La tarde había caído suavemente sobre el paisaje, y la luz dorada del sol se filtraba a través de las ventanas del pequeño estudio donde Nathaniel y Evangeline se encontraban. Los papeles dispersos sobre la mesa y las luces bajas creaban un ambiente tranquilo, casi introspectivo. Evangeline observaba en silencio, algo inquieta, como si algo más estuviera a punto de salir de los labios de Nathaniel, pero él no había hablado mucho sobre su pasado. No sobre ella.
Nathaniel parecía perdido en sus pensamientos, mirando hacia la ventana, donde las sombras se estiraban y se alargaban con la caída del sol. Su rostro, normalmente tan imperturbable, ahora mostraba una fragilidad que Evangeline no había visto antes. Como si un fantasma del pasado estuviera acechando sus recuerdos.
Evangeline, con la curiosidad dominando su mente, no pudo evitar preguntar.
– Papá… ¿quién era Catherine para ti?
El sonido de su voz rompió el silencio, y él se giró lentamente hacia ella, los ojos reflejando una mezcla de sorpresa y nostalgia. Parecía que esa pregunta había estado colgando en el aire durante mucho tiempo, pero nunca había encontrado el momento para hablar de ello. Por un instante, pareció que una sombra cruzaba su rostro, una que no quería que Evangeline viera.
Finalmente, sus labios se movieron, como si las palabras le costaran más de lo normal.
– Cathy… Catherine Ravensdale era… era mi todo, Evangeline. Mi vida. Pero también fue el mayor error que cometí.
La confesión cayó como un peso sobre la habitación, pero Evangeline no interrumpió. Sabía que había algo más detrás de sus palabras.
– Conocí a Catherine en un momento de mi vida en que todo estaba… desmoronándose. Ella era diferente, tan llena de vida, tan apasionada. No había nada que me atrajera más que su forma de ver el mundo. Nos conectamos de una manera que no entendíamos, como si los hilos del destino nos hubieran entrelazado sin que pudiéramos evitarlo. Pero… –Nathaniel se detuvo, su voz vacilando.– El destino no siempre es amable, ¿verdad?
Evangeline le miraba fijamente, sin saber cómo responder, pero las palabras de su padre resonaban en su corazón.
– ¿Qué pasó entre ustedes?
Nathaniel suspiró, como si liberar esas palabras le doliera.
– Nos amamos de una forma que no podía durar. Un amor prohibido. Un amor que tenía un precio, y el precio era más alto de lo que estaba dispuesto a pagar. Lo perdí todo por ella. Y cuando lo perdí, me di cuenta de que ni siquiera el tiempo podría arreglar lo que habíamos destruido.
Evangeline sentía el peso de cada palabra, pero algo dentro de ella también estaba comenzando a entender. – Pero no la olvidaste, ¿verdad?
Él sonrió tristemente.
– No, nunca la olvidé. Su recuerdo… su presencia siempre estuvo conmigo, incluso después de todo lo que pasó. No puedo explicarlo, pero lo que viví con Cathy cambió mi vida. Y aún hoy, cada vez que cierro los ojos, siento que, de alguna manera, ella sigue aquí conmigo. Es un peso que no puedo soltar, pero al mismo tiempo, algo que me ha enseñado más de lo que me gustaría admitir.
Evangeline lo observaba, sintiendo una mezcla de empatía y curiosidad.
– Y ahora que estamos aquí, en este tiempo... ¿crees que alguna vez podrías encontrar paz con ese pasado?
Nathaniel cerró los ojos por un momento, como si la respuesta fuera una herida fresca.
– Tal vez. Pero no soy el mismo hombre que era antes. Las cicatrices que dejó Cathy son profundas, pero la vida sigue. Y debo seguir adelante. Aunque a veces, solo a veces, siento que algo de ese amor aún permanece conmigo, algo que ni el tiempo ni la distancia pueden borrar.
El silencio se instaló entre ellos una vez más, pero esta vez, no fue incómodo. Era el tipo de silencio que nacía de la comprensión. Evangeline no sabía si algún día comprendería completamente lo que había sucedido entre Nathaniel y Cathy, pero sabía que en sus ojos había una historia que, aunque nunca podría ser completamente revelada, había marcado su destino.
Y tal vez, solo tal vez, el destino estaba dispuesto a darle a Nathaniel una nueva oportunidad para sanar. Pero eso, pensó Evangeline, era una historia que aún no estaba escrita.