MARIANA DE LA NOCHE.
Capítulo 1.
Mi nombre es Matías Pérez, soy ingeniero ambiental. Me decidí por esta carrera porque amo la naturaleza y mi trabajo consiste en prevenir, afrontar y reducir los daños al medio ambiente. Tengo 25 años, soy alto, mido 1.84, tengo el cabello castaño, ojos marrón y una pequeña barba que cubre parte de mi rostro.
Me gusta mucho hacer deporte y todo lo que tenga que ver con la naturaleza. Tengo una familia hermosa, mis padres, mi hermano mayor y mi hermanita que tenía 19 años. Hace un año falleció, mejor dicho la arrancaron de nuestro lado, un loco la asesinó.
Empezaré a contarles desde el principio.
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Ella tenía un novio que se creía dueño de su vida. Primero era una mansa oveja, cariñoso, detallista, especial. Cuando estuvo seguro de tenerla a sus pies se convirtió en lobo, empezó a prohibirme las salidas, los amigos, hasta la manera de vestir. Muchas veces le dije que eso no era amor, el amor no exige, no pone condiciones, no te cambia la esencia. Cuando ella por fin lo entendió y decidió terminar con esa relación, el tipo le dijo que si no era para él, no sería para nadie más. Sin ninguna contemplación la asesinó.
Fue demasiado traumático para la familia, es algo que no se puede superar. Mi madre seguía hundida en una depresión, mi padre trataba de sobrevivir día a día y yo… traté de seguir con mi vida. Me dolía, a veces pensaba que tal vez hubiera podido hacer más por ella, pero tantas veces insistí con lo mismo. Le dije que él no era un buen hombre para ella, le advertí tantas veces y ella simplemente no quiso escuchar. El amor nos vuelve ciegos y hasta estúpidos. No nos deja ver más allá, no podemos ver lo que otros sí. Lo peor, también nos hace sordos, no escuchamos razones.
No entiendo como hay mujeres que se dejan pisotear de un estúpido imbécil. Las mujeres son hermosas, no necesitan de un hombre para salir adelante. Esas que dicen que lo hacen por los niños, lo veo como simples disculpas, solo les están haciendo daño. La verdadera razón es porque ellas creen que sin un hombre no pueden salir adelante. Para ningún niño es sano ver como sus padres discuten, o que su padre le pegue a su madre. Esos son hombres machistas, que se creen dueños del mundo.
¿Qué ejemplo es ese? El niño crecerá pensando que una mujer es un objeto de su propiedad, su sirvienta y que podrá pegarle cuando él quiera. Y si es una niña, entonces ella pensará que tiene que dejarse maltratar de un hombre, que es de su propiedad, su criada y además dejará que le pegue porque es correcto. De nosotros depende cambiar el futuro de nuestros hijos.
Todos merecemos una segunda oportunidad es verdad, pero un hombre que levanta la mano para pegarle a una mujer no merece ni segundas, ni terceras, ni cuartas oportunidades. A una mujer no se le toca ni con el pétalo de una rosa, mujeres si ustedes no se dan su lugar y se valoran nadie lo hará.
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Estaba saliendo de una relación un poco difícil, Bárbara se volvió demasiado toxica. Era una mujer muy guapa, alta, piel blanca, cabello negro y ojos del mismo color. Una relación que lastima nunca nos llevará a nada bueno. Habíamos cumplido tres años de novios.
Cuando empezamos a salir todo era diferente, nos llevábamos bien, salíamos y compartíamos juntos, pero luego todo empezó a cambiar. Terminé mi carrera y empecé a salir de excursión con mis compañeros. Eso le molestaba porque ella me quería tener de tiempo completo, empezó a prohibirme ciertas amistades, trató de ponerme a elegir entre ella y mis salidas.
Yo soy de los que pensaban que antes de entrar en una relación todos tenemos una vida, amigos, ocupaciones. El hecho de salir con alguien no quiere decir que perderemos nuestro espacio. Se lo dije muchas veces, tendremos nuestro tiempo como pareja, podemos salir y compartir, pero cada uno también tendrá su tiempo a parte, con sus amigos y su trabajo.
La base de una relación siempre será la confianza, si no podemos confiar en la persona con la que estamos no podremos vivir tranquilos. Porque las inseguridades y miedos se convertirán en un enemigo peligroso.
Nunca cedí a ninguno de sus caprichos, se ponía furiosa, histérica, gritaba, lloraba. Trataba de chantajearme, me decía que yo no la amaba lo suficiente porque no era capaz de hacer sacrificios por ella. Me pregunté, ¿qué tipo de amor es ese? Que te pone condiciones y te exige que dejes lo que te gusta. ¿Cómo pretendía cambiarme? Si cuando me conoció sabía como era yo, aún así quiso empezar una relación conmigo. Le dije, si algo no nos gusta hablemos y tratemos de buscar una solución, pero eso de ponerle condiciones al amor no va conmigo.
Aunque la amaba no podía seguir en una relación así, llena de celos, dudas, enojos, donde ella quería manejar mi vida como se le antojara. No podía ir con mis amigos porque se molestaba, no podía saludar a nadie porque no le gustaba, eso me tenía cansado. Además tenía la amarga experiencia de mi hermana, terminó en un cementerio por acceder siempre a los caprichos de ese maldito cobarde. Por quedarse callada, por aguantar sus maltratos, no, yo no quería eso para mí.
Fue muy difícil terminar con ella, mucho más porque yo la amaba. Muchas veces acepté darnos una segunda, tercera y hasta cuarta oportunidad porque iba a cambiar, pero no, cada día era peor. Cuando algo se rompe no tiene arreglo, a veces es mejor soltar eso que tanto nos lastima. Se ponía como loca, lo primero que dijo fue que yo tenía otra. Luego me dijo que se iba matar porque no quería la vida sin mí.
¡Por Dios! En qué cabeza cabe eso. La vida no es un juego como para decir esas tonterías, no es el fin del mundo. Duele y mucho, pero todo en la vida son solo momentos, tarde o temprano pasará. Era demasiado duro escucharla hablar así, pero no podía acceder a sus chantajes, eso ya no era amor.
Editado: 04.04.2023