》》》Regando mi jardín I《《《《
Sentada frente a la pantalla del televisor elijo una película no sé qué quiero ver, por eso exploró todas las categorías que me ofrece Netflix. Volkan llega con una manta y varias almohadas.
—¿Lista? —pregunta con una sonrisita. Asiento.
—No sé qué poner. ¿Qué quieres ver? —se encoge de hombros.
—Siempre es difícil decidir… —se sienta en la alfombra y palmea a su lado invitándome a hacer lo mismo. No sé porque el piso le parece más cómodo que el sofá, pero no voy a discutir. Me siento junto a él y le paso el control.
—Elige tu. —coge el control y busca, tiene cara de que sabe lo que hace. Selecciona una y hago una mueca.
—“Y ¿Dónde están las rubias?” ¿De verdad? —Volkan sonríe animado.
—Es un clásico de la comedia. —ruedo los ojos. No es que no me guste, es solo que ya se ve muy vieja.
La película empieza y Volkan estira su brazo invitándome a recostarme en su pecho.
Lo dudo por un momento, pero a quien quiero engañar, me gusta su cercanía. Dejo caer mi cabeza en su pecho con la vista fija en la pantalla, Volkan acaricia mi cabello sin saber que ese acto es como un somnífero, empiezo a torcer los ojos luchando contra el sueño.
—Oye… —dice bajito, pero mi oído lo escucho muy grueso saliendo de su pecho. —No te duermas, tramposa, vamos a ver la película. —mueve su hombro y me levanto para mirarlo. —Mi preciosa Lady, lo siento, de verdad te estabas durmiendo. —acaricia mi mejilla y me vuelvo a recostar.
Siento sus brazos a mis costados apretándome con fuerza, no hay mejor posición para dormir que esta, su cuerpo es perfecto, cálido, suave, se siente seguro y su embriagador aroma inunda mi nariz ayudándome a caer.
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Mi almohada se mueve y abro los ojos, la luz del sol está casi apagada, la habitación está en una leve penumbra que solo ilumina la pantalla del televisor, ya no están dando la película de las rubias, es otra que no conozco, el brazo de Volkan sigue en mi cintura y no puedo negar que se siente bien, pero mi cuerpo ya protesta por estar en la misma posición tanto tiempo. Levanto la cabeza y miro al hombre debajo de mí, sus oscuros ojos se fijan en mi rostro y sonríe.
—¿Si descansaste? —pregunta con esa voz suave que suena tan seductora, pero en este momento quiero girarme para dejar descansar mi cuerpo.
Alejo la mano de Volkan y me acomodo dándole la espalda, mi cintura ya me duele, y como no, estamos sobre una alfombra que si bien es esponjosa no puede competir con la suavidad de una cama.
Mis ojos se fijan en el televisor, pero quiero seguir durmiendo, cierro mis ojos intentando continuar con mi descanso. Siento a Volkan moverse detrás de mi, un segundo después está pegado a mi espalda, mis ojos se abren recordando lo que sucedió está mañana, siento su brazo en mi estómago, sus piernas están justo detrás de las mías y su respiración hace cosquillas en mi oreja. Me quedo quieta esperando sus movimientos, pero no ocurre nada más, relajo mi cuerpo y cierro los ojos de nuevo.
Pasan los minutos y yo no puedo dormir como antes, la presencia de Volkan detrás de mí me pone nerviosa, ansiosa, y por qué no… deseosa, sé que no está bien, él no es nada mío, bueno, se supone que somos novios, pero eso es de mentiritas.
Me concentro en la película que se reproduce en la pantalla, no me quiero mover, no sé por qué, pero no lo quiero incomodar, el me dejó dormir a mí, ahora es mi turno.
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El sueño le dura muy poco, después de veinte minutos lo siento moverse de nuevo detrás de mí.
—Mi Lady… —susurra.
—Dime… —le respondo en el mismo tono.
—Creo que tengo hambre. —dice y me río, estaba pensando lo mismo. —Además, esta alfombra está muy incómoda. —me enderezo estirando mi cuerpo, mi espalda traquea quejándose por el lugar donde me acosté.
—Lo pensé desde el primer momento, no creí que me fuera a ganar el sueño. —le digo con mi voz cargada de pereza.
Volkan se sienta estirando su espalda también, me mira en el suelo y sonríe, lo veo inclinarse y tiene esos ojos tiernos, esos son los ojos que pone cuando me va a besar, aunque no puedo estar segura de que lo vaya a hacer.
Cuando está muy cerca cierro los ojos, lista para recibir su toque, espero un rato, pero no siento nada, entonces abro los ojos, Volkan me está mirando a centímetros de mi rostro, lo veo pasar saliva y finalmente sus labios tocan los míos.
Todo mi interior se regocija al contacto, sus besos son adictivamente deliciosos. Su lengua juega con la mía en un vaivén suave, siento como succiona mi labio inferior con fuerza y un quejido sale en respuesta.
Suelta mi boca y me mira de una forma tan intensa que me siento débil y a su completa voluntad. Pasa una de sus manos por su rostro, parece cansado o frustrado, es difícil descifrarlo. Se levanta y me extiende la mano para que haga lo mismo.