Kai
Suena Bad Bunny en el auto. Nico conduce. Es pura contradicción.
Siempre pensé que los diseñadores gráficos escuchaban música chill. Pero mi hermano no puede seguir la norma.
Lleva casi una semana en casa. Vino por Acción de Gracias y decidió quedarse unos días más. Hacía mucho no compartíamos tiempo.
—¿Cómo va todo por New York? —le pregunto.
Baja el volumen.
—¡Genial! —exclama— Ya sabes. Estudiar diseño es increíble y la vibra de Parsons es lo mejor.
En realidad no sé. Nunca he vivido fuera.
—¿Y tú qué? —pregunta— ¿Ya aplicaste a alguna uni?
—No, no sé todavía qué voy a hacer.
No quiero contarle sobre la UM.
—Estoy ocupado con el proyecto del hotel —le digo.
—¡Ah sí! —exclama— Mamá me comentó en la mañana sobre el tema. Ya contrataron a la programadora así que eso se va a mover rápido.
—Mila no ha aceptado aún. —le aclaro.
Frena un poco.
—¡Espera, espera! —sorprendido— Mila, ¿Tu Mila?
Allá va. Otro con el mismo asunto.
Primero Manu. Luego Arlo.
Ahora Nico.
—No es mía. Pero sí, esa Mila.
—No sabía que había vuelto. —me mira y sigue en la carretera— ¿Cómo lo llevas?
Mal.
Incómodo.
Confundido.
Con ganas de salir a navegar y no volver.
—Bien, eso está superado.
Ni yo me lo creo.
—¿Seguro? —replica.
—Que si Nico, que si.
Ella no es la misma y yo tampoco.
—Ok, si tú lo dices. —me mira preocupado— Pero no vuelvas a cerrarte si te afecta.
Tarde.
—Si necesitas hablar, no importa si no estoy en Driftwood. —me dice tocándome el hombro.
—Claro, “señor” —lo tranquilizo— eres dos años mayor tampoco te creas.
Se ríe. Me revuelve el pelo. Nunca va a dejar de tratarme como niño, ni aunque mida diez centímetros más que él.
—Ya llegamos —dice Nico y se estaciona.
Nos encontramos con los chicos que también llegan.
—¿Compraron pizzas? —pregunto.
—Seis. Enormes. —responde Manu
—¿Con piña?
—Obvio. No soy un monstruo.
Bajo del auto. Solo espero que Mila no esté. Pero sé que va a estar.
Está en todas partes.
***
Mila
Lena es una fuerza de la naturaleza.
Desde que llegué no para un día y, con esto de que tenemos que recuperar el tiempo juntas, me tiene chantajeada.
Estamos en el patio de Arlo, es amplio pero las hojas gigantes de las plantas lo hacen sentir más pequeño y a la vez más acogedor. Ya empieza a enfriar en las noches así que las llamas en la mesa de centro se agradecen.
Lena, Violet y yo estamos en el sofá más grande, más cerca del calor. Hay otro sofá para dos y dos bancos pequeños. El lugar es perfecto para tener conversaciones intensas y confesar secretos.
Lena se para.
Se sienta.
Se para otra vez.
—Helena por favor decide. ¿Parada o sentada? —le dice Violet a Lena— me pones de los nervios.
Lena me confunde, un día está corriendo con Diego y al otro día está nerviosa por Nico.
—Vale, me siento. —responde Lena.
—A ver si entiendo. Llevas dos años loquita por Nico, pero el sábado andabas con Diego —le digo confundida— y ahora otra vez nerviosa por Nico. Explícate.
—No andaba con Diego. Solo corrí con él. Es divertido. —se detiene— Nico es otra historia.
—Madre mía nunca lo vas a superar —le dice Violet.
Lena se ríe.
—¿Tengo que hacerlo?
—No tienes remedio. —Violet cansada— esta historia no termina.
Ya sé la historia completa.
—Prepárate para ver entretenimiento del bueno —me dice Violet—. Lena haciendo ojitos, Nico siendo Nico, y mañana todo vuelve a cero. Esto pasa cada vez.
Lena no lo ve así, al menos no es lo que me ha contado.
—Ok mamá Violet —le dice Lena— Nico me gusta, aunque no me haga caso, me da vida verlo.
—No sé para qué me meto —replica Violet— nunca te vas a dar tu lugar. Me rindo contigo.
Lena revuelve los ojos.
—¿Qué hay con el trabajo del hotel? —me pregunta Violet— ¿Ya aceptaste?
—Aún no, tengo hasta mañana.
Llevo desde ayer dándole vueltas pero no me decido.
No acepto: tendría que buscar algo más y en este pueblo mi profesión parece lenguaje alienígena.
Acepto: aguantar las horas a solas con Kai, trabajar en equipo con él.
¿Cómo se supone que vamos a hacer brainstorming si no podemos ni entablar una conversación? Tal vez la telepatía nos funcione.
—¿Qué te detiene? —pregunta Violet— No me digas que Kai.
Me mira y no necesita más.
—Otra igual —suspira—. Dejen de tomar decisiones basadas en los chicos. Me enferman.
Buena cachetada de realidad.
Se oyen voces desde la casa. Risas masculinas.
Arlo, Manu y Carlos salen con las pizzas. Compraron 6 pizzas enormes, demasiadas. Solo espero que no vayan a montar una fiesta aquí.
—Hagan espacio que tenemos invitados de honor —dice Arlo.
Aparecen Kai y Nico. Ya sabía que venían pero verlo siempre me desequilibra.
Se acercan al sofá.
—Me das un lado —le dice Nico a Lena.
Lena me empuja para hacer un hueco. Violet pone los ojos en blanco y se va al otro sofá con Arlo. Kai se acomoda en uno de los bancos al otro lado de la mesa.
Ahí está, justo al frente. Como si esa fuera la mayor distancia que podía conseguir.
—Y bueno ¿le entramos a las pizzas o qué? —pregunta Arlo mientras abre las cajas sobre la mesa.
Elijo un trozo de pepperoni, solo había una caja de esa. Todos estamos comiendo menos Kai.
Se inclina a la mesa. Busca entre las cajas.
—Es la última de abajo. —Le señalo la pizza de salami y piña.
Sé que es su favorita.
Abre la caja.
La encuentra.
La cierra.
—No estaba buscando esa —me dice y se sienta.
No coge ninguna. Prefiere quedarse con hambre que darme la razón. Ese orgullo nunca cambia.
Me río.
Probablemente piensa que me burlo. Pero me río porque lo conozco. Estos años no borraron eso.
Editado: 05.12.2025