Esa mañana en la corporación.
Tanto Lance como Dandy desayunaban tristes y silenciosos, sorbiendo de sus cafés que, por esas condenadas burlas del destino, hoy les sabían más amargos que dulces… a ambos.
«Tú y yo somos muy diferentes. ¿Para qué ilusionarme con algo que bien sabemos, no tiene futuro?». Lance recordó que apenas la cordura regresó a Nathy, ella lo empujó y se alejó como si su sólo contacto le quemara, mandando todo al diablo, incluyéndolo a él.
«Oye, no tengo nada en contra de las personas con un género diferente, puedes estar seguro de eso. Pero es un hecho que no soy homosexual». Dandy reproduciendo en su mente como si fuese un desgarrador mantra, cada una de las palabras que Andrew sutilmente utilizó para dejarle muy claro que jamás tendría ninguna oportunidad.
Ambos suspiraron.
—No sé quién está más jodido de nosotros dos.
—Tú al menos comprobaste a qué sabe el cielo, deja ya de quejarte porque yo no tuve oportunidad ni siquiera de eso y lo más triste de todo, es que nunca la tendré —agregó el menor mientras vertía un poco de whisky en cada café.
—¿Un brindis por nuestras desgracias? —invitó Lance y ambos chocaron sus tazas antes de tomarlo, arrugando sus rostros como si fuese el licor más fuerte que hayan tomado en sus vidas.
—Tan oscuro y amargo como nuestro futuro —expresó Dandy con su mirada perdida en la bebida y ambos tomaron un nuevo sorbo.
Volvieron a suspirar.
Sus lamentos fueron interrumpidos cuando Mine entró cual rayo veloz a la oficina para mostrarle a su jefe el artículo publicado en la sección de sociales del principal diario de circulación nacional. Lance por poco escupe encima de su primo el último sorbo que le había dado a su café, al ver la enorme foto publicada en la que él besaba a Nathy en el parque de diversiones.
«¡No me jodas!».
Detrás de la mujer, su escolta venía casi que corriendo cuando también se enteró de la noticia, sin poder comprender cómo diablos había sucedido eso, si él nunca descuidó a la pareja mientras estuvo en ese lugar.
—Jefe, yo le aseguro que…
—¡Travis, averigua, ¿quién demonios fue?! —ordenó furioso, caminando de un lado a otro con el periódico en sus manos, leyendo el artículo y repitiendo en voz baja cada juramento que cruzó por su mente, sabiendo que justo esto era lo que tanto estaba evitando.
—Lance… —Dandy se acercó conciliador, él entendía mejor que nadie la situación— Tranquilízate, bien sabemos que no es el momento para perder la cordura, al contrario, mejor pensemos en cómo actuar. ¿Ok?
El aludido asintió, aunque sus ganas de acabar con el mundo no mermaron ni por un segundo mientras el menor de los primos leía con calma el artículo en el que la identidad de Nathy seguía siendo un misterio.
Para ese momento, estaba casi anocheciendo y debido al lugar en que se encontraban, la foto no contaba con la mejor iluminación y tomando en cuenta que, una mano de Lance cubría su mejilla mientras la besaba, la mayor parte del rostro de su diosa morena pasaba desapercibido para el público en general, excepto para quien tomó la foto… O las fotos, en caso de que le hubiese dado tiempo de tomar varias.
—De haber tenido otra foto con mejor ángulo, ellos no habrían dudado en publicarla.
Siendo lógico lo dicho por Dandy, respiró aliviado, aunque sin bajar la guardia del todo.
Es decir que, al menos por ahora, la morena estaba a salvo del hostigamiento que muy de seguro vendría del resto de los medios, pero principalmente y eso era lo que más le molestaba, del hostigamiento de su familia al descubrir que se trataba de una de las modelos de la próxima colección.
Lance defendería a Nathy con todo lo que tenía y hasta más, jamás permitiría que nadie le arrebatara su tranquilidad. Tal como ya se la habían arrebatado a él.
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A pocos metros de allí. Mónica, la modelo curvy, se esforzaba por caminar veloz, reprochándose el quedarse dormida cuando debía estar temprano en la corporación. Salió tan tarde que perdió el autobús y para colmo tomó otra ruta que pensó que la dejaría cerca, pero se equivocó por más de tres largas y empinadas calles.
Sus tacones no ayudaban, su corazón latía desaforado, de tanto caminar sentía sus piernas temblorosas, toda ella estaba a punto del desmayo. Todo apuntaba a que ése sería uno de sus peores días… Y apenas estaba comenzando.
«¡Dios por favor! ¡Bien sabes cuánto necesito de esto!».
Al llegar corrió hasta el ascensor, pero al dar un ligero vistazo por el lobby para asegurarse de que nadie le estuviese mirando en medio de semejante espectáculo, al descuidarse por un miserable segundo, todo su cuerpo entró en tensión.
—¡¿Por qué diablos no te fijas por dónde caminas?!
—Lo… siento, yo… —aunque su rostro se le hacía muy familiar, en medio de sus nervios, ella no estaba segura de con quien rayos había chocado, lo único que podía hasta certificar era que ese error no iba a traerle nada bueno.
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—Discúlpame, Bebé, pero ¿desde cuándo Carmín o Abigail comenzaron a interesarse por leer los periódicos que ni me enteré? —Dandy preguntó irónico mientras retiraba una pelusa imaginaria de su chaqueta, recordando que sus madres sólo leían revistas famosas sobre moda y farándula.
Editado: 07.10.2021