》》》Me das lastima, pero no quiero ser tu novia《《《
¡Volkan! Mierda, mierda, mierda. Salto soltando mi Tablet.
Llevo mis manos a mi pecho, tengo el corazón muy acelerado. Lo veo inclinarse para recoger mi E Reader y lo empujo.
—Deberías aprender a respetar el espacio personal de las personas. —levanto el aparato pegándolo a mi pecho. Media sonrisa aparece en su rostro.
—¿Qué mirabas? Hasta te mordías el labio. —junto mis cejas. Yo no hago eso.
—Eso no es verdad. —me alejo de él.
—Claro que si pequeña Lady, además es la primera vez que te veo sonreír de esa manera y ya te conozco hace más de dos meses. —no estaba sonriendo, ¿O sí? Qué vergüenza. Lo importante aquí es que nunca se entere qué estaba leyendo.
—Soy libre de sonreír cuando a mí se me dé la gana. —bloqueo la Tablet y cojo la mancuerna para continuar.
Me mira una vez más, yo me hago la desentendida.
Lo veo tomar la polea para ejercitar sus tríceps. Sacudo la cabeza aún con el corazón latiendo rápido, eso estuvo muy cerca, alguien debería enseñarle a respetar la privacidad de las personas.
Vuelvo mi rostro en su dirección, sus pectorales se inflan con cada movimiento, están cubiertos por una fina capa de bello, mi mirada baja un poco más para ver su abdomen bien marcado, puedo notar como se contraen al tiempo que mueve sus brazos, mis ojos siguen bajando y llego esa zona, aparto la mirada rápidamente. ¡Dios...! ¿Porque le estoy mirando ahí? Fijo mis ojos en un punto frente a mí, pero mi traicionero cerebro solo puede intentar imaginar cómo se vería.
Suelto la mancuerna enderezándome, no me puedo permitir pensar en eso, y menos de él.
Me quito los audífonos que apaciguaban el sonido de la música externa del lugar, es horrible, pero al menos escuchar algo diferente me ayudará a distraerme de pensar cosas que no debo.
Continuó con otro ejercicio, ahora estoy tumbada de cuatro patas levantando una mancuerna con la parte de atrás de mi rodilla.
Me arden las nalgas, pero este es un dolor de satisfacción, así que continúo. Me faltan solo dos para terminar esta serie...
—No sé qué mirabas, pero algún día me lo vas a contar... Por cierto, excelente trabajo. —me quedo quieta al escuchar su voz, esta inclinado para hablar cerca de mi oído. Dejo caer la cabeza a la colchoneta, mi concentración se esfumó.
—¿Te puedes largar? Por favor. —suelta una ronca carcajada, al parecer le gusta verme de mal humor, y es que con esa actitud de machote me saca el genio muy fácil. Me siento y lo veo alejarse con la señorita Méndez a su lado.
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Esta semana ha sido muy tranquila, Volkan entrena en completo silencio y luego se va. Es extraño, ya me había acostumbrado a hablar con él, bueno a discutir con él, de cierto modo es divertido, pero ahora está muy serio y distante, hasta ha dejado de tomarse fotos y videos, y yo no soy de ir a hablar con él, no tengo ese don, si a mí me ignoran yo ignoro por igual.
Veo venir a la señorita Méndez, ella es la única capaz de mejorarle el humor.
Acomodo la polea en mi pie y empiezo a empujar. Cierro los ojos concentrándome en la resistencia de mis movimientos y el libro que suena en este momento.
—No quiero más esto. —escucho que dice la señorita Méndez cuando mi audio libro se detiene.
—Esto es una mierda... —resopla Volkan de mal humor. Yo intento seguir en mi ejercicio no quiero que noten que los escucho.
—Entonces no va más ¿Verdad? —pregunta ella. ¡miércoles! ahora entiendo por qué esta de mal humor estos días. No puedo aguantar más. Saco mi pie, tengo que irme, no puedo escuchar conversaciones ajenas y menos tan delicadas.
—Eso creo, si es lo que tú quieres, eres libre. —responde él y su voz suena rasposa. No puedo impedirlo, mi cabeza se giró buscando su rostro.
Tiene los ojos algo rojos y parece que va a llorar. La mujer se va y los ojos de Volkan se encuentran con los míos, intento apartar la mirada, pero no puedo, entonces su boca se frunce.
¿En serio? ¿Va a llorar? ¿Qué hago? ¿Me voy? ¿Lo consuelo?
Mis pies toman vida propia, llego frente a él para abrazarlo, siento como se inclina abrazándome también, no tengo ni la más mínima idea de lo que estoy haciendo, pero no soy una mala persona, no puedo ver a alguien sufrir así y solo irme como si nada.
Su cuerpo se agita un poco, está sollozando. Palmeo su espalda y noto que lo estoy tocando, él está sin camisa y mis manos están sobre su piel ¡Desnuda!, es muy suave. Aparto esos pensamientos, él sufriendo por su relación rota y yo pensando en su piel, que clase de mujer soy.
Su agarre se afloja y me da la espalda. Lo veo restregar sus ojos, de mi bolsillo saco un pañuelo y se lo ofrezco, él lo recibe sin mirarme.