Mariana De La Noche

Capítulo 3.

MARIANA DE LA NOCHE.

Capítulo 3.

 

Me quedé pensando en la propuesta, más bien en la petición de Ricardo. Sabía que todo se iba a complicar más, pero sería un insensible, no podía irme  como si nada. Mentiría al decir que no  me afectaba, al fin ella fue importante en mi vida, a pesar de todo habían sentimientos hacia ella.  Luego de unos minutos salió el doctor.

—¿Familiares de Bárbara Morales?  

—¡Nosotros! —respondieron al tiempo.

—La señorita está fuera de peligro, logramos detener la hemorragia,  en este momento está sedada. Ahora debemos investigar el motivo por el cuál su hija intentó atentar contra su vida.

—Eso ya lo tenemos claro, aquí está el causante —comentó Magdalena.

—¡Magdalena, no más! Muchas gracias por todo doctor, nosotros nos encargaremos de eso.

—Les informo que remitiremos a Bárbara a interconsulta con psiquiatría.

La señora Magdalena se puso furiosa, según ella su hija no estaba loca, el doctor trató de explicarle que era un proceso normal. Ricardo me pidió que entrara a la habitación, que tal vez a Bárbara le haría muy bien que al abrir sus ojos fuera yo esa primera imagen. No podía negarme.


Entré a la habitación, olía a alcohol y medicamentos, tenía una intravenosa en la mano derecha y dos vendas en sus muñecas. Estaba un poco pálida, se veía tan tranquila así dormida. Acerqué una silla y me senté junto a ella, tendría que posponer el viaje. Hablaría con la empresa y pediría una semana más, al menos  hasta que Bárbara se recupere. Le envié un mensaje a mi madre, le avisé que no podía ir  a comer a casa. Le inventé que era por trabajo, no quería mortificarla más, ella no estaba bien  y no quería que se pusiera peor.

Chat WhatsApp ; Rafael.

¿Matías, dónde andas? La fiesta en casa de Manuela estará de maravilla, no te la puedes perder. 😀

No puedo, vayan ustedes, que se diviertan.

¡¿Qué?! Ya habías quedado con nosotros. 🙄

Estoy en el hospital.

¿Qué te pasó, estás bien?

Yo estoy bien, es Bárbara.

¡Otra vez esa vieja loca!  No sabe cómo llamar tu atención. 😤😤😠. ¿Ahora que le pasó? Otro berrinche.

Esta vez llegó muy lejos 😒 se cortó las venas.

¡No me jodas! ¿En serio?

Sí. Estoy aquí porque Ricardo me lo pidió.

Esa mujer está mal de la cabeza y tú estás peor por ceder ante sus estupideces, terminarás metido en líos, pensalo home. Luego hablamos, espero que todo se solucione.

¡Gracias!

Yo también esperaba lo mismo, pero lo veía  tan lejano. Me puse a jugar con mi teléfono cuando escuché un suspiro, mpezó a parpadear lentamente, giró la cabeza mirando a todos lados como si  no recordara lo que pasó. Movió sus manos, se miró las muñecas y un quejido se escapó de sus labios.

—Tranquila, no te muevas —Murmuré.


Me acerqué con mucho cuidado y bajé sus manos, ella me miró fijamente y sonrió.

—¡Mi amor! ¿Estoy muerta, verdad?

—No, estás en el hospital.

Negó con una sonrisa de boca cerrada.

—Debo estar muerta, de lo contrario tú no estarías aquí conmigo.

—No digas tonterías, no estuvo nada bien lo que hiciste.

—No me arrepiento —me miró—, valió la pena si tú estás aquí conmigo.

Dios… esa  mujer estaba mal de la cabeza, cómo podía pensar esas cosas.

—¡No me regañes, por favor! —hizo un gesto en señal de puchero—, mira que me duele, ven acércate, quiero sentirte aquí conmigo.

Movió su mano tratando de encontrar la mía y de nuevo un gesto de dolor apareció en su rostro. Tomé su mano suavemente y ella me regaló una sonrisa; al fin logró lo que ella quería.  

—¿Eso quiere decir que las cosas entre nosotros ya se arreglaron?

Lo sabía, sabía que eso traería solo problemas. Cuando pensé en responder la señora Magdalena entró por la puerta y me sentenció; respondió por mí.

—Claro que sí, cariño. En cuanto Matías se enteró llegó corriendo muy angustiado.  


Le dijo lo que Bárbara quería escuchar, el problema también era de la señora, que pretendía darle a fuerza todo lo que su hija quería.

—¡Mi amor! Todo volverá a ser como antes, ya lo verás.

Quise sacarla de su error, pero esa señora me fulminó con la mirada. En parte tenía razón, no era el lugar, ni el mejor momento para hablar. No pude más y me retiré con la disculpa de ir por un café. Me encontré en la salida con Ricardo, sentí una palmadita en el hombro, había escuchado todo, en su mirada solo había agradecimiento.


—No tendré como pagarte esto que estás haciendo, gracias Matías —susurró.

—No me agradezca, mejor piense en la mejor manera posible para sacar a su hija de su error —Murmuré—;usted sabe que si estoy aquí no es porque todo entre nosotros se arregló.

—Lo sé. Pero mira lo animada que está, si le decimos en este momento será peor.  

—No digo que tiene que ser hoy, pero sí deben buscar la manera de ayudarla, como lo dijo el doctor, Bárbara necesita ayuda y usted lo sabe.


Bajó la mirada, me imaginé que para él  y para cualquier padre en su lugar era muy difícil escuchar que su hijo necesita ayuda psicológica. Saber que no estaba nada bien lo que hacía.  Salí del hospital a buscar un café bien cargado, lo necesitaba.  Recibí un par de llamadas de mis amigos que insistían que ella solo buscaba la manera de manipularme hasta lograr lo que ella quería; que regresara  con ella.


Según ellos yo caí como un estúpido en su trampa, ahora sería mucho más difícil librarme de ella. Sabía que tenían toda la razón, todo se me complicó. Caminé por los alrededores, necesitaba pensar y dejar que el aire  me purificara.


Minutos después regresé a la habitación, me recibió con una sonrisa;

—¡Mi vida! ¿Dónde estabas?

Respiré profundo y dejé que el aire llenara mis pulmones, luego solté lentamente.

—Fui por un café. ¿Cómo te sientes?

—Ya que estás aquí, mucho mejor.

Sus padres cruzaron miradas.



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En el texto hay: dolor, desepcion, tristesa

Editado: 04.04.2023

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