Más sabe el diablo por viejo que por diablo- Antes

4-Cielo violeta

Era sábado y Dante se encontraba tomando otra función en la iglesia. Ahora estaba ayudando, recibiendo los donativos que se estaban recolectando para el orfanato por el día del niño.

Sabía que no debía juzgar, después de todo él estaba ayudando por dinero. Sin embargo, algunas personas al parecer veían en la recolección de donativos un lugar perfecto para dejar su basura. Algunos juguetes estaban en tan mal estado que podrían ser peligroso para los niños y otros hasta asustaban por la falta de ojos o partes. Y la ropa no se quedaba atrás, algunas prendas eran prácticamente un trapo de piso. Probablemente esa gente pensaba que como eran niños carenciados no se iban a quejar de que les dieran cosas inutilizables.

«Si tu camiseta que ya tiene más agujeros que un colador, no te sirve ¿Por qué crees que le puede servir a otro? Gente hipócrita creyéndose generosos» pensó mientras metía la ropa en una bolsa.

De repente un auto negro alta gamma aparcó enfrente de la iglesia robándose todas las miradas de los voluntarios y monjas que se encontraban ayudando. Y de el bajó un hombre mayor de cabello canoso, alto y de buen porte que aparentemente tenía algo que ver con las fuerzas porque vestía un uniforme de gala militar. El hombre fue abrir la puerta de su copiloto del cual emergió una mujer de su misma edad, seguramente su esposa, supuso Dante. Las demás puertas del auto se abrieron y salieron de ella las hermanas Montalvo, las 4 exactamente.

«Esos ancianos deben ser sus abuelos» supuso Dante sorprendido de verlas. Aunque en realidad siempre solía ver a Paz después de misa, ya que ella iba a verlo juntar las hojas hasta algunas veces lo ayudaba. Aun así, nunca había visto a su familia de cerca.

Los Montalvo eran la antítesis de su familia. Cuando los Greco eran parte de la mafia, también solía viajar en ese tipo de autos y vestir ropas caras. Su padre se paraba con ese porte imponente y su madre iba con vestidos solo diseñados para ella. Sin embargo, a diferencia de los Montalvo quienes poseían todo aquello por dar su vida a la nación, los Greco lo tenían por dar su vida a la destrucción.

«Dos mundos distintos»

El muchacho intentó rápidamente esconderse entre la gente para poder mirar sin que Paz lo reconociera.

Vio como el hombre le daba la mano al padre Beltrán, quien era el párroco de la iglesia. Y luego el padre fue saludando a las mujeres. Al llegar a Fiama se detuvo para decirle unas palabras a lo cual ella respondió provocando que el hombre se persignara. Fiama bufó divertida, dijo algo más y volvió al auto con el fin de abrir la cajuela. Sus demás hermanas se unieron a ella para ayudarla a sacar lo que parecía ser los donativos de aquella familia.

El padre Beltrán con los abuelos de las niñas se quedaron conversando mientras las hermanas se dirigieron hacia donde se encontraban todos ordenando los donativos.

ꟷ Buenos días, señoritas Montalvoꟷ saludó la madre superiora. Una mujer alta un poco pálida de ojos amables pero cansados ya era una mujer entrada en años, la cual había venido ayudar junto con más monjas.

ꟷ Buenos díasꟷ saludó Fiama mientras sus hermanas repetían lo mismo. ꟷ Esto es un poco de lo que trajimosꟷ aseguró con las muchas bolsas que todas cargaban. ꟷ Más tarde vendrá un camión con más juguetes.

ꟷ ¡Compramos bicis para los niños! ꟷexclamó Frida quien también queria ser parte de la conversación. ꟷ Compramos vestidos para las niñas, yo los escogí. Son super lindos.

ꟷ¿En serio?ꟷpreguntó la madre intentando poner el mismo tono de emoción de la niña.ꟷ Seguro serán muy lindos porque tú tienes un buen gustoꟷ Frida asintió segura de ello. La madre miró hacia Natalia. ꟷ¿Y tú, Natalia, le compraste algo a los niños?

ꟷ Sí, cuadernos, colores y pinturas ꟷrespondió la niña.

A la conversación llegó una mujer, que Dante había visto innumerables veces ya que ella era la que ayudaba en todas las actividades de la iglesia. Probablemente la feligresa más fiel. Sin embargo, era una mujer desagradable. Aquel pensamiento no era un prejuicio sino una realidad.

Una vez uno de sus hijos también le tiró las hojas cuando se puso a jugar. Dante le dijo que no lo hiciera y el niño comenzó a llorar, provocando que su madre llegara desesperada. El niño lo acusó de haberle gritado y maltratado, por lo cual la mujer armó un escándalo donde supuestamente él era el único responsable. Según ella, su hijo podía jugar donde quisiera, el padre Beltrán tuvo que intervenir y la mujer prácticamente le dijo que no debía dejar que niños como él anduvieran rondando la iglesia porque tenían malas mañas. El padre abogó por él, pero la mujer siguió mirándolo con desprecio hasta el día de hoy.

La mujer se unió a la conversación con un tono alegre.

ꟷ Fiama, queridaꟷ se acercó y la beso en la mejilla. ꟷ No te vemos por aquí hace meses. No debes alejarte tanto de la iglesia, siempre debes estar en el camino del señor, sería muy fácil que perdieras el rumbo como hizo tu madre al abandonarlas. Debes enfocarte en convertirte en una mujer respetable ꟷpuso una mano en el hombro de Fiama como un gesto de comprensiónꟷ. Seria una pena que crecieras sin valores morales. Deberías preocuparte por tu imagen y reputación. Ya es terrible lo de tu madre, seria una pena que tú salieras igual.

Fiama le sonrió, pero de una manera que no auguraba nada bueno.

ꟷ Pregúntenle al abuelo si podemos ir al cine despuésꟷ les dijo Fiama a sus hermanas.

Las más pequeñas fueron hacia su abuelo, pero Paz se quedó.

La monja al parecer tenía una idea sobre el carácter de Fiama, ya que intentó detenerla.

ꟷ Hija, por favor.

ꟷ Tiene toda la razón, señoraꟷcomenzó ignorando a la monja.ꟷ Hablando de valores morales, tengo entendido que el año pasado usted fue una de las que se hizo cargo de los donativos para que lleguen al orfanato. Por desgracia al parecer se perdieron algunos juguetes y ropa que mi familia compró para los niños ꟷla mujer que hace un momento sonreía ahora había perdido toda huella de ello. ꟷ Cuando hacemos donativos, vigilamos mucho el proceso ¿No sabía? Mis tíos suelen ir al orfanato para ser el conteo de que las cosas llegaron como corresponde.




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