Más oscura que tu conciencia (libro 1 Saga Mas)

Capítulo 5

Al llegar, Dennis y Travis fueron alojados en la posada. En la que fue una de las noches más largas que cualquiera de los involucrados hubiese recordado, es que ni siquiera la noche en la celda fue tan larga y tan agobiante como esta.

Lance se rebanaba los sesos por su cobardía al no decidirse y hablarle a la morena de su propuesta.

A su vez, Nathy se reprochaba a sí misma al no hallar razones para tanto sentimiento de angustia y pérdida que se había instalado en su pecho, sin contar con que estuvo a punto de besar a un extraño.

Un beso fallido que les había dolido a los dos por igual.

Dandy, solitario y con la mirada perdida en el techo de su habitación, sentía que había simpatizado mucho con el mayor de los hermanos, quizás demasiado para su propio bienestar.

Y Andrew, se mantenía desvelado pensando, temía que tan pronto como los inquilinos se fueran las cosas se pusieran turbias para su familia. Mentalmente, se preparaba para lidiar con Douglas, el insolente padre de Peter, por todo el tiempo que restaba hasta que lo liberaran, eso sumado a los pocos días que faltaban para el vencimiento del absurdo convenio.

La cuenta regresiva había comenzado.

Ж

La mañana comenzó cuando Matilde, como siempre ajena al mundo que le rodeaba, hizo su acostumbrada revisión de las habitaciones antes de la partida de los inquilinos, nadie escapaba a su escrutinio.

Y después de un delicioso desayuno, aunque sumidos en un tenso silencio, todo estaba listo.

—Siempre puedes rehacer tu vida en la capital —Lance se negaba a irse sin hacer el intento—. Conseguir un empleo y un mejor salario con el que puedas ayudar a tu familia. Yo puedo ayudarte… —Nathy escuchó sonriendo comprensiva, antes de interrumpirlo.

—Moriría encerrada entre tanto hormigón y metal…

—Te librarías de una vez por todas del idiota de Peter…

—Me alejaría de mi familia…

—Hasta que pudieras estabilizarte lo suficiente para llevarlos contigo, yo puedo…

—Si es difícil para mí alejarme de la bahía, imagina para Matilde quien, en toda su vida, solamente ha conocido esto —finalizó señalando a su alrededor.

No iba a convencerla, Lance ya lo presentía desde hace rato, pero como dicen por allí, el peor esfuerzo era el que no se hacía.

Por algunos segundos, fueron presos del hechizo de sus miradas… de esas afligidas miradas.

—Nathy, si tienes algún problema… Lo que sea, por favor no dudes en llamarme —le entregó una tarjeta con sus datos—. Puede que te parezca extraño, porque no me conoces lo suficiente, pero guarda bien esta tarjeta, no la muestres a nadie y lo más importante, no dudes en llamarme.

Ella asintió, sosteniéndola fuerte, tan fuerte como lo era su batalla interna por sonreír y mantenerle la mirada.

Tan fuerte como la voluntad de Lance para poder contenerse estrechando sus manos y no envolverla entre sus brazos, como su cuerpo le rogaba para que lo hiciera.

Al escuchar el rugido del motor, miró hacia el vehículo. Travis, su escolta, sería el conductor. Dennis, el escolta de su primo, iba de copiloto y Dandy estaba subiendo a los puestos traseros… únicamente faltaba él. Volvió a mirarla.

Luego, buscando un poco de la determinación perdida, desvió sus ojos hacia Andrew, con quien había conversado antes, agradeció a doña Matilde por la atención y subió al vehículo con rumbo al aeropuerto.

Ж

Tan pronto como los primos abandonaron la posada, Andrew vio a su hermana preparándose para salir a vender sus dulces en la bahía, por un momento creyó que se quedaría en casa, la conocía lo suficiente como para saber que la despedida le había entristecido, en específico, la partida de Lance.

No era tonto, se dio cuenta de la forma en que esos dos se miraban, era la primera vez, desde su decepción con Peter, que la veía emocionarse con alguien más, pero le molestaba y entristecía a partes iguales que hubiese puesto sus ojos en quien estaba tan lejos de su alcance.

De sobras, sabía que su hermana era buena, hermosa, inteligente y sobre todo trabajadora, pero ellos pertenecían a mundos demasiado opuestos, dudaba que un hombre de poder y dinero como ese, pudiera pensar en tener algo serio con una joven pueblerina. Aunque la preocupación reflejada en las palabras que le dijo antes de irse seguía martillando en su mente:

«Por nada del mundo dudes en llamarme si necesitan ayuda, si ellos se atreven a ponerle un dedo encima, no seré tan benevolente otra vez. Nathy es demasiada mujer para ese imbécil y no dudaré en acabar con todos si se atreven a hacerle daño».

A él también le dio una tarjeta. Otro que tampoco perdió oportunidad para darle la suya fue Dandy, negó burlón al recordar a ese personaje tan chiflado, pero volvió a la realidad al mirar de nuevo a su hermana.

—Sirenita, es mejor que no salgas hoy. Prefiero que te quedes en casa, mientras yo tanteo la situación y…

—Me conoces, no me quedaré encerrada —ella negó mirándolo fijo a sus ojos—. Mucho menos por culpa de esos desquiciados.



#1110 en Otros
#348 en Humor
#721 en Novela contemporánea

En el texto hay: romance, locuras, racismo

Editado: 07.10.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.