Marlady

Capítulo 11.

 

》》El dolor de la decepción 《《《《

 

 

—Marly… —dice con los ojos bien abiertos.

—¿Marlady? —el rostro de la mujer cambia a preocupación. —Qué situación tan…. Inesperada. —le doy una rápida mirada, porque mis ojos están fijos en el que se supone es mi progenitor.

Ciro se aclara la garganta, está nervioso, intenta decir algo, pero nada sale de su boca.

—Papi. ¿Quién es ella? —pregunta el pequeño que no debe tener más de siete años. Miro su pequeño rostro y luego a mi papá, son idénticos, la mujer se acerca a mí y me toma del brazo delicadamente.

—Marlady… —escucho que me nombra, la miro y vuelvo la mirada a mi papá.

—Marly, cariño... —dice el descarado. Ahora entiendo por qué ya no tiene tiempo para mí, claro, ya le encontró reemplazo a mi mamá... y a mí, saco mi brazo de las manos de la mujer. —Te puedo explicar todo. —agrega y yo niego, no quiero saber nada, no quiero escucharlo, no quiero torturarme con esto, no quiero volverlo a ver, ¡No quiero! —Cariño. —me coge del brazo, miro su mano y levanto el rostro.

—Su… !Suéltame! —me cuesta hablar, tengo la garganta en un nudo.

—No, déjame explicarte esto.

—Dale tiempo. —dice la mujer cogiéndolo del brazo, él la mira y yo aprovecho para soltarme y correr, no sé a dónde voy, solo sé que no quiero estar aquí.

—¡Marly! —me llama y yo continuó corriendo.

Estoy por llegar al baño cuando me jalan del brazo con fuerza, choco contra un pecho, cuando levanto el rostro mi papá me está abrazando, siento su aroma a miel y su ropa áspera de nuevo, forcejeo para separarme, él me toma de los brazos y me sacude.

—Cálmate. —exige. Como si fuera tan fácil, la ira corre por mis venas y lo odio por haberme dejado sola, porque siempre lo necesité y no estuvo. —Te iba a decir todo, pero siempre estás muy cerrada. Déjame explicarte. —sacudo mi cuerpo para que deje mis brazos.

Volkan llega detrás y lo jala del hombro alejándolo de mí.

—¡Suéltela en este momento! —ordena con su voz dura. Miro a Volkan y a mi papá ya lejos y corro de nuevo al baño.

—¡Marly! —ignoro sus llamados y entro en el baño sintiéndome a salvo. Recargo mis brazos en el lavado agitada. Papi. ¿Quién es ella? Escucho la vocecita del niño en mi cabeza.

Abro la llave y meto mis manos, necesito tranquilizarme, necesito verle el lado bueno. Aprieto mis ojos sintiéndome estúpida, esta situación no tiene lado bueno, fui reemplazada y desechada.

Miro mi reflejo y no creo lo que veo, estoy llorando, llorando por él, ¡Que tonta! ¡Soy una estúpida! Yo esperándolo en casa y él llegando a otra.

Aprieto mis puños y voy a coger algunas toallas para limpiar mis mejillas, seco el líquido en mi rostro, pero mis ojos insisten en sacar más lágrimas.

Papi. ¿Quién es ella?. Vuelve a resonar. Sacudo mi cabeza alejando esos pensamientos.

Cierro mis ojos y trato de poner mi mente en blanco, empiezo a respirar, tengo que llegar a mi casa con dignidad, no me pueden ver destruida.

—Marlady… —escucho la gruesa voz de Volkan, pero no me dejo desconcentrar, continuó respirando pausadamente.

Abro los ojos y miro mi reflejo, paso la toalla y lavo mi rostro, para bajar un poco los colores de mis mejillas.

—Marlady. —veo a Volkan por el reflejo, seco mis manos y entro en un sanitario. —¿Cómo estás? —se aclara la garganta. —Perdón, es una pregunta estúpida. — tomó papel y limpio mi pecho, ya no me importa cómo se vea.

Hago mis necesidades y vuelvo a salir esperando ya no esté y el rosa de mis mejillas se haya ido.

Para mí sorpresa sigue aquí, ¿Por qué no se va?, es decir, es el baño de damas. Camina tímidamente hacia mí. Vuelvo a lavar mis manos y levanto el rostro para mirarlo.

—Te importaría llevarme a mi casa, por favor. —me mira serio, como estudiándome. Si no lo hace tengo que conseguir un teléfono, Joe me puede recoger.

—Claro. —susurra llevando su mano a mi mejilla, me quedo quieta mirándolo a los ojos, parece abatido, ¿Podría estar preocupado por mí? —¿Estás lista? O ¿Necesitas más tiempo? —su tono es tranquilizador, no puedo negar que tenerlo a mi lado en este momento me reconforta de cierta manera. Mis ojos se fijan en la puerta, no quiero ver a mi papá, no hoy, quiero, necesito tiempo, tiempo para superar esto. —Lo convencí de que se fuera. —miro a Volkan a mi lado, no sé cómo supo que pensaba en eso.

Asiento y camino a la salida, antes de llegar a la puerta los brazos de Volkan me atrapan, siento su respiración en mi cabeza, me aprieta, y por último deja un beso en mi coronilla, me toma de la mano y me guía a la salida.

El auto sale del estacionamiento subterráneo, el camino está despejado, es algo extraño, pero lo agradezco, quiero estar en mi cama, es estúpido decirlo, pero quiero llorar en la privacidad de mi habitación, necesito mi lugar seguro para poder soltar todo lo que estoy reteniendo.

Abro la ventana y recuesto mi cabeza sintiendo la brisa fría en mi rostro. Mi traicionero cerebro me trae imágenes de cuando fui feliz, tenía cinco, fuimos a la playa, mi mamá me sostenía de la mano derecha y mi papá de la izquierda, corremos y me cuelgo de sus brazos balanceándome.




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