Mar en versión beta

15. No fue un error

Kai

Correr, el sol aún saliendo y agua estática. Piernas tensas y mente agitada.

Soy un idiota.

¿Qué estaba pensando ayer?

¿Cómo coño la tuve tan cerca y no hice nada?

¿Error?, el error fue no besarla.

Llego al muelle sin aire y está Manu esperándome. Me quito los audífonos.

—¿Carrerita mañanera eh? —con tono de chiste.

—No estoy para bromas hoy.

—¿No fue bien anoche ah?

—Iba bien… hasta que la cagué.

—¿Ahora qué?

—Nada, olvídalo. —no quiero hablar— me cambio y nos ponemos con el equipo.

Subo a ducharme. Espero que el día mejore.

***

Mila

El sol me grita. Abro los ojos y ahí sigue la maldita sudadera. Mi cuello todavía arde recordando cada momento de anoche. Pero mi manos se sienten vacías, todo se esfumó en un instante.

“Fue un error.”

Pues claro. El mío fue creerle.

No quiero verla ni un segundo más.

—Mamá, voy a salir. —mientras paso apresurada por la sala.

—Ey, ey, espera —me detiene— ¿A dónde vas así de alterada?

—A devolver esto —levanto la sudadera.

—No sé la historia, pero debes calmarte antes de salir en la bici.

—Solo voy al hotel, es rápido.

—Es de Kai entonces, ¿no puede esperar a mañana?

—No, necesito sacarlo de mi vista AHORA.

—Vale, pero ten cuidado. —preocupada.

Salgo en la bici. Ensayo lo que quiero decirle.

“Aquí está tu sudadera. Gracias. Nos vemos el lunes”.

Sin drama. Sin reclamos.

(Mentira, estoy a segundos de explotar).

Suelto la bici en la entrada del hotel, esto será rápido. Sé que está en el muelle.

Lo encuentro con Manu. Tranquilo, revisa los equipos de buceo. Comparten risas, que alimentan mi rabia.

¿Cómo puede estar tan normal después de anoche?

—Hey Mila —me saluda Manu avisándole que llegué.

—Hola Manu.

Le extiendo la sudadera a Kai.

—Olvidaste esto anoche.

—No lo olvidé, quería que te la quedaras.

—Yo no la quiero —se la empujo contra el pecho.

La coge incómodo.

—Yo… voy a buscar unas herramientas —Manu mientras se aleja rápido.

Tardó demasiado, el aire corta.

—Sobre anoche… —lo interrumpo.

—No. No vamos a hacer esto. Tú dejaste que para ti fue un error. Entendido. Mensaje recibido.

Que tonto pensar que no le iba a reclamar.

—Me llevaste a tu lugar favorito, me hiciste pensar que había algo, casi me besas, y luego dices que fue un error. —mi voz se quiebra ligeramente— Qué conveniente, ¿no?

No quiero que me vea sensible.

—¿Sabes qué? Da igual. No importa.

Como odio cuando se queda callado. Joder di algo.

—Sí importa Mila. Lo siento. Para mi sí fue un error.

Una punzada en el estómago, seca, dolorosa. Era mejor que se callara.

—Estuvo mal ilusionarte con algo que no va a pasar. —no puede mirame.

—Tienes razón, no va a pasar.

Y me alegro de que duela, porque así al menos se siente real.

No le salen palabras.

Giro la espalda para irme.

Vuelvo a mirarlo una última vez.

—Quieres arreglar el océano, empieza por arreglarte a ti.

Me voy.

No puedo eliminar su miedo a sentir.

***

Kai

Tiro la sudadera al suelo con fuerza. Camino de un lado a otro. La madera del muelle quema mis pies.

Me tiro al agua.

El frío me parte el pecho.

Allá abajo no hay ruido. No hay Mila. No hay nada.

Ya no tengo aire, tengo que salir.

Manu está parado en el borde a punto de tirarse.

—¿Estás bien? —me extiende la mano— ¿Qué pasó?

—Estoy jodido.

—¿Qué hiciste?

Le cuento todo sobre anoche, sin detalles pero lo necesario para sacarlo de adentro. Manu es el único que me habla sin rodeos.

—Eres un idiota.

—Lo sé. —me quito el agua de la cara.

—¿Cómo le dices que fue un error después de todo eso?

—Entré en pánico.

—Claro, mejor esconderte y seguir jodido.

—Cuando se fue la primera vez… me destruyó.

Crecí más rápido después de eso, pero dolió cada día.

—Tenían trece, han crecido idiota. —me tira un tubo de snorkel— No quieres aceptarlo pero estás totalmente pillado.

Suelto una media sonrisa. Como me conoce el cabrón.

—Es fácil: vas, le dices que lo sientes pero de verdad, que entraste en pánico por su pasado pero que quieres intentarlo.

—¿Qué dices? no voy a hacer eso.

—Pues si no tienes valor, entonces no te quejes tanto —me golpea la espalda— te vas a divertir mucho viendo como ella sigue con su vida sin ti.

Seguimos con el equipo. Manu respeta mi silencio, sabe que me toma tiempo procesar las verdades.

Vibra el móvil, nuevo mensaje. Se me cierra el estómago.

“Mila: Mañana prefiero trabajar en casa, actualizamos el jueves.

Yo: Ok, nos vemos”

Soy imbécil, claro estoy pillado.

Nunca dejé de estarlo.

Y lo peor: todavía espero el jueves.

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Me tienen loca estos dos, ¿y a ustedes?




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