》》》También soy Masoquista《《《《
—Se te olvida algo… —empiezo a zapatear el suelo perdiendo la paciencia. —¿Dónde está mi, por favor?
—Por favor sales de mi habitación. —le doy gusto, de verdad quiero mi paz. Lo veo mover su índice indicándome un no.
—Va al final. —aprieto mis puños, él de verdad pone a prueba mi paciencia. Le sonrío con rabia.
—Sales de mi habitación, por favor. — digo finalmente. Volkan sonríe.
—Me encanta. —suspira. —Pero no me voy a ir. —mis ojos se abren tanto que creo que se me van a salir de las órbitas, camino hasta él como un toro, pisando duro, lo cojo de los hombros y lo jalo para que se ponga de pie.
Mi momento de ira me sega tanto que no calculo que él es mucho más grande que yo, y aunque use toda mi fuerza, si él no quiere, no lo voy a mover.
Planta sus pies en el suelo, y aunque saco toda la fuerza que tengo no logro moverlo sino solo unos milímetros.
Volkan empieza a reír, ya sé que sacarme el genio es lo que más disfruta y como tonta siempre le doy el gusto de permitir que me saque de mis casillas.
—¡Aggg! —rabió apretando mis puños en su ropa. —¡Te odio! —golpeo su espalda empujándolo. —¡Te odio! ¡Te odio! —Volkan gira su torso cogiendo mis muñecas.
—No te hagas daño. —me mira fijo a los ojos, acerca su boca a mis nudillos y les da un beso.
Abro los ojos sacando mi mano de su agarre.
—¿Qué te pasa? —limpio mi mano en mi ropa, quedó algo de su saliva. Él sonríe llevando mi otra mano en la misma dirección, pero no voy a permitir que lo haga. Jalo mi mano con toda mi fuerza, pero su agarre es fuerte, ya me está doliendo la muñeca de la presión que ejerce en ella. —¡Me estás lastimando! —digo con mis dientes apretados.
—Tu sola te estás lastimando. —levanta una ceja acercándose peligrosamente a mí, estoy arrodillada en mi cama, me subí cuando trataba de sacarlo de mi habitación. —Si sabes que entre más te resistes me pareces más interesante… —besa mis nudillos mirándome fijamente. —Más apetecible. —abro los ojos, ¿Apetecible? ¿Cómo apetecible? No soy comida. —Y… Estamos en tu cama… —se acerca más, yo trato de alejarme, cuando está muy cerca no pienso con claridad. —El lugar perfecto. —susurra y está casi sobre mí.
Miro a mi alrededor desesperada. No entiendo por qué me dice todas esas cosas, pero necesito que se aleje de mí, pone sus codos a los costados de mi cabeza con una enorme sonrisa en su rostro.
Estoy tan desesperada en encontrar una salida a mi situación que no me doy cuenta cuando se inclina y deja un corto beso en mis labios, después rueda a mi lado y yo me levanto como un rayo.
—¡No vuelvas a hacer eso! —le advierto señalándolo. Él levanta sus hombros.
—¿Por qué te incomoda tanto? Es solo un beso. —achico mis ojos mirándolo. ¿Solo un beso? Resoplo. Solo un beso. Para él es tan simple, pero para mí no.
Le doy la espalda sintiéndome estúpida, no soy como las protagonistas de esos libros, un hombre no se va a enamorar de mi perdidamente, no es como el típico cliché dónde el galán besa a la bella protagonista y queda prendado de ella por la eternidad.
Cojo mi libro y salgo a mi balcón, necesito aire, solo espero que a Volkan no se le ocurra salir aquí también.
.
.
Junto mis cejas tratando de enfocar mi vista, se me está haciendo difícil ver las letras, levanto el rostro y noto que ya está anocheciendo, miro al interior de mi habitación y todo se ve oscuro, lo más seguro es que Volkan se fue, es lo mejor, reviso cuánto me falta para terminar el capítulo, como no es mucho me doy el tiempo de terminarlo.
Entro en la habitación y aquí si ya está muy oscuro, camino al encendedor con los brazos extendidos, conozco mi habitación, pero no está de más ser precavido.
Enciendo la luz dejo el libro en mi escritorio, camino a la salida, pero me detiene el bulto que se ve en mi cama, me acerco y veo a Volkan durmiendo plácidamente, está de medio lado y al parecer muy profundo, ni porque encendí la luz se despertó, miro la hora en mi mesa de noche y ya son las siete, tiene que irse.
Lo pincho con un dedo en las costillas, se queja sin abrir los ojos. Vuelvo a pincharlo, pero esta vez sonríe.
—Volkan. —susurro para despertarlo, no es bueno despertar a la gente abruptamente.
Llevo mi dedo de nuevo a sus costillas y está vez pincho con más fuerza, escucho una corta carcajada. Lo miro, pero sigue con los ojos cerrados, entonces lo pincho más fuerte varias veces, al parecer él no duerme, se muere.
Volkan grita y luego suelta una sonora carcajada. Me alejo, pues su reacción es algo agresiva, me mira con los ojos chiquitos de reírse.
—¿Qué crees que haces? Me pude orinar. —mi cara de asco no tarda en aparecer, está en mi cama, eso sería una verdadera tragedia.
—¿Tienes problemas de incontinencia? —su rostro se pone serio y ahora soy yo la que se ríe. Niego viendo su cara de desconcierto.