado de mi pierna, no puedo evitarlo.
Todavía no entiendo por qué Kai está aquí, pero la dificultad se ha multiplicado por mil con él delante.
—Revisé tu currículum pero me gustaría que nos cuentes un poco sobre ti. —dice Teresa.
Les comento que llevo 2 años trabajando en proyectos freelance. Kai ladea la cabeza.
¿Sorpresa?
Sigo.
El último proyecto fue relacionado con inteligencia artificial.
Sus cejas se levantan un milímetro. Definitivamente sorpresa. Está sentado de brazos cruzados, cómodo pero no me quita la vista.
—Gracias por el resumen —comenta Teresa— Tengo un par de preguntas y luego te cuento un poco sobre el proyecto. ¿Te parece bien?
—Perfecto.
Teresa me hace sentir cómoda. Hace un rato que mi dedo dejó de contar.
Pregunta sobre las tecnologías y lenguajes que manejo. Le respondo y al parecer es lo que esperaba, porque asiente cada vez que menciono algo.
Kai abre los ojos de vez en cuando, como si no entendiera nada de lo que hablo y probablemente sea así, pero no agrega palabra.
Teresa pregunta sobre mi disponibilidad para los próximos 6 meses. No tengo más planes que estar en el pueblo hasta septiembre, así que le confirmo que estoy disponible.
—Excelente —exclama— te cuento un poco sobre el proyecto. La idea es instalar cámaras en diferentes puntos de la costa. Tu trabajo sería crear un sitio web para transmitir en vivo. La transmisión va a estar disponible en diferentes áreas del hotel. Además queremos utilizar AI para identificar las especies y colaborar con investigaciones que ocurren en el área. ¿Qué te parece?
—¡Genial! —respondo entusiasmada— Ya tengo en mente que modelo IA podríamos utilizar, que no sea tan costoso.
—¡Excelente!, sabía que no me equivocaba al contactarte. Yo no tengo más preguntas —mira a Kai— tú tienes alguna pregunta.
***
Kai
Joder.
Qué pregunta voy a tener. No he entendido ni la mitad de lo que ha dicho.
Me cuido de mantener la boca cerrada. Cuando me impresiono siempre la abro como tonto.
Mi madre me mira. Esperando.
Tengo que decir algo. Algo profesional. Algo que no sea "¿por qué eres tan buena en esto?"
—¿Por qué programación?
En cuanto sale, me arrepiento. Qué pregunta tan estúpida. No puedo creer que la hice.
Me mira sin perder la seriedad.
—Siempre me han gustado los puzzles y resolver problemas —dice.
Editado: 26.11.2025