Dos días después, Lance aún recordaba como en medio de su abstracción, Nathy imploraba no dejar morir a Peter y sabía que era algo normal después de la horrible situación que les tocó vivir, pero no podía negarlo, algo en él se estremeció ante la incertidumbre.
Había hablado con Dandy, quien le había contado cómo habían sucedido las cosas y el porqué de su acción. Quería ahorcarlo y agradecerle al mismo tiempo, sabiendo que ahora Nathy era su legítima esposa y ya nadie podía hacer nada para impedirlo… nadie, excepto ella misma.
—Hola, hermosa, ¿cómo estás? —entró a la habitación en la que ella había permanecido en reposo después que los médicos lograron sacarla de shock emocional en el cual se había sumido por horas. La hermosa sonrisa con la que ella lo recibió le hizo respirar tranquilo sabiendo que su diosa sería dada de alta ese mismo día.
—Como si hubiese dormido por años —en cierta forma así había sido, el médico prefirió mantenerla sedada para que pudiera recuperarse mejor de todo el estrés generado por el secuestro. Sin darse cuenta, ambos se habían quedado admirándose en silencio, Lance acarició su cabello y Nathy cerró sus ojos disfrutando de sus caricias.
—Entonces, ¿es cierto? ¿Estamos casados?
—Sólo si así lo deseas —al escucharlo, ella le miró con genuina curiosidad y él sonrió a medias, eligiendo la mejor forma de continuar con todas las preguntas atoradas en su garganta—. Quiero decir que, bien sabes que te amo, eso es algo que nunca te he ocultado ni negado y soy el hombre más feliz y orgulloso al saberte mi esposa, pero… Quiero serlo por tu elección, por tu decisión y nunca por imposición —negó sin dejar de observarla—. Mi diosa, no seré yo quien te exija permanecer en un lugar o en una relación con la que quizás no te sientes del todo segura, yo…
Al escucharlo y ver su semblante decaído, ella colocó su dedo índice sobre sus labios para acallarlo.
—¿Por qué dudas que yo esté feliz y orgullosa de ser tu esposa también? —el corazón de Lance volvió a latir con intensidad— En dado caso, debía ser yo quien esté diciéndote estas cosas a ti, porque… está claro que aquí eres tú quien arriesga más con esta unión… Es decir, tú eres reconocido, importante y yo sólo una vendedora de dulces en un pequeño pueblo —él quiso objetar, pero ella insistió—. Además, ya quedó claro que no soy del agrado de tu familia, no podemos tapar el sol con un dedo.
—Nathy, has sido mi elección desde el mismo instante en que te conocí… O, mejor dicho, desde aquella mañana en la que te descubrí merodeando sospechosa por aquel pasillo.
—¿Te enamoraste de una extraña y sospechosa en mitad de un pasillo en busca de una tijera filosa? —ambos soltaron risitas pícaras, sucedía cada vez que recordaban esa escena— ¡Sí que te gusta el peligro!
—Te amo, Nathy. Amo todo lo que representas: Tu belleza que no sólo es física, tu bondad, tu dulzura… cuando quieres y con quien quieres —aclaró irónico—, tu valentía, tu fortaleza. Que mi familia no esté de acuerdo con mi decisión, no significa que vaya a alejarme de ti, voy a estar a tu lado siempre que tú lo desees, eres tú la única que puede alejarme, si decidieras hacerlo.
—¿Y por qué sientes que te quiero lejos de mí? —Lance dudó para responder y ella se dio cuenta de eso por lo que sostuvo suavemente sus mejillas con ambas manos para mantener su mirada enfocada en la suya.
—¿Estás segura de que Peter…? —no terminó de hablar, ni siquiera sabía cómo rayos hacer esa pregunta que lo estaba atormentando y se sintió extraño, sabiendo que él no era alguien que se cohibiera ante la verdad, por el contrario, siempre la asumía con gallardía y dignidad.
—¿Peter? —ella negó— No lo amo. No niego que, a pesar de todo, aun guardo mucho cariño y aprecio por la amistad que nos unió desde niños, pero no lo amo. Puede que, nunca lo haya amado y sólo me dejé llevar por lo que siempre nos decían que debía ser.
Lance se sintió estúpido al dudar, al dejarse llevar por los celos de esa forma, menos cuando ya él sabía de esa amistad y que no debió ser nada fácil para ella verlo moribundo sin poder hacer nada para salvar a su amigo de la infancia.
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Tan pronto los paramédicos lograron liberar a Peter del fuerte agarre con el que Nathy lo mantenía entre sus brazos, fue trasladado de emergencia, haciendo todo lo posible para estabilizarlo y controlar la hemorragia interna causante de su agonía.
Su consternado tío Domingo, lo recluyó en la clínica dónde aún permanecía sanando sus heridas y luchando por su vida. La morena lo sabía porque fue lo primero que preguntó al despertar y aunque la situación del Valverde era de cuidado, los médicos mantenían altas expectativas de su pronta recuperación.
Los culpables, fueron muertos cuando se enfrentaron a los policías en su intento de escape. Y, Douglas, pobre y sin el apoyo del consorcio hotelero, desde la prisión donde esperaba su juicio y posterior condena, aunque muchos no le creyeron incluyendo a su hermano, por primera vez en mucho tiempo fue inocente de algo… aunque sabía de su traición, él nunca daría la orden de matar a su propio hijo.
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Matilde, por razones médicas obvias, nunca supo de lo sucedido con Nathy, aunque los hermanos prometieron que sería la última cosa que le ocultarían a su madre, por ahora lo más importante era no romper la gran burbuja de felicidad en la que vivía al saber que había recuperado su hermosa posada.
Editado: 07.10.2021