Más oscura que tu conciencia (libro 1 Saga Mas)

Capítulo 3

Mirando las rejas a su alrededor, sentados sobre un viejo y desvencijado catre, los ojos de Dandy se encontraron con los de Lance en el justo momento en que ambos pensaban en lo que dirían sus respectivos padres y los estirados socios de la empresa, si pudieran verlos en ese momento.

Ambos enarcaron sus cejas en perfecto entendimiento y sin temor a que los tildaran de locos iniciaron a reír a carcajadas. Siendo casi la medianoche, las quejas e insultos de los otros presos se escucharon al instante, pero sin poder evitarlo, los primos rieron hasta las lágrimas aun sin digerir por completo lo que les estaba pasando.

—La cara de los viejos —apenas pudo decir, Lance.

—Las revistas y periódicos —agregó Dandy aterrado.

—Dennis y Travis —el mayor abrió los ojos de par en par al recordar a sus guardaespaldas, si esto se llegaba a saber estaban en riesgo porque ellos se encontraban muy lejos.

El menor hundió sus hombros con lentitud, mostrando una tensa calma, pensando en que pronto encontrarían la forma de llamarlos… un mal necesario porque, de filtrarse todo ese embrollo y hacerse público, definitivamente, él y su primo estarían más que jodidos.

Aun así, continuaron riendo mientras que los hermanos, quienes estaban de pie con Andrew recostado a las rejas abrazando a Nathy, comenzaban a dudar de la sanidad mental de sus inquilinos, aunque su risa era tan adictiva que terminó por contagiarlos a ellos también, haciéndolos liberarse un poco del estrés del conmocionado momento.

A un par de celdas de separación se encontraban Peter, quien permanecía callado, pero por dentro bullía de la furia al pensar que se burlaban de él. Al otro lado de su celda estaban El Buitre y el resto de los maleantes, cuya libertad estaba más que expirada dado que les habían encontrado el arma y todas las navajas que llevaban consigo. Con excepción de los primos, todos los demás ya habían estado en ese lugar con anterioridad, algunos incluso más de una vez.

Les habían informado que el comisario no los atendería sino hasta la mañana y ni Lance ni Dandy se arriesgarían en llamar a ninguno de sus contactos de no ser estrictamente necesario, por lo que solo les quedaba acomodarse y esperar.

—Lamento haberlos enredado en todo este lío —Nathy se acercó a los primos muy avergonzados.

—No fue tu culpa, sino del desquiciado de tu ex —habló Lance, haciéndose a un lado para que ella pudiera sentarse entre ellos en el catre.

—¡Eres una caja de sorpresas, nena! ¿Quién te enseñó a dar semejante derechazo? Vas a tener que recomendármelo, está claro que necesito unas cuantas clases de esas —Dandy preguntó emocionado haciendo memoria de los hechos y el mayor lo miró con cara de circunstancias recordándole de lo mucho que sufrieron, en cada clase, cuando estuvieron en aquel horroroso campamento de defensa personal.

Nathy sonrió señalando a su hermano y el menor de los primos no pudo estar más que agradecido con la información. De repente, aprender a defenderse se había convertido en algo de vital importancia, sobre todo, cuando el profesor estaba «como para comérselo bocado a bocado».

Dandy se había quedado extasiado observando su tentador y poderoso torso desnudo, ya que, el aludido se había quitado la camiseta para cubrir a su hermana, lo que dio como resultado otro punto a su favor, le encantaba que fuese tan sobre protector.

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—¿Gay? ¿De verdad? —le preguntó Andrew cuando este se acercó a él para darles un momento de privacidad a la pareja, si es que eso era posible dentro de una celda tan pequeña. El hermano de Nathy recordó el apellido que los inquilinos dieron a los policías cuando los requisaron.

—Y por partida doble, Bebé —el menor contestó tan insinuante, como era casi siempre.

—¿Dandy Gay? —preguntó de nuevo con una sonrisa burlona en los labios, pero el aludido ni siquiera se tomó tiempo para molestarse por ello, todo lo contrario, se empeñó en aprovecharlo.

—¿Qué te puedo decir? Al parecer mis padres lo supieron antes que yo, estuvieron claros desde el principio —canturreó con picardía, buscando en su mente cualquier tema de conversación que lo retuviera al lado del bombón—. Ahora dime, porque ustedes son tan diferentes —los ojos de Dandy no dejaban de vagar con cierto descaro por el cuerpo de Andrew, pero a este no parecía importarle.

—Pues, será porque somos hombre y mujer —bromeó y el menor lo miró con reprobación. Al parecer, los presos más felices estaban todos juntos en la misma celda—. Somos hermanos, pero Matilde no es la madre de ambos, aunque la amo como si lo fuera —retomó la palabra, esta vez con total seriedad y el menor asintió entendiendo la razón de tantas discrepancias entre ellos.

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Al recordar el baile de tambores y odiar al tal Peter por arruinar la que pudo haber sido una de las mejores noches de su vida, Lance no dejaba de observar fascinado a Nathy. Su primo tenía razón, era una delicada, pero muy llamativa caja de sorpresas y él estaba cada vez más ansioso por escudriñar y descubrir todo lo que había dentro.

—Si su compromiso se rompió, ¿por qué ese idiota sigue creyéndose con derechos sobre ti?

—Es una larga historia —respondió soltando el aire contenido, cansada de esa situación.



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En el texto hay: romance, locuras, racismo

Editado: 07.10.2021

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