Marlady

Capitulo 3.

》》》Nuestra relación es laboral 《《《

 

—¿Que esperas? —lo ánimo a atacarme, confío en mis habilidades de supervivencia. 

Me devuelve la sonrisa y camina rápidamente hacia mí, lo veo mirar mis piernas y sé a dónde va a atacar.  

Se inclina tratando de alcanzar mis caderas, pero yo doy un paso hacia él, me impulso hacia arriba poniendo un pie en su pierna, apenas cree que me tiene, paso mi otra pierna por su hombro apretando su torso, en un abrir y cerrar de ojos estoy sobre él, agarro su brazo dominante y lo pongo contra mi pecho haciendo que pierda el equilibrio y caiga al suelo, cuando se da cuenta de lo que está pasando, ya lo tengo inmovilizado con una llave.  

—¡Ahhhh! —grita cuando hago presión. Con su mano libre me da dos palmadas en las manos y lo suelto.  

Se sienta mirándome con los ojos bien abiertos.  

—¡Por dios mujer! —se soba el brazo. —Casi me partes el brazo. —me levanto del suelo sonriendo.  

—Tú me provocaste, ahora asume las consecuencias. —camino hacia mis cosas tengo sed, quiero tomar agua.  

Por el rabillo de mi ojo lo veo acercarse, intento girarme, pero es muy tarde su brazo pasa sobre mi cuello inmovilizándome, siento la presión en mi garganta y el oxígeno no llega a mis pulmones, por un segundo entro en pánico, entonces recuerdo mis lecciones... El miedo nubla nuestro razonamiento, no nos podemos dejar dominar de él.

Doy un codazo hacia atrás, escucho como se ríe, entonces entiendo que está seguro de que ganó, meto mi brazo en medio de su llave que pierde agarre y me giro quedando frente a él, levanto mi rodilla para golpear sus nueces, pero recuerdo que es una práctica entonces me detengo.  

—¡Mis hijos! — grita mientras se inclina y pone su mano para detener mi rodilla.  

Suelto una carcajada al ver su rostro apretado esperando el golpe, sí que pude estrellarle los huevos, pero no soy tan malvada, además ya quedó claro que me puedo defender bien.  

—¿Te parece gracioso que casi me dejas estéril? —lo miro y no puedo evitarlo, se ve muy gracioso, de verdad está preocupado por sus nueces.  

—¿Quieres que te mienta, o te digo la verdad? —digo aun riendo. Lo veo erguirse, pero no puedo dejar de reír, su cara de mal humor me hace mucha gracia.  

Siento que me toman por las piernas y un segundo después solo veo las nalgas de Volkan cerca de mi cara.  

—¡¡Ahhhhh!! —grito buscando de donde agarrarme y sigue sin camisa, sería bueno que se la pusiera de vez en cuando.  

Empieza a correr conmigo a cuestas y yo no dejo de gritar, mis manos tocan su espalda y abdomen. 

—¡Bájame! ¡Bájame! —le doy varios puños en la espalda para que me baje. 

—Esto te ganas por burlarte de mí.  

—Volkan, no es gracioso, ¡Bájame! —grito y luego empiezo a mover las piernas.  

—¡No hagas eso...! —advierte apretando su agarre en mis piernas, pero yo continúo con todas mis fuerzas. Me duele el abdomen, su hombro no es precisamente acolchonado para soportar todo mi peso en mi estómago.  

—Deja de moverte, te puedes caer. —dice divertido. Ya no quiero más esto. Entonces me quedo quieta. —Esta todo bien ahí atrás. —su tono suena extraño.  

—Serías tan amable de bajarme. Por favor. —su cuerpo se sacude cuando suelta una carcajada y yo me dejo llevar por la ira, empiezo a pellizcar su espalda.  

—¡Ahhh!... ¡Ahhhh! —grita al sentir mis acciones. Veo el piso acercarse a mi cara y nuevamente tengo mis pies sobre la tierra. —¡Oye! —lo veo sobarse la espalda y luego entra al baño. 

Me pongo a recoger mis cosas, estoy furiosa, no quiero estar aquí cuando salga del baño.  

—¿Tienes clase hoy? —giro mi rostro para encontrar a Alexandra parada en la mitad del salón.  

—No, entrenaba sola.  

—Me dejaste la espalda marcada. —dice Volkan saliendo del baño. Se queda callado al ver a su novia parada mirándonos.  

Sus ojos se encuentran y puedo sentir la tensión entre ellos.  

—¿Que hacen los dos aquí? —su intensa mirada sobre el hombre me inquieta.  

Recojo mis cosas en silencio, esto no me compete a mí. Volkan camina a recoger sus cosas, puedo ver que, si le arañé la espalda, hago una mueca y camino a la salida.  

—¿Volkan...? —dice Alexandra pidiendo explicaciones, pero él la ignora. —¿Marlady...? —me llama y me detengo.  

—Señorita Méndez... —la miro y siento su mirada de ira sobre mí, no sé qué quiere que le diga, yo no tengo que darle explicaciones. No dice nada y emprendo mi camino.  

—¡¿Volkan?! —esta vez grita. Lo veo girarse con la mandíbula apretada y camino más rápido.  

—Alexa, ya te lo dije. Tomaste tu decisión, ahora déjame en paz... —es lo último que alcanzo a escuchar. 

.

 . 

Llego a mi auto, entro rápido, una sonrisa se dibuja en mi rostro recordando la paliza que le di a Volkan.  




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