Capítulo 48

El ruido se apagó después de eso y, como si nada hubiera pasado, todos comenzaron a bailar y beber, mientras algunos estaban felices de que un oponente hubiera sido eliminado.

La señora Hugh abrazó a Laura y le agradeció a ella y a Edward, mientras la señora Brook observaba insatisfecha. Laura la vio desde el rabillo del ojo y se volvió hacia ella bruscamente, visiblemente enojada.

—Señora Brook, dejé a mi suegra bajo su cuidado y no esperaba que algo como esto sucediera —dijo, y la señora Brook sonrió nerviosa.

Laura originalmente planeaba presentar a la señora Hugh ante personas de la clase más alta y dejarles claro que no estaba en su nivel. Aunque esperaba que algo así sucediera, confiaba en que la señora Brook la ayudaría.

—Me sorprendió todo lo que dijo esa chica y no pude reaccionar rápido —mintió.

—La señora Brook no tiene la culpa —también habló la señora Hugh en su defensa. Laura sabía que mentía, pero por Edward no quería crear una escena ni acusar a su madre, así que dejó las cosas así y decidió quedarse con la señora Hugh un poco más antes de irse.

Edward notó el cambio en su estado de ánimo y la siguió, ignorando los gritos de otras chicas que querían su atención.

—¿Qué haces siguiéndome? Tus novias te esperan —dijo Laura sarcástica, pero él sonrió en lugar de ofenderse.

Diana y su grupo vieron la escena y era claro que desde que Laura llegó, Edward no había prestado atención a ninguna chica excepto a ella, y hasta era amable y sonreía.

Diana susurró algo al oído de Kayla y ella sacó su teléfono para tomar fotos, recortando a la señora Hugh de las imágenes.

—Si estás enojada con mi mamá, ¿también estás enojada conmigo? —preguntó suavemente, pero Laura no respondió.

—¿Podemos hablar entonces? —volvió a preguntar y Laura dejó de caminar, le pidió a la señora Hugh que la esperara y se alejó unos pasos con Edward.

—Lo siento por cómo se comportó mi mamá, estoy seguro de que no quiso hacer daño —se disculpó, pero al mismo tiempo defendía las acciones de su madre.

—Lo que digas —respondió Laura con desdén. Edward rió suavemente y alzó la mano para tocar su cabello, jugando con él despacio.

—¿Vas a seguir molesta? Es mi cumpleaños y ni siquiera me diste un regalo —dijo y Laura se calmó, recordando que en realidad había olvidado su regalo.

—No te preocupes, mañana en la mañana te enviaré tu regalo —respondió.

—No, no será necesario. Quiero otra cosa como regalo de cumpleaños.

—¿Qué es?

—Una cita. Sal conmigo mañana. Es viernes, así que terminarás tu trabajo más temprano —dijo y Laura tardó unos segundos en pensarlo.

—No digas que no, es la primera vez que te pido algo —añadió, y Laura asintió aceptando.

—Te llamaré cuando termine el trabajo —los dos guardaron silencio unos segundos antes de que Edward rompiera de nuevo el silencio.

—Sabes que… —empezó, pero Laura lo interrumpió antes de que terminara su frase.

—Tengo que irme —le dijo, y pudo ver tristeza en su rostro.

—¿Tan pronto?

—Sí, no debo seguir alejándote de tu posible esposa y además, a mi esposo no le gusta que me quede fuera hasta tarde —explicó.

—¿Te restringe? —preguntó alzando la voz.

—Sí, desde que quedé embarazada se volvió muy sobreprotector —dijo Laura, soltando la noticia de su embarazo. Pudo ver cómo su expresión cambiaba y su rostro se veía sombrío y decepcionado.

Se alejó un poco de ella y tragó saliva con fuerza antes de decirle adiós y ofrecerse a llevarla, pero Laura le dijo que no hacía falta ya que vino con chofer.

Se despidió de él y fue a buscar a la señora Hugh, quien hablaba feliz con unas señoras, y se disculpó antes de llevársela y abandonar la fiesta juntas.

Dentro del coche, Laura se sentía muy cansada e incómoda. No logró comer nada y tenía mucha hambre. La señora Hugh notó su ceño fruncido y sacó de su bolso un pastel bien empaquetado y se lo dio.

Había notado que Laura no probó la comida y solo bebió agua, así que pidió a un camarero que le empacara un poco de pastel.

Laura tomó el pastel y le agradeció antes de empezar a comer, pero de repente sintió náuseas y gritó al conductor que se detuviera, luego abrió la puerta y vomitó.

La señora Hugh rápidamente corrió a su lado y la sostuvo, luego tomó agua de una botella para que se enjuagara la boca y le dio suaves palmadas en la espalda.

Laura terminó de vomitar y se sintió aliviada pero con más hambre. La señora Hugh la ayudó a volver al coche preguntándole cómo se sentía.

—Ni yo misma lo entiendo —respondió, recostando su cabeza en el respaldo del asiento.

—¿Estás embarazada? —preguntó la señora Hugh la duda que había tenido todo el día y Laura asintió.

—¿Cómo puedes no comer entonces? —la regañó y le ordenó al chofer que se dirigiera rápido a un restaurante cercano donde vendían filetes.

El conductor llegó rápidamente y la señora Hugh la sostuvo al bajar del coche, a pesar de las protestas de Laura de que podía caminar sola. La señora Hugh ordenó comida e incluso quiso darle de comer, pero Laura se negó firmemente y empezó a comer por su cuenta.

La señora Hugh estaba emocionada por la noticia de su embarazo y al mismo tiempo preocupada por su salud. Había ido a la fiesta esa noche por ella y le dolía que, a pesar de su comportamiento estúpido, Laura aún la tratara como a una madre.

Le tomó la mano sobre la mesa con una mirada amorosa y volvió a agradecerle. Laura dejó de comer un momento y también la sostuvo.

—No es nada —respondió.

—No, estoy agradecida porque Chris terminó contigo y no con Mira —dijo y soltó su mano para que pudiera seguir comiendo.

Cuando fue echada de su familia por elegir casarse con el padre de Chris en lugar del heredero rico que sus padres le habían arreglado, quiso regresar muchas veces por dinero, pero su orgullo no se lo permitió. Luego, con el tiempo, su hermano se quedó con todo y no le dio nada, así que permitió que Chris se fuera con él cuando insistió en irse y al menos así obtuvo algo de lo que su hermano tenía.