Después de que Avan se fue, Laura se sintió aburrida e intentó jugar videojuegos, pero ese tipo de cosas no eran lo suyo. Tampoco era de las que les gusta salir con amigos, así que decidió irse de compras.
Condujo hasta un centro comercial cercano y empezó a comprar cosas al azar que en realidad no necesitaba. Después de más de una hora comprando, seguía sin sentirse mejor, así que decidió regresar a casa.
—Chris seguramente estará en la oficina y no en casa a esta hora —pensó, antes de pedirle al personal que le ayudara a llevar las bolsas al coche y se marchó.
Miraba su teléfono esperando ver una llamada perdida o recibir algún mensaje de él, pero no había nada. Eso la puso de mal humor otra vez. Seguro se sentía aliviado de tener la casa para él solo y para Mira.
Siempre actuaba como si no le agradara Mira, pero aun así la dejaba vivir en su casa. Ningún hombre permitiría que otra mujer viviera con su esposa, pero él, sin vergüenza, metió a otra mujer en su casa escudándose detrás de su madre.
La empresa que compartían y las pequeñas cosas que vivieron en ese corto tiempo hacían que Laura comenzara a arrepentirse de haberlo rechazado en la preparatoria.
Excepto por el hecho de que no tenía dinero en aquel entonces, él tenía todas las demás cualidades, y siempre se esforzaba por hacerla feliz incluso cuando ella lo insultaba.
—Es mejor soltar esto ahora antes de que me involucre más con él —se dijo.
Laura llegó a la casa, su cabeza llena de pensamientos. Se imaginó ver a Chris esperándola en la entrada, y se golpeó ligeramente la frente al darse cuenta de que era sólo una fantasía. Abrió la puerta, pero se sorprendió al ver a Chris justo en la entrada, a punto de tomar el pomo de la puerta.
—¡Cristo! —exclamó sobresaltada.
—¿Qué haces aquí? —preguntó, e intentó apartarse, pero Chris la sujetó con fuerza.
—¿Dónde estabas? —le preguntó con el ceño fruncido.
—Eso no es asunto tuyo —respondió ella, intentando pasar a su lado, pero él no se lo permitió.
—¿Por qué no contestaste el teléfono anoche? —volvió a preguntar.
—Porque estaba dormida —dijo, zafándose con fuerza de su agarre.
Chris la miró, furioso y visiblemente herido. Quería creer que Avan había mentido sólo para hacerlo enojar, pero parecía que había dicho la verdad.
—¿Dormiste con él? —preguntó, temiendo la respuesta.
Recordó el aroma que percibió en el cuerpo de Avan, el mismo que había sentido en Laura.
—¿Qué estupidez estás diciendo? —espetó ella, entrando a la casa.
—Él me estuvo cuidando toda la noche, ¿de acuerdo? Y no sé por qué tengo que darte explicaciones cuando tú estás planeando casarte con otra mujer —gritó, visiblemente molesta. Pero Chris no escuchaba. De repente la tomó de la mano y la llevó a la fuerza escaleras arriba, directo a su habitación.
Laura protestó, gritándole que la soltara. Incluso lo mordió en la mano para liberarse, pero él no pareció inmutarse.
Entraron al baño, Chris abrió la regadera y la empujó dentro. Comenzó a quitarle la ropa a la fuerza.
Laura gritaba, insultándolo y luchando con todas sus fuerzas, pero él estaba cegado por los celos.
Comenzó a frotar su cuerpo con las manos como si quisiera borrar el aroma que no podía soportar.
—¡Me estás lastimando, Chris! —gritó ella, y esas palabras finalmente lo hicieron reaccionar. Se detuvo. Laura se liberó y le dio una fuerte bofetada.
Trató de cubrirse, pero toda su ropa estaba empapada. Chris también empezó a quitarse la ropa para dársela, pero ella se negó a aceptarla.
Él se había dejado llevar por los celos y había hecho algo que no tenía intención de hacer.
Laura lo miraba, esperando una disculpa que nunca llegó. Enfurecida, le dio una patada en la pierna.
—¡Estás loco! —gritó. Pero al intentar irse, Chris la sujetó otra vez, la atrajo hacia él y la besó con fuerza.
Laura quedó paralizada por un segundo, luego le dio varios golpes en los hombros, sin poder respirar.
Chris se detuvo un momento para que pudiera respirar, pero al segundo siguiente volvió a besarla, esta vez con más suavidad.
La sostuvo de la cintura y la llevó de nuevo a la regadera, besándola con ternura. Laura le devolvió el beso y le mordió la lengua en señal de venganza, pero a él no pareció importarle y continuó, presionándola contra la pared.
Mientras acariciaba su cuerpo, Laura sintió un fuego interior imposible de ignorar. Temblaba en sus brazos.
No podía creer lo que estaba haciendo después de haberse prometido no involucrarse más con él. Pero el beso era tan bueno, sus labios sabían a fresa, suaves y cálidos. Cerró los ojos, disfrutando cada segundo, deseando que el tiempo se detuviera.
Siguieron besándose hasta que Laura estornudó, y entonces se detuvieron. Chris la miró preocupado; había olvidado que podía resfriarse si pasaba mucho tiempo bajo el agua.
Laura se mordía los labios, nerviosa, evitando mirarlo a los ojos. Carraspeó un par de veces, intentando romper el silencio, pero Chris se le adelantó:
—¿Estás bien? —preguntó. Ella asintió suavemente.
Entonces él la cargó en brazos y la sacó del baño, dejándola sobre la cama.
La cubrió con la sábana y se quitó la ropa rápidamente para cambiarse.
—Te traeré algo de ropa para que te cambies —dijo y se dirigía a salir, pero Laura lo detuvo.
—Tengo ropa en el coche, trae esas mejor —le pidió. Chris regresó pronto con las bolsas y las dejó junto a la cama.
—¿Cuál quieres ponerte? —preguntó, levantando uno de los vestidos.
—Quítate la ropa interior —dijo mientras la ayudaba a desvestirse.
—¿Qué crees que estás haciendo? —Laura le dio una palmada en las manos.
—Estoy ayudándote a cambiarte, ¿no tienes frío?
—Me cambiaré sola, sólo sal de la habitación.
—¿Por qué? Esta es mi habitación —protestó.
—Entonces me iré yo —dijo ella, intentando levantarse, pero él la detuvo.