Mariana De La Noche

Capítulo 18.

MARIANA DE LA NOCHE.

Capítulo 18.

Después de casi 8 horas de viaje por fin llegamos al municipio de Turbo. Era realmente hermoso, incluso la playa que tenía. Nos íbamos a quedar en un hotel que nos asignó la empresa. Al día siguiente por la mañana nos reuniríamos con el señor que nos iba a llevar a la vereda que teníamos que visitar, eran varias veredas. Empezaríamos por las más cercanas.

Como era de esperarse mis amigos ya habían empezado a mirar que material se veía. Así solían decir ellos cuando hablan de mujeres. Ellos pensando en eso y yo no quería saber nada de esos temas, fui a este lugar huyendo de ese tema “Las mujeres”

—¡Qué más pues, ya vieron ese grupo de chicas! —Comentó Orlando.

—Al parecer nos están  mirando —añadió Rafael.

—¡Están como buenas! —soltó Carlos.

—¡Avemaría Matías, cambia esa cara! —soltó una carcajada Marcos.

—Ustedes están locos —comenté—, si se quieren quedar es asunto de ustedes, yo me iré al hotel a descansar.

Soltaron una carcajada.

—Matías, no todas las mujeres están locas como Bárbara —intervinó Orlando.

—Ni menciones a la barbacoa, capaz se nos aparece aquí —Replicó Marcos.

Todos empezaron a reírse yo solo fruncí el ceño. Sentí una palmadita en la espalda de Rafael.

—¡Relájate, estamos molestando!

—No puedes amargarte por una mala mujer —Comentó Carlos—, tú solo disfruta, no le metas corazón, pasas un buen rato y la despachas.

Parpadeé rápidamente y respiré profundo.

—¿Saben cuál es el problema?

Negaron al tiempo.

»Que yo no soy como ustedes que ven a las mujeres como cosas, u objetos que se pueden usar para luego desechar.

—¡Ombe salimos regañados! —intervinó Rafael.

—Por meterle corazón terminaste metido en tantos problemas con la bruja esa —comentó Orlando—, en cambio nosotros solo disfrutamos y no sufrimos.

—¿Ahora tú, entiendes la diferencia? —inquirió  Carlos—, no te compliques tanto, deja todo eso malo atrás y disfruta.

Señaló a su alrededor.

»Mira la variedad, ahí es donde está el placer.

Negué.

—No quiero saber nada de mujeres.

Todos cruzaron miradas y empezaron a molestarme.

»No estoy hablando de cambiarme de equipo como dicen ustedes. Es solo que en este momento de mi vida quiero estar solo, el amor y todas esas pendejadas están vetadas para mí..

—Es solo por eso, o ¿aún estás enamorado de Bárbara? —preguntó Marcos.  

—Lo que sentía por ella se murió, fue ella misma quien se encargó de matar ese sentimiento.

Todos se llevaron las manos al pecho y respiraron aliviados haciendo gestos demasiado exagerados. Di media vuelta y regresé al hotel.

En la mañana yo fui el primero en levantarme. Como era de esperarse esa noche se quedaron hasta tarde en la calle de fiesta, al día  se les estaba haciendo complicado levantarse. De la recepción avisaron que el guía ya había llegado. Bajé para recibirlo, era un señor de unos 50 años que conocía muy bien cada rincón de ese lugar.

Hablamos unos minutos mientras mis queridos amigos llegaban. Por lo que me había dicho  regresábamos  a dormir a ese mismo hotel, ya que donde íbamos nos daba para ir y regresar.

Luego de unos minutos ya listos con todo lo necesario emprendimos nuestro camino. Por fin a trabajar en lo que me apasionaba después de tanto tiempo.

 

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MIENTRAS TANTO EN MEDELLÍN.

NARRADOR OMNISCIENTE.

Estaban todos sentados en la mesa cenando, el silencio reinaba en ese lugar. Lorenzo tenía la mirada puesta en la comida al igual que Mariana.

—¿Ustedes piensan seguir así?

Habló Lucrecia mirándolos a ambos.

—¡Hoy no pasaré la noche aquí!

Lorenzo levantó la mirada solo para mirar a su madre.

—¿Y eso por qué? —inquirió Lucrecia.

—Iré a casa de un amigo y ahí pasaré la noche.

—Sabes Lorenzo que no me gusta que estés jodiendo en casas ajenas.

—Madre, hace mucho que no me quedo fuera de casa, solo iré a jugar videojuegos.

Mariana permanecía  en silencio, la indiferencia de su hermano la estaba matando. Lorenzo terminó de comer y se levantó de la mesa. Se despidió únicamente de su madre, Mariana pasó saliva cortando el nudo que se formó en su garganta.

Pensar que a veces perdemos seres queridos por personas que no valen nada. Precisamente eso es lo que buscan ese tipo de personas alejarnos de amigos y familiares para tener el absoluto control de nuestras  vidas.

—Mariana, ¿Qué fue lo que pasó? ¿No me van a contar?

Mariana le dio un sorbo a su jugo, pasando el nudo que tenía en la garganta.

—Fue una tontería.

—¿Por una tontería Lorenzo está tan molesto?  Ustedes hace años que no discutían, es más nunca habían discutido así.

Mariana no sabía que inventarle a su madre, por esa razón dijo lo primero que se le ocurrió.

—Le hice una broma muy pesada, por eso se molestó.

Lucrecia frunció el ceño.

—Con justa razón.

—Ya ves, es solo una tontería.

—¿Pero qué fue lo que le hiciste para que se enojara tanto?

—Una tontería madre, le hice creer que había arruinado sus zapatos y camiseta favorita.

—Mariana, te pasaste. Sabes lo delicado que es tu hermano con sus cosas.

Mariana se encogió de hombros restándole importancia, se levantó de la mesa y se fue a su habitación.

DÍAS DESPUÉS…

Mariana continuó su relación con Emanuel con normalidad. Las cosas con Lorenzo mejoraron, ya se habían reconciliado. Él no volvió a mencionarle el tema, evitaba encontrarse con Emanuel. Tenía claro que no dejaría que nadie alejara a su hermana de su lado, a pesar de todo, él siempre iba a estar ahí para apoyarla y haría todo por cuidarla.

Tenía muy claro que no volvería a ayudarla en nada que tuviera que ver con Emanuel. La imagen que tenía de él ya había cambiado. Mariana le insistió que todo fue un malentendido, una discusión de pareja, como cualquier pareja normal del mundo, no le quedó más remedio que fingir creerle. Le dolía esa situación, pero su hermana era la única que podía cortar con todo, ella era quien debía poner límites. Lo difícil era que ella abriera los ojos.



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En el texto hay: dolor, desepcion, tristesa

Editado: 04.04.2023

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