Más oscura que tu conciencia (libro 1 Saga Mas)

Capítulo 2

Después del almuerzo. Dandy, fingiéndose molesto por la resolución de su primo, quiso volver a la posada y el mayor no pudo estar más de acuerdo con eso.

Desde la ventana de su habitación, Lance observó una zona de descanso en la parte trasera de la vivienda que se le hizo muy agradable, en ella había un bohío y unas cuantas tumbonas alrededor de una pequeña y bien cuidada piscina ovalada, por supuesto no podía faltar otro jardín con más girasoles como punto focal de toda la casa. Nada más al llegar, se preparó para instalarse allí, con sus lentes de sol y con su tablet, para poder adelantar parte del trabajo pendiente de la oficina.

Pensaba en que, algunas veces cuando estaba molesto, le era muy fácil ignorar a su primo, pero… «¿Cómo diablos iba a ignorarse a sí mismo?».

Ignorar que no podía borrar la mirada de Nathy de su cabeza, no podía dejar de pensar en lo que sintió al estar tan cerca de ella, en la suavidad de su piel. Infinitamente, menos podía ignorar, la vergüenza que sintió al escucharla hablar, al saber lo que ella pensaba de él.

«¡Maldición!».

Antes no le había importado un cuerno la opinión de otros, pero esta vez le era molesto e irritante, esa mujer había llamado su atención desde la primera vez que la vio, pero ya sabía que era una lucha perdida, bien que le había dejado claro que lo veía como un presumido y además gay.

¡Qué excelente presentación! —gruñó por lo bajo, mientras se acomodaba en el sillón y encendía la tablet— ¡Siempre triunfando en la vida, Lance!

Ж

Diez minutos, ese fue el tiempo que su cerebro estuvo concentrado antes de mandar todo al diablo y comenzar a mirar alrededor intentando encontrar a Nathy.

«A esta hora debe estar por la bahía vendiendo sus dulces». Pensar en esto y sentir la necesidad de salir a buscarla fueron la misma cosa, pero… «Y si la encuentro, ¿qué le digo?». Se negaba rotundamente a tratar, de nuevo, el tema de su sexualidad. Ya tendría un momento a solas con ella para mostrarle la evidencia y despejar todas sus dudas.

«Recuerdas que mañana a primera hora te largas de este lugar?». Resopló con frustración al comprobar que se había precipitado al tomar esa decisión, pero, así como hizo una cosa, también hizo la otra, Lance se levantó del sillón, fue a guardar la tablet y se preparó para ir por ella.

Ж

Otro que tampoco se quedó en su habitación fue Dandy quien, ni corto ni perezoso, fue a buscar a la señora Matilde porque, si Lance había visto a Nathy en ese lugar, de seguro la dueña de la posada sabría darle información. Pero recordó que el día anterior, como a esa hora, le compró los dulces, por lo que dudó… quizás era mejor salir.

Al final, hizo ambas cosas, retomó su plan inicial de buscar a la dueña y según lo que esta le informara, saldría a la bahía a buscarla, pero nada ni nadie le evitaría quedarse un par de días más, tal como lo había planificado.

—Buenas tardes, Sra. Matilde. Quería preguntarle… ¿La chica que vende los bombones…? —preguntó de lo más casual que pudo.

—¿Nathy? —la sonrisa de Dandy se ensanchó y asintió en respuesta, celebrando lo fácil que era buscar información en ese lugar— Mi hija ya debe estar por regresar.

«¿Hija?». Sonrió pensando en cierto amargado que de seguro iba a estar muy interesado en esa información.

—¿No será para contratar clases de esos deportes tan difíciles que ella practica? —Matilde preguntó mirándolo recelosa y con el ceño fruncido, Dandy la miró sin entender— ¡Ah! ¿No es para eso? ¡Menos mal! —suspiró aliviada y siguió hablando, casi que preguntándose y respondiéndose a sí misma— Vivo repitiéndole que esos deportes no son para chicas tan frágiles y sensibles como ella, pero…

—¿Qué deportes? —le interrumpió el monólogo con curiosidad.

—El Surf y esa cosa del Box… ¡No sé qué! —Dandy abrió los ojos de par en par, jamás habría relacionado a Nathy con semejantes hobbies, ya hasta le estaban dando ganas de contratar unas cuantas clases—. Le he hablado de eso, miles de veces, pero ella y su hermano son unos sordos que no toman en cuenta mis consejos, menos mal que me prometió que solo atendería a niños y…

—¿Su hermano? —volvió a interrumpir el incesante y sufrido parloteo de la señora.

—Andrew… ¿De cuál otro hermano hablaría? —ella le respondió mirándolo con obviedad, hablándole con la misma familiaridad de dos personas que llevan años conociéndose.

A Dandy le pareció que, o era su hobby, hablar como una lora o pasaba tanto tiempo sola que necesitaba drenar las palabras. Suspiró al darse cuenta de que la conversación con una extraña podía sentirse mucho más cálida que con su propia familia, la que apenas le dirigía la palabra.

Por suerte, no pasó mucho tiempo cuando Nathy estaba haciendo acto de presencia, acompañada de su cesta de dulces y sus bombones, pero hubo uno en particular que llamó demasiado la atención de Dandy… Un bombón bronceado de 1,80 metros de alto, cuerpo atlético, cabello negro, sonrisa de ángel y la mirada más cautivadora que haya visto jamás.

Esa familia cada vez se le hacía más y más interesante.

Una vez listos los saludos y las presentaciones, Dandy cayó en cuenta del tiempo transcurrido solo cuando Nathy aclaró su garganta y entonces él volvió sus ojos al agarre de la mano que mantenía casi secuestrada, la de Andrew.



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En el texto hay: romance, locuras, racismo

Editado: 07.10.2021

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