Matrimonio Con Mi Ex Prometido

Capítulo 53

Nicholas condujo por la ciudad durante horas sin un destino en mente, acababa de pelear con su madre por algo de lo que ni siquiera estaba seguro.

Pensó en ir a casa de Ella, pero necesitaba calmarse antes de verla.

Al ver la determinación de su madre hoy, casi estaba convencido de que sus sospechas eran correctas, pero aún no podía entender por qué haría algo tan terrible.

De pronto detuvo el coche frente a un bar. Dudaba si entrar o no cuando recibió una llamada de Ella preguntando dónde estaba.

—Hola —respondió con frialdad, sin poder ocultar su tristeza.

—¿Qué pasa? ¿Aún vas a volver? —preguntó Ella; también escuchó la voz de Julie intentando hablarle por el teléfono, pero Ella no se lo permitió.

—Si no te es conveniente venir, está bien —dijo de nuevo, al no obtener respuesta de él—. Pumpkin, papá volverá mañana, ¿de acuerdo? Ahora sé una buena niña y vete a dormir —persuadió a su hija antes de volver al teléfono—. Si no quieres hablar, está bien, te veré mañana —dijo, a punto de colgar cuando él la detuvo.

—Voy en camino —dijo, y colgó antes de conducir hacia su casa.

Nicholas llegó en pocos minutos y Ella lo esperaba en la puerta con su hija. Pumpkin corrió a abrazarlo en cuanto bajó del coche y él la levantó en brazos, girándola con alegría.

—¡Estás en casa! —gritó emocionada.

—¿En casa? —pensó Nicholas y sonrió. Claro que este lugar se sentía más como un hogar que donde venía.

—¿Por qué volviste tan tarde? Mamá estaba preocupada y no pudo cenar —le reclamó Julie antes de dejar que la bajara y luego le tomó la mano mientras entraban juntos a la casa, con Ella caminando detrás de ellos, sonriendo.

—Deberías irte a dormir ya, es tarde para ti —le dijo Ella a Julie, que insistía en quedarse más tiempo con su padre. Ella negó con la cabeza juguetonamente sin soltarle la mano.

—¿Quieres que te azote? —la amenazó Ella, mirándola con severidad. Julie soltó la mano de Nicholas y salió corriendo, temerosa de que realmente la golpeara.

—Está bien, solo es una niña —le dijo Nicholas.

—Lo sé, pero puede ser muy terca —respondió ella—. Dame un minuto para acostarla y luego prepararé tu baño —le dijo antes de irse al cuarto.

Nicholas se sentó, pero casi de inmediato se levantó para ir a preparar su baño él mismo y refrescarse.

Cuando Ella salió y no lo encontró en la sala, fue al baño y lo vio bañándose. Se dio la vuelta para traerle una toalla limpia y, cuando regresó, le llamó:

—Aquí tienes una toalla nueva.

—Hay una aquí que puedo usar —respondió él.

—Esa es mía, la usé hace poco, deberías usar esta —replicó ella, pero él no respondió.

Ella se quedó esperando en la puerta para que saliera y tomara la toalla, pero en menos de un minuto él salió con su toalla envuelta alrededor.

—Tú… ¿por qué usas esa? Toma esta —Ella le extendió la toalla que traía.

—¿Quieres que me quite esta y use la que tienes tú? —preguntó Nicholas con una sonrisa traviesa. Se sentía aliviado de todo el estrés después de bañarse y tomó la toalla de su mano.

—No quise decir eso; deberías volver al baño y cambiarla.

—No es necesario, ven aquí —le dijo, acercándola hacia él.

—Deberías vestirte primero —le contestó Ella, aunque no lo rechazó. Nicholas empezó a besarla suavemente y rápidamente pasó a besarle el cuello y el pecho. Ella alzó la cabeza para darle acceso completo.

—¿Pasó algo en la reunión de hoy? —preguntó de pronto, y él se detuvo. Ella notó su reacción y supo que algo pasaba.

—No pasó nada —respondió Nicholas, alejándose hacia la habitación, y Ella lo siguió.

—Deberías decirme si algo te preocupa, para que podamos hablarlo juntos —insistió ella. Nicholas dudó, sin querer contarle sobre su pelea con su madre.

Ambos se sentaron en la cama y Ella lo miró ansiosa, esperando una explicación que no llegaba. Ella siguió insistiendo hasta que él finalmente habló, pero no le explicó lo ocurrido en la reunión. Dijo otra cosa.

—¿Qué tal si nos casamos y nos convertimos en una verdadera familia? —preguntó, dejando a Ella sorprendida.

No esperaba que dijera algo así, aunque su relación la última semana había sido muy buena y Julie ya lo llamaba papá.

—¿Qué quieres decir? ¿Pasó algo? —preguntó de nuevo, sin creer que eso fuera lo que le preocupaba.

—Mi madre quiere que me case con otra chica lo antes posible, para así conseguir acciones iguales a las de Laura y tomar el control de la empresa —le confesó al fin, suspirando.

—¿No quieres la empresa? —preguntó Ella, sorprendida, y él soltó una pequeña risa.

—Sé que no lo dices en serio —respondió, levantándose para vestirse.

—¿Es por eso que quieres casarte conmigo? ¿No es porque me amas y quieres estar conmigo para siempre? —lo cuestionó. Él se detuvo un segundo antes de seguir poniéndose el pijama.

—No lo he pensado tanto, pero estoy seguro de que no quiero perderte a ti ni a nuestra hija —respondió tras un minuto y volvió a acostarse junto a ella.

—Julie dijo que no cenaste por mi culpa, ¿quieres que comamos unos fideos juntos? —le preguntó, pero Ella declinó diciendo que estaba cansada y quería dormir.

—Está bien —respondió, y ambos se acostaron. Ella apoyó su cabeza en su hombro, pensando en lo que acababa de decirle.

Ya sabía que su madre organizaría un matrimonio arreglado para él, pero aun así le dolía escucharlo.

Estaba confundida y desgarrada por la verdadera razón por la que Nicholas se quedaba con ella, si era porque la amaba o solo por su hija.

Nicholas sintió que su mente estaba lejos y le acarició la mano suavemente para llamar su atención.

—¿En qué piensas? —preguntó, pero ella le dijo que en nada y cerró los ojos, fingiendo dormir.

—Si llegas a saber algo de mí, ¿me dejarías? —preguntó Nicholas de repente, y ella abrió los ojos de par en par.

—¿Algo como qué? —preguntó ella, intrigada.




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